Después de la muerte de Ben Laden
Es evidente que los sembradores del terror intentan modificar nuestro comportamiento, injertarnos miedo en el cuerpo y división en la sociedad, lo que también hace más preciso promover los derechos de los demás, que uno reclama para sí. Todos tenemos el derecho a existir y a crear mundos humanos. Las religiones tienen el privilegio de las masas, la llave para derribar los muros que nos separan. Comiencen ya con el amor que predican. A nadie le conviene que el amor no exista.
Por Víctor Corcoba Herrero (Granada)