Mandela fue un luchador de la libertad e igualdad

Se trata del editorial del programa «Sábado 100» por radio Sol Rafaela FM 90,9 que conduce Emilio Grande (h.). Nelson Mandela, el padre de la Sudáfrica moderna, símbolo de la lucha por la libertad, la igualdad y la reconciliación y uno de los líderes más trascendentales de la historia contemporánea, murió el jueves pasado, a los 95 años, después de varios meses de agonía por infecciones pulmonares.

Esta noticia fue recibida con dolor por la multitud que hacía vigilia frente a su casa, en Johannesburgo, y con una catarata de elogios y muestras de admiración en todo el mundo. «Rodeado de su familia, Mandela se apagó apaciblemente, nuestro pueblo pierde un padre», anunció el presidente Jacob Zuma.

Mandela se convirtió en 1994 en el primer presidente negro de la historia de Sudáfrica y lideró, junto a su antecesor en el cargo y último líder del apartheid , Frederik de Klerk, una transición democrática que evitó una guerra civil entre blancos y negros.

Había salido de prisión cuatro años antes, tras pasar encarcelado 27 años por sus actividades contra el régimen segregacionista, en cuyas cárceles contrajo problemas respiratorios que lo acompañaron el resto de sus días.

«Gracias a Mandela la reconciliación en Sudáfrica fue posible», dijo en una entrevista televisiva De Klerk, primero adversario y después aliado de Mandela, con quien compartió el premio Nobel de la Paz tras el desmantelamiento del régimen supremacista de los sudafricanos blancos, entonces dueños de todos los derechos y privilegios.

Madiba –como lo llamaban- pasará a la historia por haber negociado esa transición hacia una democracia multirracial, al precio de una vida privada y familiar que, según admitió, quedó relegada en la lucha por una nación más justa. No tuvo alternativa: gran parte de su vida adulta la pasó entre la clandestinidad, los tribunales, la cárcel y la vida pública de un estadista.

El arzobispo Desmond Tutu, también premio Nobel de la Paz, expresó que Mandela, un obstinado militante contra el apartheid, el preso político más célebre del mundo y el primer presidente negro de Sudáfrica, fue un «ícono mundial de la reconciliación».

«Durante 24 años [desde su liberación] Madiba nos enseñó cómo vivir juntos y a creer en nosotros mismos y en cada uno. Él ha sido un unificador desde el momento en que salió de la cárcel» en enero de 1990, dijo el arzobispo.

Así lo entendieron políticos, jefes de Estado, militantes de los derechos humanos, artistas y otros millones de ciudadanos del mundo entero, que plasmaron su devoción sincera a lo largo de las últimas décadas en discursos, conciertos, películas, y en las miles de visitas semanales a la famosa isla de Robben Island.

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