“Hay que bajar los decibeles de tantos enfrentamientos en la Argentina”

Opinó el obispo diocesano Pedro Torres en una entrevista radial, en el marco del inicio de la cuaresma. Sobre la canonización de Mama Antula, “es un signo de Dios para que en nuestra patria fuéramos más honestos y menos corruptos”, agregó. Del encuentro de Francisco con Milei, recordó “el Papa tuvo gestos con distintas personas cuando vivió en el país”. Respecto a la carta pastoral, dijo que “necesitamos escucharnos para sanar tantas heridas”.

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Por Emilio Grande (h.).- Hace unos días, el obispo diocesano Pedro Torres difundió la carta pastoral de cuaresma a la familia diocesana de Rafaela, titulada “Volvamos a Jesús, la palabra de amor del Padre, y en él renovemos la escucha, la alegría y la esperanza” (https://www.sabado100.com.ar/el-obispo-torres-invita-a-la-escucha-durante-la-cuaresma/2024/).

En una entrevista en el programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1), también fue analizada la situación nacional en la que hay disputas entre el gobierno nacional y las provincias, en el contexto de la caída de la ley ómnibus en el Congreso de hace unos días y la reciente gira del presidente Javier Milei por Israel, Italia y el Vaticano.

-¿En qué contribuyó el gesto del Papa de “olvidarse” los agravios que hizo en campaña el candidato libertario para recibirlo y escucharlo al final de la ceremonia de canonización de Mama Antula y en la audiencia del día siguiente?

-El Papa ha tenido gestos como este varias veces con distintas personas cuando vivía en la Argentina, que habían sido muy agresivos con él. Más que una lectura política, hago una lectura evangélica que es muy acorde a la cuaresma. El Papa nos enseña con su ejemplo a recrear los vínculos, el perdón, la fraternidad; más allá de las diversidad y diferencias de pensamientos u opciones de un modo de construir la sociedad, encontrar lo que nos une no lo que nos divide, diría el papa Juan XXIII. Creo que el viaje que hizo el Presidente antes a un lugar que tiene una carga emotiva y espiritual inmensa (el Muro de los Lamentos) y también estuvo en el Santo Sepulcro, que lo preparó y lo dispuso a que viviera con tanta emoción la celebración de Mama Antula porque los gestos manifestaron una emoción intensa. Si recogemos estos casi 11 años del Papa, prestando el servicio de vicario de Cristo en Roma, vamos a descubrir que varias veces hizo gestos así. Acá se leían como si fuera de afecto político, pero fueron actitudes evangélicas, que nos muestran que cuando hay perdón se pueden redescubrir y rearmar los vínculos rotos con la agresión. San Pablo decía “todo hombre sea pronto para escuchar, tardo para hablar y remiso para la cólera”. El que se enoja pierde, hay que bajar los decibeles de tantos enfrentamientos en la Argentina y aprender a dialogar.

-Sobre la canonización de Mama Antula, ¿cuál es el significado en clave evangélica para un país que fue perdiendo los valores y las nociones más elementales de convivencia democrática en los últimos 40 años?

-Es un regalo providencial, es una mujer que entusiasma porque descalza y vestida con una sotana jesuítica buscó que los argentinos se encontraran con Cristo porque en eso consisten los ejercicios espirituales que son para ordenar la vida. En un momento de crisis, se puso al hombro lo que había quedado huérfano de los ejercicios. En la actualidad Mama Antula es un regalo que nos hace la “providencia” en un proceso de canonización que venía armándose desde 1905 y ha madurado con un hecho extraordinario del Señor con la curación de una persona en Santa Fe (Claudio Perusini). Es un signo de que el Señor nos da luces para el camino que pasa por el encuentro con él para convertirnos, para que en nuestra patria fuéramos más honestos y menos corruptos; tenemos recursos para caminar austeramente hacia una patria que haya pan y felicidad para todos. Cuidemos la esperanza porque es un regalo que Dios nos hace, lo de Mama Antula fue un signo de esperanza y ojalá que podamos contagiarla.

-La corrupción se ve en casi todos los niveles sociales, ¿cómo trabajar pasando de habitantes a ciudadanos para combatirla y eliminarla?

-En 1997, en el Sínodo de América se ve en un párrafo muy fuerte; es una de las fragilidades y vulnerabilidades de América Latina, también Pio XII lo dijo alguna vez. Nosotros tenemos poca institucionalidad y una cosa que escuchaba en mi casa cuando era niño, no hay democracia sin orden jurídico, decía la Iglesia argentina necesitamos una justicia largamente esperada. También hace falta que todos se “pongan las pilas” para ordenar la violencia porque nos hace mucho daño, el miedo de unos a otros como la inseguridad porque no ayudan a la convivencia. Más allá de que cada uno puede hacerlo, confiemos en los órdenes de la Justicia y la seguridad para ordenar la convivencia social y vivirla en fraternidad.

-En la carta pastoral mencionada, ¿por qué se hace hincapié en la “escucha”?

-En el camino diocesano de la asamblea de 2021 se habían propuesto unos objetivos. Cuando llegué a la Diócesis (20 de diciembre de 2022) invité a vivirlos en un proceso ordenadamente. Este objetivo de la escucha abierta, sin juicios ni prejuicios, desde el corazón está en sintonía con la experiencia del “sínodo de la sinodalidad”, que en el punto 16 del resumen de la primera parte se dice la palabra escuchar como síntesis de todo lo vivido. San Juan, el discípulo amado, se vincula con Jesús con la palabra y nuestro corazón debe escuchar, es lo que hacía la Virgen María, escuchaba y guardaba en el corazón. En el primer mandamiento dice “escucha Israel, amarás a tu Dios”. Necesitamos escucharnos para sanar tantas heridas como en Emaús, para aprender unos de otros y encontrar soluciones a las dificultades acuciantes en la historia y en el momento presente de nuestra patria. Revisar nuestras actitudes y promover espacios de escucha en la familia, donde muchos adolescentes no se sienten escuchados, en la sociedad, en los lugares de aprendizaje común.

-En la carta se habla de responder al hecho significativo “malestar y vulnerabilidad social”, definido en 2021, que se agravó en los últimos años por el contexto económico con jubilados que no llegan a fin de mes y la creciente inseguridad. ¿Cuáles son las pistas para las decisiones, las actividades y los eventos?

-El año pasado tuvimos un encuentro distendido del Consejo Diocesano de Pastoral en Susana, donde dijimos cuáles son las vulnerabilidades de hoy y ahí apareció esta lista. La carta no es mía sino de muchas voces que ayudaron y sintetizaron. En cada lugar de la Diócesis, donde hay una variedad cultural y laboral de experiencias, hay diversas vulnerabilidades. Una persona que está lejos de Rafaela me contó lo que le cuesta viajar, hoy sabemos la crisis que hay y no tenemos acceso a ciertos servicios por la distancia. Conversando juntos podemos ayudarnos y encontrar algunas respuestas; alguien que viaja por trabajo puede llevar a otros con él, pequeños gestos de amor y de caridad que podemos vivir si nos escuchamos unos a otros.

-Como en los últimos años, se hará el gesto de cuaresma, ¿cuáles son las urgencias más significativas en las comunidades diocesanas?

-Conversando con gente de Cáritas, este año va a ser difícil adquirir zapatillas y ropa, pero algunas comunidades no estaban recibiendo y lo están reviendo, sumado al problema de los alimentos. Cáritas Diocesana se sostiene con la ayuda de los fieles, no tenemos ningún convenio con la Nación o la Provincia para recibir bienes o alimentos como hay en otras provincias. Estar atentos a las situaciones de la mesa común con los alimentos para los más pequeños. Hubo una situación dramática en Rafaela por la muerte de una mamá y lo notable fue la solidaridad de muchos para atender el alimento de un bebé recién nacido. Cada Cáritas parroquial tendrá que ir diciendo qué necesita. En el caminar, hoy la comida y la ropa es lo básico.

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