«Lo negativo es que uno puede convertirse en un número más»

Cuenta el presbítero Neri Zbrun en una entrevista. Está misionando en una parroquia del partido de Ituzaingó, diócesis de Morón, durante 3 años. Hay diferencias religiosas, sociales y culturales con la de Rafaela. «No me siento perseguido pero sí hay que ser prudentes con la inseguridad», grafica.

Por Emilio Grande (h.)

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Por Emilio Grande (h.).- «La diócesis de Rafaela viene enviando hace bastante tiempo a sacerdotes no solamente a estudiar sino también a experiencias misioneras. En lo personal lo fui planteando a monseñor Carlos Franzini hasta que se dio esta posibilidad de una diócesis del conurbano bonaerense con lo que ello significa. En la misa crismal de 2009 el obispo me hizo el envío diocesano y después de la Pascua asumí como párroco». Cuenta el sacerdote Neri Zbrun nacido hace 51 años en la vecina localidad de Villa San José a este cronista. El año último se hizo cargo de la parroquia Santos Angeles Custodios -ubicada en avenida Rivadavia al 26.000- creada hace 50 años en el partido de Ituzaingó sur (hay 160.000 habitantes) que pertenece a la diócesis de Morón (también abarca a Hurlingham y Morón), cuyo obispo es Luis Eichhorn. Cada 2 ó 3 meses Zbrun vuelve de visita a los pagos y en este caso fue para casar a su sobrino Mariano con Daniela Picard el sábado último en la parroquia Santa Rosa de Lima y al cumpleaños de otra sobrina. Estudió Filosofía en el seminario de Azul y Teología en el de Córdoba y fue ordenado hace 20 años por el obispo Héctor Romero. Fue vicario de la Catedral San Rafael cuando Idelso Re era el párroco y luego fue párroco de Frontera, Zenón Pereyra-Esmeralda y Santa Clara de Saguier-Colonia Cello.

-Desde el punto de vista socio-cultural, ¿cómo es el lugar que te tocó en Ituzaingó? -Es una zona relativamente linda, como vecinos tenemos a Castelar y San Antonio de Padua y más al sur La Matanza, diócesis de San Justo, con otras problemáticas. Mi parroquia tiene unos 15.000 habitantes con un colegio parroquial con casi 500 alumnos y la capilla Nuestra Señora de las Lágrimas con una advocación italiana. Este lugar fue una zona residencial de quintas del gran Buenos Aires, que actualmente cambió con la presencia de comercios y pequeñas industrias, pero mucha gente va a trabajar a Capital Federal.

-¿Cuáles son los mayores problemas de esta sociedad distinta a la diócesis de Rafaela con ciudades chicas, pueblos y vida rural? -Primero fue el desafío de una nueva etapa donde todo es más grande, gracias a Dios me encontré con gente del interior, de Salta, Tucumán, Chaco, paraguayos y algunos bolivianos. Me favoreció mucho porque es gente que está arraigada a las costumbres religiosas y familiares. Lo negativo es que uno puede convertirse en un número más dentro de lo que sería tomar el Sarmiento (ramal ferroviario del oeste) en esa «tonelada» de gente que va a Capital (risas). Mi vida se desarrolla ahí, yo lo llamaría como un pueblo grande porque todos nos conocemos y el colegio parroquial favorece el conocimiento del vecindario.

-¿Cómo afectan los problemas de falta de trabajo, pobreza, inseguridad y drogadicción? -Respecto a la droga hay un alto porcentaje de chicos incluido los de la escuela parroquial -la secundaria- que han tenido algún tipo de contacto. Por eso hacemos retiros y encuentros espirituales para sacarlos, pero no están perdidos. El tema de la inseguridad con prudencia no hay tanto problema; como pasó hace poco en Frontera (por el cura Víctor Balangero) le ha ocurrido a un sacerdote (Julio) de una parroquia cercana en Ituzaingó y a unas monjas, pero no me siento como perseguido ni mucho menos, sí hay que ser prudentes. A partir de las 9 de la noche se bajan las persianas de los negocios y de alguna manera se clausura la vida social. Los fines de semana se hacen actividades, hay que andar con cuidado y con otras personas juntos. En lo laboral la gente tiene trabajo y hay bastante personas con planes sociales, pero la gente está bien. La parroquia tiene sectores pudientes, clase media y pobres sin ser villa miseria.

-¿Qué diferencias pastorales hay entre ambas diócesis? -Uno de los desafíos más grandes de allá es la convocación a la vida parroquial y comunitaria. La referencia de la gente católica son los santuarios: San Cayetano de Liniers, la Basílica de Luján, San José de Flores, Sagrado Corazón de Jesús que está en San Justo y es un foco muy grande de la Renovación Carismática Católica. Les cuesta la pertenencia a la parroquia y capilla del barrio; en cambio acá la gente se dice que es de determinada parroquia. También trabajar mucho con las familias porque los chicos están con las mamás en un lado y al fin de semana siguiente con los papás; por eso la pastoral familiar es otro gran desafío.

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