“Los jefes montoneros vivos sienten que el gobierno reivindica los 70… menos a ellos»

Opina Ceferino Reato, periodista y licenciado en Ciencia Política. “Operación Primicia” su último libro.

Por María Herminia Grande (Rosario)

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MHG: A 37 años del asesinato de José Ignacio Rucci, cuya investigación plasmó en su libro “Operación Traviata ¿aparecieron datos posteriores? CR. El año pasado hice una edición ampliada y coloqué cosas que me enteré más tarde, una vez que el libro ya había salido. Porque hace muchos años de esto y no se hablaba de este asesinato ocurrido el 25 de septiembre de 1973. Y de pronto cuando salió la primera edición, que fue en el 2008, aparecieron nuevas fuentes, gente que ni yo sabía que existían. Y eso gracias a la repercusión que tuvo y eso me obligó a hacer una nueva edición que fue la del año pasado (2009).

MHG: ¿Qué podría decirnos acerca de la edición ampliada? CR: Creo que la muerte de Rucci tuvo mucho que ver, según él, con el Pacto Social que él mismo había firmado en representación de CGT unos meses antes, ese pacto es un acuerdo entre el capital y el trabajo, entre los empresarios nacionales, como se les llamaba, y la CGT, arbitrado por el estado, era un poco la columna vertebral, el proyecto político de Juan Perón. Dos días antes que se produzca el asesinato, Perón había sido elegido presidente por tercera vez, con el 62% de los votos. Y Rucci siempre atribuyó su muerte, o atribuyó las amenazas que recibía, porque siempre tuvo una visión fatalista de su futuro luego de la firma de ese pacto. Porque Cafiero, primero, luego Carlos Leiva, que era un economista con un alto cargo en el gabinete económico del ministro Gelbard, me dijeron que cuando él firma el pacto, el 8 de junio del 73, dice “aquí he firmado mi sentencia de muerte.” Y me llamó la atención ese fatalismo del personaje, él decía que ese acuerdo iba en camino hacia una conciliación de clases, lo que Perón llamaba la Comunidad Organizada, la alianza de clases; iba en contra de la lucha de clases, que era propuesto por otro sector de lo movimiento peronista.

MHG: ¿Y por qué habría molestado a Montoneros? …¿ no fue parte de su lucha inicial? CR: Sí, fue parte de su lucha inicial, pero Montoneros fue derivando más hacia un concepto de revolución socialista, donde ellos pensaban que ese momento histórico debería haber sido mejor aprovechado por los gremios, y estuvieron siempre de punta y contra el pacto y contra la CGT, porque era considerada una cueva de traidores, tal como decía Firmenich; la “burocracia sindical” como se la llamaba. Me parece que, de ahí Rucci tiene esa visión de que eso era como su condena a muerte. Pero de pronto, está el otro rasgo de Rucci, el de “la lealtad” a un proyecto político que era el de Perón.

MHG: Usted sostiene en su nuevo libro, “Operación Primicia”, que el ataque de Montoneros al cuartel de Formosa fue lo que terminó de convencer a los militares sobre el golpe de estado del 76…

CR: Si, eso es así, si bien hubo muchas causas para que el golpe se llevara a cabo, y nunca puede uno puede decir que un golpe, que es un movimiento político-militar complejo, se decida de la noche a la mañana, pero el ataque de Montoneros al cuartel de Formosa fue el primero a un cuartel militar, eso fue 5 de octubre del 75, en ese momento gobernaba Isabel (María Estela Martínez De Perón), que tenía una licencia médica y era presidente (Italo) Luder, en forma interina. Mucha gente ya pensaba que Isabel era el problema, es decir, que el país estaba en una situación bastante lamentable, con inflación, con desabastecimiento, violencia política, denuncias de corrupción. Entonces se pensaba, incluso dentro del peronismo, que Isabel no estaba en condiciones de gobernar. Cuando se produce este ataque hay una fuerte presión militar y política sobre Luder para que tome definitivamente el gobierno y complete el mandato del justicialismo, pero Luder, después de unas reuniones, decide que él no va a ser el traidor a la viuda del general (Perón), entonces (Jorge Rafael) Videla, que era el jefe del Ejército y (Eduardo Emilio) Massera, que era el jefe de la Armada, deciden dar el golpe, tratan de convencer al jefe de la fuerza Aérea, Brigadier (Héctor) Fautario que les dice que no. Pero Fautario en diciembre del 75 cae y es reemplazado, luego de una rebelión interna, por el brigadier (Orlando Ramón) Agosti, que va a ser el tercer miembro de la Junta Militar. Pero esto también otros autores lo señalan, y el propio (Mario Eduardo) Firmenich, el número uno de Montoneros lo señala en una entrevista con Gabriel García Márquez, dice que en octubre del 75 ellos ya sabían que el golpe sería en marzo del 76, pero que no hicieron nada porque era una cuestión interna del movimiento. Ese ataque de Montoneros, que cuando deciden ir por todo, en el sentido que el golpe militar era inevitable, y deciden crear el ejército Montonero, y ese golpe es importante porque fue el bautismo de fuego de ese ejército.

MHG: Además, permite ver los tratos diferenciales, poe parte del actual gobierno, entre quienes fueron lo guerrilleros asesinados y los soldados asesinados… CR: Claro, hay una diferencia de tratamiento, no sólo del gobierno, sino de los partidos políticos y de las organizaciones de Derechos Humanos. En el sentido que la mayoría de los parientes de los guerrilleros muertos en Formosa, que en total fueron doce, cobraron las indemnizaciones previstas, en un primer momento, para los desaparecidos y muertos por el terrorismo del estado, cobraron a pesar que este ataque fue en democracia; en cambio, los soldados conscriptos, que fueron diez, los padres cobran una pensión equivalente al sueldo de cabo. En marzo de este año la pensión era de 842 pesos, mientras que la indemnización para los parientes de los guerrilleros era de 620 mil pesos. La diferencia es tal que los padres de los conscriptos muertos tienen que cobrar esa pensión mensual durante 61 años de sus vidas para igualar el monto con la de los guerrilleros. Esa es una asimetría que, en general, se sospechaba, pero en este caso es como ponerle nombre y apellido.

MHG: Usted plantea en este libro y en el anterior las facetas de un mismo accionar de un sujeto: Montoneros. ¿Ha tenido contacto, presiones, desmentidas, acusaciones, de los miembros que quedaron de la organización? CR: No, para nada. He podido hablar con Roberto Cirilo Perdía, que era el número dos de Montoneros, él escribió un libro, que yo considero muy útil, en el 97, que se llama “La otra historia”, hable con él; Firmenich, no atiende, está viviendo en Barcelona, y hablé con otros integrantes de Santa Fe, Rosario, Resistencia, Formosa, algunos exiliados. La verdad es que nunca tuve ninguna presión de ex Montoneros, más allá que les guste o no el libro, a algunos no les ha gustado mucho, tal el caso del diputado (Dante) Gullo, pero siempre me han tratado de forma muy respetuosa y yo también a ellos. En la medida en que me parece que ellos deberían aprovechar este gobierno que es bastante afín y ponerse a saldar las cuentas que tienen con el resto de la sociedad. Pero bueno, ellos no lo consideran así, al menos por ahora.

MHG: ¿Hay algo más que se pueda escribir acerca de Montoneros y que sería material de un próximo libro o ya se ha dicho todo? CR: Creo que Montoneros tuvo una evolución muy rápida. En algunos años pasó de ser un grupo de desconocidos a liderar la gran movilización electoral que permitió el triunfo de peronismo del 73 y el antes y el después del retorno; primero parcial, y, luego, definitivo de Perón. Se convirtió en uno de los dos grandes sectores internos del peronismo, junto con el sindicalismo. Luego tuvo una evolución que lo llevo a una postura más socialista y a competir con el liderazgo de Perón; y me parece que ese fue su gran error histórico. Durante la dictadura tuvo un comportamiento en algunos casos heroicos y en otros no tanto, sobre lo cual todavía no se ha escrito. Me parece que ese sería un buen libro, o sea, Montoneros durante la dictadura, que no sé si es un libro que lo voy a hacer yo, pero me parece un tema interesante y está pendiente. No lo voy a hacer por ahora, porque me gustaría dedicarme a otra cosa, como por ejemplo, la crisis del 2001, que es algo importante. Yo creo que queda pendiente, al estilo de Tupamaros y (José) Mujica en Uruguay, una autocrítica profunda y una reconciliación con sectores de la sociedad. Porque para muchos argentinos, mal que les pese a ellos, sigue siendo como una especie de enigma y mucha gente sigue sin tener un pensamiento positivo. Me parece que deberían aprovechar estos momentos, antes de las elecciones, porque no se sabe que va a pasar con los Kirchner, para hacer esa autocrítica que nos haría bien a todos.

MHG: En conversaciones que hemos tenido con Juan Gasparini, él considera que el gran error de Montoneros fue enfrentar al Estado, y concluye que no se puede ir contra el estado… CR: Si, contra el ejército y a otros grupos. Bueno, él tiene más experiencia, pero visto desde afuera creo que el mayor error fue haber competido con Perón por el liderazgo del movimiento peronista, no haber esperado su tiempo y me parece que esa disputa con Perón, porque ya tenían proyectos distintos, fue suicida para ellos. Es un poco lo que Montoneros, Perdía, Firmenich, dicen. Pero lo dicen de una manera casi afónica. Y me parece que les haría bien a todos. Porque a muchos sectores todavía les cuesta asumir todos los errores cometidos en esa década. Todos estamos de acuerdo que la dictadura fue un desastre, ahora antes de la dictadura hubo mucha violencia política y me parece que tendríamos que ponernos de acuerdo sobre esa época.

MHG: ¿Haber investigado sobre el mismo sujeto histórico, le llevó a dilucidar algo acerca del caso Graiver, que está resucitado por estos días? CR: Si, claro. Me parece que el gobierno resucitó los setenta, pero en una clave muy parcial, ellos siguen hablando de la “juventud maravillosa” y no hacen ninguna distinción de lo que hablábamos, de esa evolución de Montoneros, que conoció grandes aciertos y también grandes errores. Me parece que el gobierno lo hace para favorecer sus luchas políticas del presente, porque ellos se consideran los herederos de esa juventud, y sus enemigos del presente, que van variando, ellos los ubican dentro de la otra categoría, la de los malos. Eso pasa con el caso Graiver, de pronto según la alocución de la presidente, cuando presentó el informe oficial sobre Papel Prensa, Graiver aparece como un hombre de negocios más. Uno de los testaferros de Graiver parecía un ejemplo de lealtad. Y todo eso no sirvió de mucho porque pronto se supo que Graiver era un hombre de negocios muy hábil, pero que también había sido el banquero de Montoneros, entre otras cosas. Y ese dinero provenía de secuestros, que es una actividad ilícita bajo cualquier punto de vista. Entonces la figura de Graiver no era tan cristalina como parecía, que él era el dueño de Papel Prensa o de una parte importante por beneficio del estado, beneficios no muy cristalinos y que en algún momento cuando él muere, en ese accidente o no, en México, Perdía escribe en ese libro que mencionaba, que el clan Graiver les ofrece a Montoneros varias opciones para saldar la deuda de casi 17 millones de dólares, y esas alternativas incluían acciones de Papel Prensa y también del diario La Opinión, todo eso no se concretó, escribe Perdía, pero de todas maneras, la figura de Graiver quedó ubicada en un plano más concreto y real. Y esta realidad también salpicó a Timmerman porque hasta ese momento el canciller era el hijo del gran Jacobo, pero también se supo que el socio secreto de Jacobo para sacar La Opinión y mantenerlo era el propio Graiver, que tenía huevos en todas las canastas. Entonces me parece que el caso Graiver fue resucitado por el gobierno pero que después la misma dinámica y la pelea con Clarín y La Nación hizo que se resucitaran fantasmas que, tal vez, el gobierno no quería.

MHG: Argentina es un país que tiene historias oscuras, se ha dicho que el monto solicitado de más de 60 millones a Bunge y Born por parte de Montoneros no era una cifra caprichosa, era la cifra de una maniobra oscura de cereales de la empresa via Uruguay… CR: Como es una historia todavía no saldada, empiezan un montón de historias, todas resucitadas por el gobierno, ahora se quejan algunos, por ejemplo a Timmerman no le gusta que se hable así del padre, pero, bueno, no se puede mostrar sólo una parte de las cosas. Su padre era un gran periodista, pero en aquellos momentos no se sacaba un diario sin tener una pata en el poder militar. Porque los militares eran un actor político fundamental.

MHG: ¿Qué opinan sobre el gobierno los ex montoneros con lo que ha podido hablar? CR: Los comandantes, los sobrevivientes, los tres jefes, Firmenich, Perdía y (Fernando) Vaca Narvaja tienen una posición ambigua, según mi consideración, ellos se sienten como que el gobierno reivindica a la generación del 70, reivindica a los jóvenes de la época, a la “juventud maravillosa”, menos a ellos. Y los hacen aparecer como si fueran la concentración de todos los errores de Montoneros. Ellos dicen: “claro, reivindican a la juventud maravillosa, pero nosotros estamos cargando el estigma de la derrota y de los errores”. Siempre tiene esa cuestión, les gustaría ser reivindicados, igual ellos dicen que van a ser reivindicados con el tiempo. Pero, en general, los ex montoneros, y he conocido a varios que nos son empleados del estado ni trabajan en organismos de Derechos Humanos, ellos se sienten de alguna manera gratificados, porque consideran que se jugaron por el país, que tuvieron ideales y que eso el gobierno lo rescata. Lo que no les gusta mucho es que aparecen como una especie de tontos llevados por las narices por sus jefes, cuando ellos consideran que tomaron las armas sabiendo los riesgos que asumían y lo hicieron porque los ideales eran tan fuertes que les permitían asumir esos riesgos, no era que se trataba de tontos. Entonces, es una postura más en la militancia de gratificación, pero al mismo tiempo no les gustan que los pinten como unos tontos.

MHG: ¿Qué le ha dejado ambas investigaciones en su interior, qué lo ha impactado más? CR: Lo que me ha impactado es la época de tremenda violencia, si bien se moría por los ideales también se mataba, y que poco valía la vida humana y como se banalizaba todo eso, el nombre posterior que adquirió la operación para matar a Rucci fue la de “traviata”, porque el cadáver había quedado con muchos agujeritos por los impactos de bala y eso se debía a una publicidad de galletitas que decía que eran las de “los 23 agujeritos” y eso muestra esa ironía cruel, la banalidad de la muerte. Eso por un lado; y, por el otro, cuantos jóvenes tan valiosos murieron en esa situación.

MHG: Fíjese como cambian las cosas, la violencia en los 70 tenía detrás una ideología, hoy la violencia es personal…. parece que no podemos evadirnos de esa violencia. CR: Es cierto eso. Y es un gran desafío de nuestra sociedad, especialmente en los grandes centros urbanos. Ahora, de todos modos, es también un gran grado de maduración que la política no tenga, en el aspecto de la violencia, consensos en los grandes grupos, nadie piensa que se puede matar a otro por una cuestión política.

***Es editor de Internacionales del diario Perfil desde julio de 2005 – Fue corresponsal en San Pablo, Brasil, de la agencia internacional de noticias ANSA durante más de 4 años, y redactor de la sección Política Nacional del diario Clarín durante 6 años Libros: “El gran botín. El negocio de gobernar la Capital» (1996) “Lula, la izquierda al diván” “Operación Traviata. Quien mató a Rucci”

Fuente: www.mariaherminiagrande.com.ar, Rosario, 25/09/2010.

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