“Vivo la enfermedad con mucha paz, serenidad y alegría”

Es el testimonio del párroco de Humberto I José Stucky en el programa radial “Sábado 100”. Cuenta cómo vive la experiencia de la cruz: primero el cáncer en el riñón y ahora en el colon, los tratamientos que viene realizando vía oral, el financiamiento de los costosos medicamentos y destaca la solidaridad de la gente.

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Por Emilio Grande (h.).- Como es de público conocimiento, el párroco de Humberto I José María Stucky viene atravesando desde hace tres años una larga enfermedad de cáncer, primero en el riñón y actualmente en el colón, realizando un tratamiento vía oral, teniendo que afrontar el financiamiento de los costosos medicamentos. De todas maneras, sigue trabajando pastoralmente junto al vicario parroquial Claudio Badino, atendiendo las comunidades de Humberto I, Ataliva, Moisés Ville y las colonias vecinas.

“Hace tres años que vengo luchando con este cáncer de colon y tres años antes había tenido otro cáncer de riñón. El más grave es este, evidentemente; estoy con un tratamiento de quimioterapia y han ido apareciendo metástasis en el hígado. Ahora la medicación es para tratar de ir manteniendo el cáncer controlado para que sea crónico. Es con mucho esfuerzo y sacrificio el tratamiento de quimio, que te termina afectando con el tiempo en algunas funciones concretas, por ejemplo, el cansancio, muchos dolores en las articulaciones; en fin, alteraciones”, testimonió Stucky en el programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1), conducido por quien firma esta entrevista.

-¿El cáncer de riñón fue tratado en Córdoba?

-Sí, ese cáncer estaba encapsulado, me lo sacaron y seguí bien. El problema fue cuando apareció el cáncer de colon porque se complicó un poco. La oncóloga es de Rafaela, las quimioterapias son orales y las hago en casa. De todas maneras, el trance más difícil es el económico porque se está complicando conseguir la medicación, pero gracias a una enorme solidaridad de la gente hemos podido prever que por lo menos dos o tres meses más tendré la medicación en tiempo y en forma.

-En ambos casos, ¿la obra social te fue cubriendo o es limitada la ayuda?

-Me cubrió una parte, pero como se iba gestando una deuda muy grande se hizo un pedido al gobierno provincial porque hay una ley que prevé para aquellos, como el caso nuestro no es obra social sino una mutual, se puede gestionar desde la Provincia a la Nación a través de la superintendencia de salud, pero últimamente fueron rechazando esos pedidos y entonces tuvimos que encararla por cuenta propia.

-¿Cómo se viene dando la solidaridad de la gente?

-La primera caja de medicación la cubrió mi familia; tengo algunos sobrinos médicos que dijeron basta, no podemos seguir esperando porque estaba sin tratamiento y entonces compraron la caja. También mi familia hizo un bono contribución con un éxito muy grande. Al mismo tiempo, un montón de gente que se fue acercando y depositando a una cuenta que hay disponible. Ahora tengo el dinero para encarar la medicación y pagar la deuda de lo que se debía. Cada caja tiene un costo de 3 millones de pesos por mes y tengo para los próximos 2 meses. No me resulta fácil reconocer porque hay muchísima gente que está colaborando por cariño, se están identificando con la ayuda al mismo Cristo, a pesar de que me diferencia mucho de él (risas). Por otro lado, se va gestando un amor en serio y comprometido. Tengo 63 años, recibir esto cuando uno fue educado para trabajar y vivir con el sudor de la frente; que de pronto tenga que estar en esta situación es avergonzante, pero también es sumamente satisfactorio. Quiero decirle a la gente muchísimas gracias porque sin la ayuda de todos los que han colaborado no hubiéramos podido enfrentar tanto esfuerzo.

-¿Cuál es la enseñanza que te deja esta experiencia de vida?

-Desde un principio estoy viviendo la enfermedad con mucha paz, serenidad y alegría. Estoy absolutamente convencido de que no me va a pasar nada de que Dios no quiera que me pase, puede ser de que me sane y ahí siento un compromiso muy grande porque si me curo y me sano es para seguir sirviendo no como yo quiero sino como Dios quiere; entonces me tengo que convertir y es una exigencia para mí. De lo contrario, tengo que estar a la altura de las circunstancias si es que Dios me llama; por eso creo que en la serenidad y en la paz es donde uno va experimentando también la cercanía de Dios.

Cena a beneficio

Como la obra social no autoriza la medicación necesaria para el sacerdote diocesano, “nos vemos nuevamente en la necesidad de pedir la colaboración y apelar a la solidaridad de la comunidad para poder hacer frente al pago de la medicación”, destacó la familia.

Los interesados en colaborar pueden hacerlo a través de una transferencia bancaria. CBU: 0110294130029472014015, alias: aguja.ave.menton, cuenta: caja de ahorro $ 19922947201401 del Banco Nación, CUIL: 20138546056.

Al mismo tiempo, un grupo de personas organiza una cena a beneficio para colaborar con el tratamiento, prevista para el sábado 17 de febrero a las 21 horas en el Club Argentino de Humberto I. Se contará con la música y el baile de artistas locales.

El costo de las tarjetas mayores es de $ 9.000 (bebida aparte) y menores de 4 a 10 años $ 5.000; se pueden adquirir en dos cuotas hasta el 31 de enero. Las reservas se pueden realizar en Humberto I a los teléfonos 03493-495084 (Micaela Beltramino) y 03493-667156 (Ana C. Gramaglia), en Moisés Ville 03409-667219 (Graciela Barbero) y en Ataliva 03493-495814 (Marisel Margaría). Los pagos se pueden realizar vía transferencia: CBU: 0000003100004182548431, alias: cena.josemaria.

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