A 30 años de la donación del Cine Belgrano al Municipio

En 1992 se firmó un convenio por el que el Obispado de Rafaela donó en forma gratuita a la Municipalidad el 49,98% del capital social del Cine Teatro Belgrano. También se recibieron las donaciones de los accionistas Eros Porta, Roberto Lencioni y Emilio J. Grande, totalizando el 53%. Así se salvó la sala como patrimonio cultural y se evitó ser vendida.

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Por Emilio Grande (h.).- Ante la drástica situación de vender el inmueble con destino comercial o salvar la sala como valioso patrimonio cultural de la ciudad, el entonces obispo diocesano Héctor Romero decidió donar las acciones a la Municipalidad de Rafaela durante la primera intendencia de Omar Perotti.

En la oportunidad, el 8 de julio de 1992 se firmó un convenio por el que el Obispado de Rafaela donó al Municipio el 49,98% del capital social del Cine Teatro Belgrano SA, aceptando el Ejecutivo municipal la donación “ad referéndum” del Concejo Municipal, como así también las donaciones de los accionistas Eros J. Porta, Roberto Lencioni y Emilio J. Grande, totalizando el 53%.

El miércoles 8 de julio de hace 30 años se realizó una conferencia de prensa para explicar los detalles de esta transferencia, participando Perotti, Romero, los funcionarios municipales Hubo Albrecht, Ricardo Peirone, el fiscal municipal Rodolfo Zehnder (el convenio y las negociaciones estuvieron a su cargo) y Carlos Cordero, los concejales Aldo Camusso y Daniel Monay, y los directores del Cine Belgrano Roberto Lencioni, Miguel Tiraboschi y Emilio J. Grande (padre de quien firma esta crónica).

En la oportunidad, se firmó un convenio por el cual el Obispado donó a la Municipalidad 21.001.953 acciones, que constituyen el 49,98% del capital social del Cine Teatro Belgrano, transferencia gratuita condicionada a que el Municipio no podrá transferir los citados títulos, se mantendrá el objeto social del Cine Belgrano, deberá observarse la más estricta moral entre los espectadores públicos y se contemplará con justicia y equidad el personal de la empresa.

«Nuestro objetivo es salvar la sala por lo que ella significa como valor cultural de Rafaela», expresó Romero, quien recordó que la obra del Cine Belgrano se debe a la inspiración y empuje del sacerdote José A. Marozzi, que al momento de lanzar la iniciativa era cura párroco de la Iglesia San Rafael (actual Catedral), recordando que la sala fue inaugurada el 5 de febrero de 1957.

El acto inaugural del Cine Belgrano fue el 5 de febrero de 1957.

Y agregó: «Fueron casi 700 familias que financiaron la construcción del Cine Belgrano al suscribir acciones, que posibilitaron la construcción de la actual sala de real jerarquía, de las mejores del país».

El 19 de agosto de 1992, el Concejo Municipal sancionó la ordenanza Nº 2.549, por la cual se aceptaron las donaciones de acciones del Cine Teatro Belgrano SA. El 7 de enero de 2007, el Concejo Municipal sanciona la ordenanza Nº 4.003 por la que se creó el Cine Teatro Municipal “Manuel Belgrano”, con carácter de persona jurídica pública estatal.

Momentos cruciales

Al respecto, Emilio J. Grande, quien fuera presidente del directorio en aquel difícil momento institucional, recordó que “motivó el traspaso la crisis económica originada con la novedad de la televisión por cable y otros factores como las películas que se reproducían en videograbadoras, consecuencia de la cual cerraron en el país más de 500 salas (200 en Capital Federal y Gran Buenos Aires), quedando en pie en esta ciudad únicamente el Belgrano. Se vivieron momentos cruciales, creciendo el pasivo de la empresa como con levadura, originando manotazos de ahogado como fue, por ejemplo, la venta de 200 butacas al Teatro Lasserre. También se desestimó la venta del inmueble y un ofrecimiento para comprar la sala para instalar una confitería bailable, algo inaceptable porque desvirtuaría la loable iniciativa del padre Marozzi, de construir un cine para moralizar la cultura”.

El agua había llegado al cuello y ante la inminencia de la quiebra de la empresa, “decidí comentarle al entonces obispo Héctor Gabino Romero que para salvar la sala del Belgrano una alternativa podría ser la donación de las acciones del Obispado de Rafaela y de decenas de particulares a la Municipalidad”.

“Al escucharme, el siempre amable semblante de Romero, cambió bruscamente a muy adusto, con esta reflexión: «no podemos decepcionar a los accionistas, regalando sus pertenencias y la posibilidad de volver a cobrar dividendos si en el futuro la empresa volviera a ser rentable»”.

“No fue nada fácil rebatir tal argumento. Después de muchas reuniones del directorio y varias charlas mano a mano por fin Romero accedió a convocar una reunión especial a la Comisión Económica del Obispado, para cambiar ideas y asumir responsabilidades. Explicada la situación, esta Comisión dio el aval para que se iniciaran las tratativas del traspaso al Municipio. Ante tantos argumentos irrebatibles, el intendente Perotti aceptó la donación, pero con la condición sine qua non que las acciones a recibir superaran el 50%, situación que se resolvió rápidamente con la donación de tres accionistas”.

Misión cumplida: el acervo cultura de la ciudad de Rafaela pudo mantener como patrimonio público una de las salas más amplias y bellas del interior del país.

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