“Las familias de adictos piden ayuda, hay mucho sufrimiento escondido”

Antonio Grande, sacerdote de Frontera y Josefina, reflexionó sobre el grave problema de las adicciones y reclamó respuestas de las autoridades.

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El sacerdote Antonio Grande, a cargo las parroquias San José, en Josefina, y Nuestra Señora de Guadalupe, en Frontera, se sumó al pedido de la Iglesia de atender «el grave problema de las adicciones» por las muertes por cocaína adulterada.

Su trabajo en los barrios Veracruz y Acapulco, en Josefina, y hacia el norte de la calle 74 en Frontera, le permite conocer desde adentro la problemática de las adicciones y la vulnerabilidad social; los estragos que causa el flagelo de la droga. Sostiene que el inicio en las adicciones hoy se da a una edad más temprana, y son varios los factores que inciden para ello: «la falta de una contención familiar, de educación y de objetivos claros».

El mensaje de la Iglesia «apunta a dos aspectos que para los que vivimos esta realidad es de público conocimiento en la zona de San Francisco, Frontera y Josefina. Por un lado, se habla del narcotráfico que todos sabemos que daña y corrompe la vida de las personas, la familia y la comunidad; y por el otro, de las personas que consumen, quienes están sacando a la luz situaciones de la vida social comunitaria, que no están satisfechas como familia, trabajo, educación, oportunidades y poder organizarse en una vida más plena, entonces buscan zafar de esa situación y olvidarse», dijo el cura.

«Nosotros, los sacerdotes, somos testigos de las dificultades e insatisfacciones de este tiempo que se ven en todos partes, pero por otro lado, vemos una fe, una esperanza en Dios. La gente quiere que uno la acompañe para lograr una vida más digna», siguió Grande.

El sacerdote asimismo se refirió a la incidencia del consumo de droga en el delito. «Estamos muy sacudidos por los últimos hechos de robo cometidos en parroquias y escuelas, esto no es algo nuevo respecto a lo que se viene viviendo en Frontera y en barrio Acapulco. Creo que falta una respuesta por parte de las autoridades. Es necesario buscar el diálogo a los fines de poder salir adelante», exhortó.

Grande comentó que recibe consultas por parte de familiares de personas adictas quienes buscan una salida. «Estas consultas forman parte de la vida cotidiana de estos tiempos, no le voy a decir que a cada rato, pero se ve el sufrimiento de la víctima, esa hija o hijo, o a veces ese padre que abandona la vivienda familiar. Hay mucho sufrimiento escondido en donde piden por más trabajo, salud, educación, que podamos vivir como estábamos acostumbrados años atrás en la Argentina. Todos como hijos de Dios queremos una vida digna».

«Las familias de adictos piden ayuda, la cual cuesta canalizar porque ellos desean que sea inmediata -reconoció-. Sé que hay lugares donde tratar a estas personas, la Diócesis de Rafaela tiene algunas casas y también conozco que las hay en San Francisco. La gente viene por una respuesta inmediata, pero hay algo más profundo que es la decisión de querer recuperarse y para eso, muchas veces hay que tocar fondo, reconocer que se está enfermo y necesita ayuda».

«Desgraciadamente, el inicio en las drogas se da a una edad cada vez más temprana. Antes se daba pasados los 20 años, mientras que desde hace un tiempo desde los 15 o 16 años aunque no los veamos consumir, los vemos violentos, robando, vandalizando, y eso habla de un desamparo, de una falta de vinculación familiar. Si ese adolescente o niño no entró al mundo de las drogas, está muy cercano», concluyó.

El mensaje de la Iglesia 

 La Iglesia se mostró «profundamente conmovida» por el caso de la droga que dejó al menos 20 muertos y decenas de heridos y llamó a atender «el grave problema de las adicciones».

El encargado de referirse a la trágica situación registrada en el oeste del Conurbano bonaerense fue el propio presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), el monseñor Oscar Ojea. «Estoy profundamente conmovido por la muerte de jóvenes y adultos por el consumo de droga adulterada», sostuvo el prelado.

A través de su cuenta de Twitter, el representante del purpurado señaló: «Rezamos a Dios por cada uno de ellos, especialmente por sus familias y por toda la comunidad que sufre. Rezamos también por quienes están internados en grave estado».

«Ver el modo como han fallecido estas personas nos cuestiona profundamente cómo se está viviendo el grave problema de las adicciones», remarcó el obispo de San Isidro.

Y agregó: «Frente a la tragedia que se está viviendo es necesario distinguir entre la oferta de droga que llamamos narcotráfico y la creciente demanda del consumo. Esto último tiene que ver con los problemas más profundos de nuestra sociedad: falta de horizontes humanos y laborales, profundas crisis familiares, el déficit enorme de nuestra educación, la profunda soledad y la necesidad de afecto».

«Estos son los temas que deben ser atendidos por una `mejor política´ como nos propone el Papa Francisco en Fratelli Tutti», concluyó Ojea.

Fuente: http://www.lavozdesanjusto.com.ar/

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