Sí, Rolando, pasaron 50 años

Este año se cumplen cincuenta años de la primera emisión de la telenovela “Rolando Rivas, taxista”. El paso del tiempo y 76 capítulos la convirtieron en la propuesta icónica de una generación. Claudio García Satur, Soledad Silveyra y Nora Cárpena le dieron vida. El taxista terminó con Natalia, pero su gran amor siempre será Mónica.

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Por Edgardo Peretti.- Me lo imagino a Alberto Migré sentado en el taxi de Rolando Rivas, en una de esas apariciones que el autor gustaba aportar para estrellas invitadas, y que sólo reservó para él una vez, con la cámara de frente, el chofer fumando y la voz de su creador diciéndolo:
– Vamos donde el destino nos lleve. La eternidad nos espera.
(La escena va al corte con Carlos Paiva cantando “Taxi mío”).

Una historia de amor

La trama de la novela, que se emitió por Canal 13 de Bs. As. por primera vez el 7 de marzo de 1972 (martes 22 hs.) era tan simple como compleja: la relación entre un taxista de casi 30 años llamado Rolando Rivas (Claudio
García Satur) y una adolescente de 17, Mónica Helguera Paz (Soledad Silveyra), millonaria y caprichosa.
El autor, Alberto Migré, logró introducir en el guión aspectos y matices sociales que hasta entonces se ignoraba en este tipo de productos; aportó cuestiones y situaciones cotidianas que le reportaron el éxito de toda una sociedad. El primer año del producto (38 episodios) fue mostrando las desventuras de la pareja central, con una impresionante cantidad de personajes y hechos.
Al final, se casan y todo parece feliz, pero en la siguiente temporada (1973, otros 38 capítulos), Mónica se va y aparece en la vida del taxista Natalia (Nora Cárpena), con un pibe que dice ser su sobrino, Quique (Marcelo Marcote), pero era su hijo, quien se muda enfrente, en la casa que alguna vez habitó Teresa (Mabel Landó) la eterna novia de Rivas, que un día se cansó de esperar y se fue para siempre.
La telenovela detenía el país. Sus personajes eran famosos, sus andanzas comentadas y sus temas musicales éxitos en todos los ranking y los taxistas eran todos “Rolos”.
El 27 de diciembre de 1973 se emitió el último capítulo. Rolando y Natalia, más Quique, fueron felices pero todos sabemos que el amor del “tachero” era Mónica. (Migré supo dejar la historia abierta).

Datos técnicos

“Rolando Rivas, taxista” se emitió entre 1972 y 1973 por Canal 13 de Bs. As, en un total de 76 episodios. Obviamente, en blanco y negro.
El libreto y la historia era de Alberto Migré, la Dirección de Roberto Denis y el tema principal fue “Taxi mío”, interpretado por Carlos Paiva, aunque el mayor éxito fue la canción “Vivir enamorado” de Juan Marcelo.
Tuvo una versión cinematográfica en 1974 y una mancha negra: en 1979 se reeditó para la TV pero la censura le quitó todas las referencias política y la mayoría de las escenas (apasionadas, por cierto) de amor entre la pareja estelar. Obvio: un fracaso rotundo de audiencia.
Migré tenía por costumbre incorporar la actuación circunstancial de invitados especiales; algunos pasajeros del taxi y otros de visita a la casa de los Rivas en el barrio de Boedo. Aquí, el más famoso fue Aníbal Troilo, que interpretó un tema con bandoneón a pleno ante el elenco. La prueba de ello está hoy vigente en las redes.
Los modelos de taxi también incorporaron algo nuevo: las grandes fábricas querían que el taxista más popular de Argentina manejase sus vehículos. Así, Satur comenzó con un Siam di Tella, siguió con un Ford Falcon y terminó con un Peugeot 404 gasolero. El primero se utilizó en una escena de la premiada película nacional “El secreto de sus ojos”.
Los actores principales fueron Claudio García Satur, Soledad Silveyra y Nora Cárpena, pero el listado de co-protagonistas es extenso, considerando que fueron sólo dos años de aire: Mecha Ortiz, Santiago Gómez Cou, Marcelo Marcote, Mabel Landó, Antuco Telesca, M. Elena Sagrera, Pablo Codevilla, Leonor Benedetto, Dorys del Valle, Graciela Duffau, Luis Politi, Miriam Antelo, Lalo Hartich, Beba Bidart, Arnaldo André, Guillermo Rico, Darwin Sánchez, Víctor Hugo Vieyra, Carlos Artigas, Eva Dongé, Jorge Barreiro, Claudia Cárpena, Blanca Lagrotta, Martha González, Laura Bove, Juan José Camero, Guido Gorgatti, Eloisa Cañizares, Dora Ferreiro, Néstor Hugo Rivas…”y todo Buenos Aires”, como decían los títulos del programa.
Relatos de Julio César Barton, cabe agregar.

Último capítulo

Me lo imagino a Alberto Migré sentado en el taxi de Rolando Rivas, en una de esas apariciones que el autor gustaba aportar para estrellas invitadas, y que solo reservó para él una vez, con la cámara de frente, el chofer fumando y la voz de su creador diciendo:
– Lo siento mucho Rolando, no podrás ser feliz con Mónica…
(La escena va al corte con la voz de Juan Marcelo cantando “Vivir enamorado”) 

¿Fin? Nunca!  

Si no la veías, no existías

Entre la tumultuosa juventud de los setenta, la novela “Rolando Rivas” (así, a secas, se mencionaba) suponía todo un justificativo de relación social, al menos del inicio. El programa se emitía por Canal 13 de Santa Fe los lunes a las 10 de la noche, pero con dos semanas de atraso respecto a su emisión original en la Capital.
Pero esto sólo lo sabían los que tenían parientes o si sus madres leían “Radiolandia” o “Vosotras”. Los que cursábamos escuela matutina teníamos que quedarnos despiertos para ver la tira (en realidad aún no se llamaba así) porque si llegabas a la mañana y no estabas al tanto de las últimas horas de Rolando y Mónica, eras un paria. No te hablaba ni el portero, que ese día dejaba de referirse a River para seguir en el tema. Las chicas suspiraban con el estilo canchero de García Satur y los varones envidiábamos sus revolcadas por todas las plazas de Baires y alrededores.
Lo curioso es que el cimbronazo social también fue notorio. En las peluquerías, en el almacén, en la carnicería y hasta en el juego de cartas (loba, con enganche), el tema era uno sólo: la novela.
Recordamos a la distancia que la querida tía Chocha decía que “la mocosa se enamora del tipo para darle bronca al padre”, en tanto la tía Francisca (numeraria de la parroquia) postulaba la censura por afrentas al pudor y mamá – siempre preventiva- afirmaba que “la cursienta (SIC) se merecía una buena tunda”. Lejos de estos eufemismos, la nona sostenía que la pareja terminaría junta y que el amor no importaba, que “eso viene con el tiempo”. Paradójico: se equivocó en lo primero y acertó en lo segundo. Medio siglo después, ese amor es leyenda.

Fuente: https://diariolaopinion.com.ar/

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