El rol del periodismo frente a los nuevos paradigmas

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1) de Rafaela.

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Por Emilio Grande (h.).- Este 7 de junio se celebra el Día del Periodista en la Argentina, en recordación de la Gazeta de Buenos Ayres, fundada por Mariano Moreno, fecha instituida en un congreso de periodistas realizado en Córdoba en 1938.

En aquel tiempo ni tampoco en el presente resulta sencillo ejercer esta profesión que es apasionante, porque demanda empeño la búsqueda de información y el chequeo de las fuentes, para así interpretar los hechos de la realidad con criterios éticos, en un contexto marcado por el cambio con los nuevos paradigmas culturales y tecnológicos con la irrupción de las redes sociales, produciéndose el fenómeno de “prosumer” (productores y consumidores de noticias).

¿Cómo decir la verdad en una sociedad cuyos intereses económicos buscan desplazar a la dignidad de la persona? ¿Cómo decir la verdad cuando los valores son pisoteados por intereses políticos y económicos? ¿Cómo decir la verdad cuando los sueldos de muchos periodistas no alcanzan para vivir dignamente y tenemos que trabajar en más de un medio de comunicación?

Si no tenemos un periodismo independiente no puede hablarse de una sociedad democrática y en este concepto se encuentra la relación más conflictiva que la actividad  periodística debe afrontar, que es la relación prensa-poder.

Por este motivo, el significado social del rol del periodista y los riesgos que el ejercicio profesional comporta fundamentan la exigencia de una ética de la responsabilidad en toda práctica profesional del periodista, que contribuirá decididamente en el servicio de la verdad y el bien común, y con un sentido crítico de la realidad.

Esta semana el presidente Alberto Fernández sigue mostrando síntomas de estar perdido en el poder al criticar a los medios de comunicación durante la pandemia-cuarentena eterna, opinando que “intoxicaron la cabeza de los argentinos”.

A decir verdad, el gobierno nacional nos encerró, siguiendo instrucciones de la OMS y la mayoría de los mass media reprodujeron todos los decretos que incluían graves restricciones, afectando las libertades individuales garantizadas en la Constitución Nacional. Esta situación generó que la mayoría de la gente no podía trabajar a excepción de las supuestas actividades esenciales, la educación vía zoom con graves retrocesos en el aprendizaje, sin prácticas deportivas que produjo sobrepeso, sin encuentros familiares perdiéndose los afectos, mientras el Presidente se nos reía en la cara con el cumpleaños de Fabiola Yañez el 14 de julio de 2020…

Si en más de una oportunidad realizamos críticas a la dirigencia por sus malas prácticas, los periodistas tenemos también que hacer una autocrítica sobre actividades oscuras y en algunos casos poco dignas de nuestra profesión.

Ciertamente, los medios de comunicación y los periodistas tenemos distintas líneas editoriales, que se pueden compartir en un todo, en parte o en nada de sus contenidos escritos y audiovisuales. Desde ya, siempre hubo, hay y habrá un conflicto casi permanente con el poder de turno. La función periodística es ser un puente entre las autoridades de los distintos niveles y la gente de a pie, por más que muchos o pocos entiendan esta noble misión de informar, opinar e  interpretar los hechos de la realidad con idoneidad profesional, respeto por el que piensa diferente y la permanente búsqueda de la verdad.

En el marco de la 56º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales del 2022, el papa Francisco señaló: “No se comunica si antes no se ha escuchado, y no se hace buen periodismo sin la capacidad de escuchar. Para ofrecer una información sólida, equilibrada y completa es necesario haber escuchado durante largo tiempo. Para contar un evento o describir una realidad en un reportaje es esencial haber sabido escuchar, dispuestos también a cambiar de idea, a modificar las propias hipótesis de partida”.

Finalmente, es bueno recordar un pensamiento del prócer Mariano Moreno: “Más vale una libertad peligrosa que una tranquila esclavitud”. En palabras de García Márquez: “La ética debe acompañar siempre al periodismo, como el zumbido de un moscardón”.

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