“Estoy contento y agradecido a Dios por lo que me dio hasta ahora”

Expresó el obispo Fernández, quien el 26 de octubre cumple 75 años y ya presentó la renuncia en la Nunciatura, como establece el derecho canónico. Será el Papa quien decida si sigue un tiempo más o designa un reemplazante. Destacó la participación de la gente en la asamblea diocesana. “Salir adelante aún en las angustias y las tristezas”, testimonió en el programa «Sábado 100».

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Por Emilio Grande (h.).- Con motivo de los 60 años de la diócesis de Rafaela, recientemente se realizó la asamblea diocesana, en la que se votaron los objetivos específicos para 2021-2027, participando 335 personas presencial y virtual de los departamentos Castellanos, San Cristóbal y 9 de Julio.

“Queremos expresar este momento tan lindo de la vida de la Iglesia con la participación de representantes de todas las localidades porque es una Diócesis muy grande de extensión con más de 400 km desde Frontera hasta Gato Colorado; en tiempos de individualismo y aislamiento está mostrando el camino nuevo con el compromiso de todos para poder escucharse y consensuar”, destacó el obispo Luis Fernández durante el programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1), conducido por quien firma esta entrevista.

Los hechos significativos fueron malestar y vulnerabilidad social, búsqueda de Dios fuera de la Iglesia, vida de fe poco profunda, y la familia y la Iglesia no acompañan a las nuevas generaciones en su crecimiento humano y espiritual. “Ahora se votaron los objetivos específicos para cada uno de estos hechos, los que serán trabajados en una carta pastoral. Estamos con el Consejo Diocesano de Pastoral haciendo llegar este mensaje y se pedirá a la gente que haga una evaluación de la asamblea porque se muestra la alegría de los fieles en los decanatos”, agregó.

Uno de los objetivos específicos es “ir al encuentro de los hermanos, escuchar sin juzgar, acompañar sin cuestionar, amar sin preguntar y transmitir la alegría de la fe”. Al respecto, Fernández aclaró que “en los papeles es muy lindo, pero hay que ver cómo lo empezamos a vivir en las distintas comunidades y áreas pastorales, para que el pueblo de Dios pueda vivir esto y los otros tres objetivos específicos”.

Los restantes objetivos específicos son: renovar la pastoral de misión y acogida para reconocer y promover el encuentro con Dios en las diversas realidades humanas; cultivar la formación de los agentes de pastoral y renovar el fervor misionero para vivir la alegría del evangelio mediante la oración personal y comunitaria; y generar espacios de acompañamiento a las familias y a los jóvenes para encontrar en Jesús respuestas a sus problemas e inquietudes.

-En los 4 talleres realizados durante el año emergió que los servicios pastorales no llegan a las otras localidades del territorio diocesano. ¿Cómo revertir esta situación?
-Es algo muy difícil con una prueba y pensar que va a costar mucho. He recorrido en estos casi ocho años la Diócesis y me doy cuenta que en los pueblos los jóvenes cuando terminan la secundaria viajan a Rafaela o a otras ciudades para seguir estudiando. Esas localidades quedan muy disminuidas para tener laicos en las distintas áreas e instituciones de la Iglesia frente a la ciudad de Rafaela con más de 100.000 habitantes con 8 parroquias es más fácil.

-¿Cuáles fueron los contrastes más marcados en la heterogénea geografía diocesana?
-En todos los lugares pude observar que hay fe con presencia de Iglesia a través de sacerdotes y consagrados, pero con distintas preponderancias en cada zona: el sur es más piamontés y de las tierras trabajadas; en cambio el norte es más árido y desértico, hay una religiosidad popular muy acercada a la Virgen María y a los santos, algo que falta en el sur de la Diócesis, más al estilo del norte argentino. Desde el comienzo de la Diócesis, en 1961, fue un desafío muy grande, ¿cómo hacer para que estas dos cualidades no se contrapongan? Desde el espíritu piamontés se aporta el amor a la tierra, a la familia, al trabajo, como también desde el norte con los bailes, los cantos, la oración de la religiosidad popular, las peregrinaciones y las procesiones.

-Este 26 de octubre cumplís 75 años y según el derecho canónico debes presentar la renuncia al Papa. ¿Qué pasará con tu situación personal a partir del día 27?
-El que se acerca a la jubilación debe dejar el lugar a otro; es lindo prepararse, sabiendo cada etapa de la vida. Los papas Pablo VI (lo ordenó sacerdote en Roma el 29 de junio de 1975) y Juan Pablo II propusieron esta medida a la Iglesia y fue aceptada, a excepción del Papa que permanece en el cargo hasta la muerte, aceptándose de buena gana, eclesialmente, al estilo sinodal, de manera consensuada. Estoy contento y agradecido a Dios por lo que me dio hasta ahora y pude trabajar como diácono, sacerdote y obispo, sabiendo que llega este tiempo para hacerlo con serenidad, paz y alegría. Ahora es el Papa y la voluntad de Dios lo que van diciendo para cada obispo, que está en esta situación, porque este año somos varios los que cumplimos 75 años. Ya llevé la renuncia a la Nunciatura para ser enviada al Vaticano y ser recibida por el Papa, quien decidirá si será el momento para nombrar el nuevo obispo o si prefiere esperar un poco más, porque el perfil de cada Diócesis es estudiado con la opinión de los peritos de la Nunciatura, lo que es el ejercicio para la elección de un obispo, aceptando con mucha obediencia la decisión que tome porque es el sucesor de Pedro. Más allá de esto, las conclusiones de la asamblea diocesana tienen que tener continuidad en la Diócesis con sus proyectos y posibilidades.

-¿Qué produjo la emotiva carta de Francisco por los 60 años de la Diócesis?
-Nos alegró a todos porque es el mismo Papa que está pensando en Rafaela, que se alegra por los 60 años y esta misión sinodal con un espíritu de sinodalidad, donde hay que escuchar, poner en común, consensuar y se compromete el pueblo de Dios. Espera que este momento sea de reflexión, puesta en común, trabajar en unidad y comunión, y no olvidemos que lo principal es hacerlo en un espíritu de misericordia, diálogo y ternura.

-En caso de que Francisco acepte la renuncia, ¿qué te llevas de Rafaela y su gente? ¿Qué cosas te marcaron en estos casi 8 años?
-Estaré atento a todo lo que esté viviendo la Iglesia en ese momento; si hubiera alguna necesidad urgente acá mismo en la Diócesis, por ejemplo si queda una parroquia vacante. En este momento estamos con la partida del misionero Miguel Cerminato (de la parroquia Sagrado Corazón a la Prelatura de Deán Funes, provincia de Córdoba) y estamos justos en las parroquias. Con mucha sencillez me podría poner al servicio del próximo obispo si es que llega a necesitar o tener alguna comunidad o un pueblo que no hay posibilidad. También poder dar una mano en alguna zona donde haya mucha urgencia de presencia sacerdotal porque en Argentina hay falta de vocaciones en muchos lugares donde hay grandes necesidades. Me llevo la alegría que me llevé en todos los lugares que estuve: darme cuenta que Dios existe, aún en los problemas más grandes Dios estuvo a mi lado y me ayudó con la gente y los sacerdotes, a poder salir adelante aún en las angustias y las tristezas que a veces hay que vivir por los problemas, y la alegría de haber elegido el llamado a una vocación, que estoy muy agradecido, cuando estuve en la ciudad de Buenos Aires, en el Gran Buenos Aires donde nací (en Lomas de Zamora) y ahora acá. Estoy muy agradecido a Dios, es lo que me llevo de la gente con sus luces y sombras, como es la vida.

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