Las reglas de la alta y la baja política

Lo que sucede en las mesas electorales, entre autoridades y fiscales, la baja política, dista bastante de la grieta de la alta política, los candidatos, que prefieren que estalle todo, antes que ceder para reencauzar el país. Esto lo percibe la ciudadanía y lo expresa cada dos años, en elecciones.

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Por Christian Schwarz.- Las recientes elecciones vuelven a mostrar aspectos laterales acerca de lo público, lo social, lo político. En mi caso describiré la experiencia que me tocó vivir nuevamente como autoridad de mesa en un distrito de la Zona Norte del Gran Buenos Aires.

Para comenzar haré una descripción histórica para establecer un paralelismo después.

En la Edad Media había una sociedad más interesante y diversa de lo que se suele divulgar. En el campo de lo social y en particular de la Iglesia, existía una división jerárquica entre quienes vestían hábitos religiosos.

Por un lado, estaba el alto clero, conformado por los cardenales, los obispos, los abades y las abadesas. Sí, había espacio para autoridades religiosas mujeres en el mundo medieval. La jerarquía de la Iglesia estaba conformada por miembros de la nobleza, quienes tenían tanto poder espiritual como sobre las tierras donde se asentaban los templos y monasterios.

Por otro, el bajo clero al cual pertenecían los sacerdotes, los monjes y las monjas. Su origen social era menos encumbrado. Provenían de familias de campesinos y artesanos.

Las reglas de la alta y la baja política

Así como hay un alto y bajo clero, hay una alta y baja política. La alta política está compuesta por los dirigentes encumbrados con cargos de gobernador, ministro, senador, diputado, dirigente sindical, líder social y demás. Transitan los estrados públicos y los medios. Son caras visibles y lideran agrupaciones políticas o facciones de estas. 

La baja política está dada por militantes anónimos y voluntarios. Tienen expectativas bastante más humildes de quienes ocupan la alta política. 

De vuelta a las elecciones pasadas, aquello que sucede en las mesas entre autoridades y fiscales, la baja política, en general dista bastante del espectáculo de la grieta de la alta política, los candidatos. 

En la baja política prima el espíritu colaborativo entre todos, buena voluntad, juego limpio, respeto. El mate va y viene, se intercambia comida o algo para tomar, se prestan biromes. Prima la eficacia. Hay que contar las boletas y llenar actas y telegramas lo antes posible luego de un día agotador. Hay que producir algo concreto y terminarlo.

En nuestro caso, acordamos entre todos de modo relativamente fácil la distribución de tareas y el procedimiento de conteo de boletas (muy complicado por la variedad y cantidad de cortes por categoría) cosa de llegar a un resultado satisfactorio.

Los fiscales son de agrupaciones que ven que ganan y pierden. Están en juego cuestiones de peso. Eso no es obstáculo para cooperar y alcanzar un resultado, aunque no sea favorable para alguno de los presentes.

La alta política suele funcionar al revés. Prima el interés sectorial y particular. El resultado final no importa. Es preferible incendiar el país antes que producir algo concreto y bueno. El problema de fondo no se resuelve. Eso es secundario. Un politólogo o un economista diría que es el reinado del dilema del prisionero: lo racional es tirarle la culpa al otro.

Un miembro del alto clero argentino ya retirado me comentó que, en los meses de 2002, cuando la Argentina parecía hundirse en el desastre, cada sector social prefería que la situación se agravara antes que ceder algo para establecer algún programa en común. 

Si quienes participamos del acto eleccionario hubiésemos actuado con el criterio de la alta política hubiéramos terminado probablemente a las 3 de la mañana por cansancio. O bien alguien hubiera impugnado la mesa. Que estalle todo. 

Es muy interesante ver reglas de acción opuestas en tableros diferentes de un mismo juego. La división es significativa entre quienes tienen ambiciones humildes y quienes lideran la política. Esto es percibido muy claramente por la ciudadanía en general y por los propios miembros de la baja política. 

Cuando suceden algunos resultados electorales es prudente también tomar en cuenta esto que sucede en los días de elecciones. Es una muestra de lo que ve la ciudadanía en dos años entre elección y elección.

Fuente: https://www.perfil.com/ El autor es Dr. en Sociología (UCA); docente en UCA, UNTREF, UCES.

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