¿Cuál es el sentido profundo de la pascua de Resurrección?

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1) de Rafaela.

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Por Emilio Grande (h.).- En todo el mundo los cristianos celebramos la Pascua, en la que el hijo de Dios después de haber vivido la pasión y muerte (jueves y viernes santos) fue resucitado en el tercer día, tal como estaba anunciado en las escrituras, para la salvación de las personas de todos los tiempos.

El significado del triduo pascual fue el tema central de la catequesis del papa Francisco en la audiencia general de miércoles 31 de marzo último, en la víspera de los días que recuerdan la pasión, muerte y resurrección de Cristo, la cumbre de nuestra vida cristiana: “en la última cena nos pide que nos amemos unos a otros convirtiéndonos en servidores de los demás, como hizo al lavar los pies de los discípulos. El Viernes Santo estaremos como reunidos en el Calvario para conmemorar la pasión y muerte redentora de Jesucristo. En la vigilia pascual el resucitado nos da la certeza de que el bien siempre triunfa sobre el mal, que la vida siempre vence a la muerte y que nuestro fin no es descender cada vez más bajo, de tristeza en tristeza, sino elevarnos a las alturas”.

Frente a una sociedad que pareciera dar la espalda a Dios y vive este fin de semana largo casi sin cuestionarse sobre el sentido más profundo de la Semana Santa, Jesús nos ayuda a comprender el triduo pascual: pasión, muerte y resurrección.

Atrás quedaron los cuarenta días que marcaron el tiempo de Cuaresma, justamente de preparación y revisión de nuestras vidas para buscar un cambio interior sobre aquellas prácticas oscuras y en tinieblas.

Se dice con razón que la Semana Santa es la semana mayor de la cristiandad, donde el misterio del amor por la humanidad se hizo palpable, llevando Jesús a la cruz nuestras debilidades y pobrezas humanas y materiales, no solamente de hace más de dos mil años sino que es la representación diaria de nuestras locuras e incoherencias actuales.

En la oscuridad que envuelve a la creación, la Virgen María se queda sola para mantener la llama de la fe frente a la cruz del Viernes Santo, pero es al mismo tiempo la esperanza en la resurrección de Jesús.

Esta noche abramos nuestros corazones como las mujeres que fueron al sepulcro y quedaron sorprendidas ante la presencia del Angel: “No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Miren el lugar donde lo habían puesto. Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que él irá antes que ustedes a Galilea; allí lo verán, como él se lo había dicho.” (Mc. 16, 6-7).

Así, la Pascua es el paso de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz. En medio de las búsquedas, Jesús se nos revela resucitando por nosotros para llevar vida donde había muerte, para comenzar una nueva historia que había sido clausurada. A pesar de tantos signos de la cultura de la muerte en la sociedad actual, debemos seguir apostando por la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

Una vez más es un desafío ser cristianos con la esperanza en la vida eterna más allá de lo temporal y no ser cristianos por tradición, testimoniando la misericordia y una vida coherente al evangelio.

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