“Debemos reconciliarnos en el mundo fragmentado y la Argentina agrietada”

Expresó el obispo diocesano Pedro Torres durante la celebración del “miércoles de cenizas” en la Catedral San Rafael, en el marco del inicio de la cuaresma. “Cada vez que escuchamos la palabra, el Señor nos llama a ser discípulos y misioneros”, agregó.

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Con motivo del inicio de la cuaresma (tiempo litúrgico de 40 días en preparación para la pascua de resurrección), el miércoles a la noche fue oficiada la celebración del “miércoles de cenizas” en la Catedral San Rafael presidida por el obispo diocesano Pedro Torres y concelebrada por el vicario parroquial Alexis Cardo, ante un buen marco de feligreses.

En la oportunidad, se llevó a cabo el tradicional rito de bendición e imposición de las cenizas en la frente de cada uno de los presentes, expresando el Obispo y los ministros: “Conviértete y cree en el evangelio”.

Durante la homilía, Torres expresó: “te suplicamos en el nombre de Cristo, déjense reconciliar con Dios. La liturgia nos sugiere después de escuchar la palabra, que dice conviértete y cree en el evangelio. Cada vez que escuchamos la palabra, el Señor nos llama a ser discípulos y misioneros. Ahora dice el Señor: vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en fidelidad, y se arrepiente de sus amenazas (profeta Joel 2, 12-13)”.

El obispo Torres presidió el «miércoles de cenizas» (Gentileza de Nicolás Gramaglia).

Aprovechó para exponer su carta pastoral de cuaresma a la familia diocesana de Rafaela (publicada en esta web) titulada “Volvamos a Jesús, la palabra de amor del Padre, y en él renovemos la escucha, la alegría y la esperanza”, haciendo mucho hincapié en la “escucha” del resucitado, de nuestra Iglesia, junto a la Iglesia que camina en el mundo, con el estilo de Jesús, un corazón herido que sana, llamados a la santidad y conclusiones.

Insistió una y otra vez: “Volvamos a Jesús, la palabra la proclamó el Padre, en la escucha de la palabra con alegría y esperanza; volvamos a Jesús porque él está en la palabra, porque al principio existía la palabra, la palabra era Dios y la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”.

“Porque él es la palabra, así resonó en san Juan y lo recordábamos el 27 de diciembre pasado en el incio del jubileo del sagrado corazón de Jesús, recordando los 350 años de las apariciones del corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque. Estamos invitados a descubrir una palabra de amor, de cercanía, de compasión; una palabra que él es luz en nuestro caminar, se auto-manifiesta el rostro del padre… El camina con nosotros como lo hizo con los discípulos de Emaús y nos explica las escrituras”, destacó Torres.

Escuchar su palabra

En otra parte, dijo que “si todo el año estamos invitados a escuchar su palabra, mucho más en la cuaresma, que es un tiempo litúrgico de conversión, para renacer y reconciliarnos. Es Jesús el que camina con nosotros, es la luz del mundo, es el camino, la verdad y la vida, es nuestra paz. En el camino a la Pascua, para morir y resucitar (entrar en lo secreto del misterio pascual); para reconciliarnos, necesitamos la conversión en un mundo fragmentado y en una argentina agrietada…”.

Más adelante, “recordábamos en la Navidad: Yo soy el pan de vida (Juan 6, 35, 41); Yo soy la luz de mundo (Juan 8, 12; 12, 46); Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará (Juan 10, 7 y 9); Yo soy la vid; vosotros los sarmientos (Juan 15, 1 y 5); Yo soy el camino, la verdad, la vida, ninguno va al Padre sino por mí (Juan 14, 6)”.

“Es por él que nosotros formamos una sola familia, un sólo cuerpo, que es la Iglesia. Su gracia, su autoridad, su palabra, su ley, su presencia, la genera, la sostiene, la vivifica; en su espera se compone y se aparta de la corrupción del mundo; reza, predica, vigila, lucha, sufre, aguarda, espera su futuro retorno”, destacó el obispo diocesano.

Finalmente, citó a san Ambrosio (fue arzobispo de Milán, Italia) el texto “De virginitate” (16, 99) cuando exclamó hace 1600 años: «todo lo tenemos en Cristo. Cristo es todo para nosotros. Si tú deseas curar tus heridas, Él es el médico; si estás ardiendo de sed, Él es la fuente; si estás oprimido por la iniquidad, Él es la justicia; si tienes necesidad de ayuda, Él es el vigor; si temes la muerte, Él es la vida; si deseas el cielo, Él es el camino; si huyes de las tinieblas, Él es la luz; si buscas comida, Él es el alimento. Sí, Cristo es todo para nosotros, por eso le decimos te necesitamos”.

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