Los avances y las materias pendientes

Por Emilio Grande (h.).- Pasaron más de dos años desde que asumió el gobierno de Macri, ciertamente con sus luces y sus sombras, pero lamentablemente todavía hay algunos sectores fanáticos del kirchnerismo y de la izquierda más rancia que les cuesta vivir en un sistema democrático, rechazando al que piensa diferente, pertenece a otra clase social o conlleva viejos antagonismos ideológicos de la década setentista. Hoy vivimos en 2018 en una sociedad y un mundo excesivamente complejo por donde se lo mire, con contrastes muy marcados en cuestiones políticas, económicas, sociales, culturales, medioambientales, religiosas, entre otras, emergiendo personajes siniestros en la Argentina y en otros lugares que detentan el poder. En nuestro país se avanzó en una mayor institucionalidad con la división de poderes: los proyectos se discuten y debaten en ambas cámaras legislativas, estando el oficialismo en minoría y negocia con la oposición. En el caso de la polémica desatada por la aprobada reforma previsional, el tiempo dirá si realmente beneficiará a los jubilados como sostiene el Gobierno o significará un perjuicio para el sector… Lo que es inadmisible aceptar es una de las vigentes enfermedades sociales que llevará su tiempo erradicar: los que no están de acuerdo con una medida o reforma gubernamental no solo salen a la calle, que está contemplado en la Constitución, sino que actúan violentamente rompiendo y tirando todo lo que encuentren en el camino. Basta recordar las nefastas imágenes del 14 y 18 de diciembre de 2017, en la que un grupo fanático de militantes, dirigentes y ex candidatos destrozaron parte de la plaza del Congreso, que es de todos y se mantiene con los impuestos que pagamos. Al mismo tiempo, hay mayor diálogo entre el Gobierno central y las provincias a través de sus gobernadores y legisladores de distintos colores partidarios, buscando acuerdos y mejores condiciones para sus territorios provinciales, en muchos casos postergados. También se avanzó en materia judicial, teniendo los jueces mayor libertad para investigar los casos de corrupción, estando presos y procesados varios ex funcionarios del anterior Gobierno con estafas millonarias en perjuicio de todos los argentinos. Es una señal para la actual administración, que en caso de seguir por ese camino sus funcionarios podrían terminar también denunciados y enjuiciados. Respecto a la economía, se levantó el cepo al dólar, se vienen eliminando algunas retenciones para el campo, el INDEC volvió a funcionar y medir los diferentes índices, se observa una incipiente reactivación y la Argentina volvió a crecer luego de años de estancamiento económico. A decir verdad, una de las materias pendientes es la endémica inflación que corroe el bolsillo de todos, especialmente de los trabajadores y de los más pobres. Ciertamente, viene bajando respecto a los últimos años, en 2017 fue del 24,8% y para este año fue estimada en un 15%, que difícilmente se llegue a ese objetivo. ¿Cómo es posible que en otros lugares de América (Uruguay 6,77, Brasil 2,95, Chile 2,3, EE.UU. 2,2) y Europa es menor a un dígito? Esta situación va de la mano con la pobreza estructural de más del 30%, uno de cada tres argentinos es pobre, siendo un escándalo social, en un país que tiene riquezas económicas para alimentar a millones de personas… también está el desmesurado déficit fiscal que lleva a vivir de prestado: gastamos más de lo que ingresa. Estos problemas no son de ahora sino vienen de hace varios años y en el que nos cuesta encontrar la vuelta. «Nuestra política no ha estado al servicio del bien común, se ha convertido en una herramienta de lucha por el poder que sirve a intereses individuales y sectoriales (…) no ha sabido, no ha querido o no ha podido poner límites, contrapesos, equilibrios al capital y erradicar la desigualdad y la pobreza que son los flagelos más grandes del tiempo presente» (Bergoglio, 2010).

Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 15/01/2018.

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