Violencia en barrio Acapulco: “Las autoridades deben hacer lo suyo”, afirma el padre Antonio Grande

SAN FRANCISCO (Por Nicolás Albera).- El cura Antonio Grande (63) hace tres años que está al frente de la parroquia «Nuestra señora de Guadalupe», en Frontera, y de la capilla ubicada en barrio Acapulco. A los 20 días de haber llegado sufrió un robo y con el correr de los años observó cómo la situación de violencia y delincuencia se fue agravando. -¿Cómo ve esta ola de violencia desatada en el último tiempo en barrio Acapulco? -Con mucho dolor y preocupación. En el trato con las personas uno observa que viven buenas familias, de trabajo, sencillas, que tienen fe y que buscan educar a sus hijos. Pero cuando surgen actos de violencia uno ve una inseguridad notable. Yo voy todas las semanas y siento el dolor de la gente cuando cuenta lo que pasa. Da la impresión que entre lo que las autoridades desean y como la comunidad vive está faltando una acción para que deje de haber impunidad de parte de los que hacen el mal. -¿A la gente la nota paralizada por el miedo? ¿O quiere involucrarse? -Acá hay que separar la responsabilidad de la autoridad civil de la religiosa. Lo nuestro sería de animación espiritual, formación de conciencia a la hora de acompañar a la familia. Con la gente hablamos mucho, a veces los chicos comentan «para qué vamos a ir a la escuela o a catequesis si mi papá no trabaja, vende droga y nos va bien». Acompañamos a los que sufren pero además siempre les decimos que se acerquen a los responsables de la autoridad civil que tienen que también guiarlos en este aspecto. A la capilla en dos oportunidades nos rompieron los vidrios y los policías no dijeron «por qué hacemos actividad o que deberíamos hacerlas puertas adentro». Pero no es así, cada uno debe hacerse cargo de su parte. -¿Coincide en que la droga es el principal problema? -Es una suma de causas respecto a familias. Hay personas que no tienen una posibilidad de inserción social fuerte, los trabajos que hacen no suelen ser en blanco o bien pagos. La droga tiene consecuencias graves, el chico enfermo pierde su capacidad de ideal, de trabajo, estudio y respeto y después se llega a cualquier cosa para seguir consumiendo y para tener dinero roba, pega, mata o lo que sea. Mientras esté la gente que vende de manera impune, los «kioscos», escuché en varios lados que hay como 40 en una población de 400 familias; mientras que sea un buen negocio para algunos con tanto daño para otros la cosa va a empeorar. -Por lo que dice en estos tres años que está nunca vio un principio de solución. -En los tres años que estoy hay momentos de calma y luego aparecen estos de súper ebullición. Cuando vino a Frontera hace un año y medio el gobernador se le planteó la situación y dijo que iba a poner una fiscalía en Frontera. No es un problema resuelto, aunque a veces tiene sus momentos más graves. -¿La gente busca contención en la Iglesia? -A su manera sí. Pero no se soluciona el problema de fondo. Uno puede estar con luces hacia dónde quiere ir, pero si te ponen un arma o si estás en medio de una balacera eso no alcanza. Hay que trabajar en el tejido comunitario, hay que ponerlo en acción además de palabras buenas. -¿Cómo define lo que sucede? -Es una muestra en chiquito de lo que se vive en el país, donde lo institucional de la vida en comunidad no puede encauzar, no hay garantía ni serenidad. En la escuela hay miedo y lo que pasa es algo que desorganiza. Si los padres no están tranquilos o no se ocupan, si los maestros no pueden trabajar serenos y sienten temor, si hay que salir de la casa y pensar «vuelvo o no vuelvo»; es una situación anormal. Nosotros como iglesia vamos a estar más atentos, más cercanos. Pero las autoridades deben hacer lo suyo, son los legados del pueblo, tienen una responsabilidad y es triste caer en la justicia por mano propia. -¿Le genera temor esta situación? -A los 20 días que llegué me robaron y cada vez que escucho que en el techo hay un ruido más fuerte que el de un gato, genera un poco de temor. Pero no algo que me impida hacer lo que debo hacer.

Fuente: diario La Voz de San Justo, San Francisco, 4/03/2018.

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