«Tomar de modelos a enfermeras y médicos como objetores de conciencia porque no quieren ser parte de máquinas de muerte»

Expresó el obispo de la diócesis de Rafaela Luis Fernández durante el tedeum del 9 de Julio en la Catedral San Rafael, ante la presencia de autoridades nacionales, provinciales y locales. A continuación se transcribe la homilía completa: Glorifiquemos a Dios, en este nuevo aniversario de la Independencia de nuestra Patria, con memoria agradecida, volvemos la mirada a Dios, como hicieron aquellas mujeres y hombres reunidos en Tucumán, que en una mañana como la de hoy de 1816, antes de las deliberaciones, quisieron caminar hasta la Catedral de Tucumán, para que el Trascendente y Omnipotente los «acompañase y guiara» en la determinación de constituir una nueva Nación. Tiempos aquellos que no eran fáciles tampoco, cuando de lo que se trataba fundamentalmente, era el ponerse de acuerdo, las distintas provincias del sur de américa para «liberarse» del único poder en las manos del Rey Fernando VII. Recurrieron a Dios, para buscar lo que se le hace difícil al hombre, como es la unidad y fraternidad con la finalidad de formar un solo Pueblo, aunar ideales, proyectos y voluntades, donde no alcanzó el 25 de mayo de 1810, ni los nuevos signos Patrios que iban apareciendo, porque de lo que ahora se trataba era de unir corazones, que supiesen dejar de lado ambiciones, localismos institucionales, sean militares, políticos o religiosos porque solo la unidad y el consenso garantizaban la posibilidad de la creación de una nueva forma de Gobierno, de una nueva Nación, superadora de luchas y divisiones internas. Ayer como hoy desde la fe cristiana religiosa, deseamos aportar lo que Cristo nos enseñó, que para el hombre, «existir es convivir», somos esencialmente «seres sociales», el individualismo constituye una falta moral que hiere la profundidad del ser humano. El sabernos en «comunión», es lo más parecido a Dios, y hemos sido creados a su imagen. De aquí nace lo que cada mujer y hombre pueden aportar al bien común, es la riqueza que lleva adentro cada persona, no para esconderla o guardarla en un enfermizo , sino para donarla, entregarla compatiéndola y pueda así ser recibida por los demás. Por eso que grandeza sentirnos parte, vinculados a la comunidad de la Nación, con el propósito de convivir, con libertad lúcida y firme, los máximos bienes del hombre, su libertad, creando vínculos y dándose con entrega generosa a los demás, son el patrimonio más grande de un País. Cuanto bien nos hace mirar la Patria como posibilidad de verdad, de bien, de belleza y de libertad; por la sabiduría, la justicia y el amor que la conforman el ser y el obrar de un pueblo. Hoy pedimos como Nación, por esa primera comunidad humana que es la familia, ya que en ella se experimentan las relaciones fundamentales, con que se entreteje la vida verdadera, allí aprendemos la , la «filiación y la fraternidad», sentirnos contenidos y amados, el esfuerzo del estudio y del trabajo, el rezar, la alegría y el dolor y hasta el perdón y la reconciliación. Por eso es prototipo real de la «cultura del encuentro y la vida». Qué bueno cuando las ciudades se convierten como nuestro lugar en el mundo, posibilidad de vivienda, de estudio y trabajo, de salud y servicios, que contienen y cuidan, que dan participación y se expresa la cultura en el deporte, en la solidaridad, en el teatro y la misma política busca con diligencia antes que nada el bien de las personas, dialogando con las asociaciones. Donde todos los que formamos la sociedad nos sentimos responsables aportando todos, nuestro granito de arena para que entre todos los miembros de la sociedad sigamos construyendo la Nación que anhelamos, reconociendo, que una comunidad, una Nación, en efecto se construye a través de este tejido de reciprocas comunicaciones entre los miembros de la misma, lo cual constituye el bien común, en su sentido más profundo, propio y cabal. (Iglesia y Comunidad Nacional 91 CEA). Estos días Patrios, nos invitan una vez más a recordar que somos artífices, de algún modo todos nos debemos sentir «creadores» de nuestro propio destino, y que desde los comienzos de nuestra historia, hemos optado para que todos, puedan venir a habitar estas tierras sin discriminaciones, y nuestros abuelos y antepasados lo experimentaron al llegar a las tierras del nuevo continente, donde tenían posibilidades iguales ante el futuro. La Iglesia ha rechazado y sigue rechazando todo intento de dominación o hegemonía cultural, política, económica o militar de unas Naciones sobre otras. Sea cual fuere el modo como dicha dominación se ejerza, tiene siempre por resultado impedir, en mayor o en menor grado, que los pueblos sometidos se desarrollen, crezcan y maduren según su propio ethos y decisión. Cuanto le queremos pedir hoy a Dios, para que en nuestra Patria, ayudemos todos a liberar a las mujeres y hombres de la servidumbre de la ignorancia, para que nuestras escuelas, talleres y los distintos medios de enseñanza garanticen que todos puedan tener para su vida los elementos necesarios para responder desde sus cualidades desarrolladas, una digna existencia en el mundo actual. Esto será posible, alentando la vocación docente de nuestros educadores, estimulando a los padres a desechar toda desidia o negligencia frente a la educación de sus hijos; facilitando el acceso al aula a la creatividad en proyectos educativos, en no dejar de asombrarse y tomar como modelos de mujeres y hombres como es hoy el de muchas enfermeras y médicos como , porque no quieren ser parte de máquinas de muerte. Por último rogamos para que el respeto, el amor por la vida, nos llene de nuevas esperanzas y nos ayude a recuperar la alegría y fraternidad entre todos los argentinos, para no caer en la tentación del aislamiento, de los fanatismos que encierran y no son capaces de dialogar y convivir con todos, sino que se tratan de imponer por la fuerza discriminando; para no caer en el desaliento de la crítica despiadada que no propone alternativas. Para que miremos la realidad argentina como un «poliedro», donde cada persona tenga derecho a la vida y pueda reflejar, lo que puede aportar, y cuidándonos entre todos sigamos forjando una Patria Libre, Soberana y de hermanos. Amén.

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