“Celebrar estos 60 años de la Diócesis es una gracia de Dios muy grande”

Así se refirió Jorge Casaretto, actual obispo emérito de San Isidro, quien en 1976, -con tan solo 40 años-, fue nombrado obispo de la diócesis de Rafaela, que en este 2021 celebra sus 60 años.

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La Diócesis de Rafaela en este 2021 cumple 60 años de vida y ayer, coincidentemente con la celebración de San José Obrero, tuvo un momento eucarístico que permitió celebrar el camino recorrido. Alcides Jorge Pedro Casaretto, fue el tercer obispo de la Diócesis, siendo designado por Pablo VI el 28 de diciembre de 1976. El 19 de marzo de 1983, Juan Pablo II lo trasladó a la diócesis de San Isidro como obispo coadjutor con derecho de sucesión.
Casaretto, tenía apenas 40 años cuando arribó a Rafaela, de ahí su cercanía con los jóvenes y con la práctica de deporte. Los rafaelinos y rafaelinos tienen hacia él un gran afecto y recuerdo, ya que en sus seis años al frente de la Diócesis, ha logrado dejar un legado y construir un camino.
“Celebrar estos 60 años de la Diócesis es una gracia de Dios muy grande, el primer Obispo fue Monseñor Zazpe que era un sacerdote muy importante acá en Buenos Aires y que fue el que le dio inicio, el que armó la estructura diocesana; después vino Monseñor Brasca. Los primeros obispos duramos poco tiempo (Zazpe seis años, Brasca siete) y después fui yo que también estuve seis años. Para mí era poco tiempo, porque estaba encantado de Rafaela, me había enamorado mucho de la Diócesis y de la gente”, relató Monseñor Casaretto.
Contó que él ha sido siempre porteño de origen y estuvo en el Gran Buenos Aires siendo sacerdote de San Isidro, donde volvió después como obispo: “Para mí conocer el impulso de toda esa zona del noroeste santafesino, a mí me hizo muy bien, entablé muy buenas relaciones y en ese tiempo surgieron muchas vocaciones al sacerdocio. Cuando yo llegué creo que había tan solo 3 seminarista y cuando me fui había 21 seminaristas, y que fueron los que realmente le dieron impuso a la Diócesis junto a los sacerdotes que ya venían trabajando con mucho empeño. Recuerdo muchos de ellos y que me ayudaron mucho como el Padre Alcides Suppo o el Padre Re. Repito, muchos sacerdotes que yo encontré y que han llevado adelante esa tarea fundamental de evangelizar toda esa zona, que tenía una tradición religiosa, pero que fue muy fortalecida a partir de la creación del Obispado”.
Respecto a su designación como Obispo de Rafaela, Casaretto dijo que “para mí evidentemente fue un gran impacto en mi vida. Uno cuando tiene vocación es llamado por Dios al sacerdocio, uno incluso hace un acto libre de elección, con lo cual, la vocación sacerdotal viene de Dios y la vocación episcopal es una designación de la Iglesia, uno nunca puede aspirar a ser obispo, lo designa el Papa en ese cargo, y por supuesto ese nombramiento requiere de muchos informes previos a los que accede el Papa. A mí me sorprendió mucho, pero me encantó ir al interior. Yo tuve siempre un espíritu aventurero, me gustó siempre ir a la montaña, iba mucho a campamentos y de joven con mi mochila al hombro he recorrido parte de Argentina, de Chile”.

Gente de trabajo 

“Cuando vine, encontré una zona muy desarrollada, para mí la provincia de Santa Fe, desde el punto de vista de la organización política, el hecho de que cada pueblo tenga un referente, ya sea o un intendente o presidente de comuna, era muy importante, porque los vecinos tenían una referencia directa con alguien que podía escucharlos, que podía estar atendiendo sus necesidades. Otra cosa que me impactó fueron las plazas, acá en el Gran Buenos Aires uno no encuentra plazas y espacios tan bien cuidados como en toda Rafaela. Esto habla de una comunidad que se encariña con su pueblo, con sus raíces y que quiere tener ciudades bien armadas, bien estructuradas y después por supuesto el amor al trabajo. A mí me impresionó mucho como la gente del noroeste santafesino y de toda la provincia de Santa Fe, es gente de Trabajo y hoy en la Argentina eso es muy importante. La cultura del trabajo es algo fundamental”, enfatizó Monseñor Casaretto.

Impronta religiosa muy fuerte 

Desde el punto de vista religioso, manifestó que “la impronta religiosa de toda esta zona, que fue heredada tanto de los piamonteses como de los suizos alemanes, que venían con esa religiosidad tan fuerte, eso impactó mucho y yo en aquel momento me quedé muy impresionado. En aquel momento por lo menos, la asistencia de los fieles a la eucaristía era mucho más importante que en el Gran Buenos Aires. Todos esos valores y virtudes, que Dios quiera se puedan mantener, hacen la identidad de una Diócesis”.

Tiempos de prueba

En este escenario de pandemia que atraviesa a toda la humanidad, donde nadie está exento, Monseñor Jorge Casaretto, reflexionó: “En estos tiempos necesitamos acudir más a la oración, son tiempos de prueba. Siempre en la historia de la humanidad ha habido tiempos de prueba y esto lejos de poner una distancia con Dios, tiene que poner una cercanía mucho mayor con él. Nosotros no somos los que determinamos que tiempo es el mejor, en la historia de la Iglesia, ha habido tiempos de mucho martirio y de mucho esplendor y nunca sabemos que tiempos fueron mejores”. “Los tiempos difíciles son tiempos de prueba y hay que estar más cerca de Dios. Hay que acudir más a la dimensión espiritual, más a la oración, más a la petición y más a la necesidad de ayuda y por supuesto disponernos un mayor servicio de los unos hacia los otros. Para todos los argentinos, este no debe ser un tiempo de enfrentamientos, sino para el diálogo, para el encuentro y como dije para el servicio”, concluyó.

Fuente: https://diariolaopinion.com.ar/

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