«San Cayetano ilumine a los senadores para que la vida pueda ser acompañada»

Por Emilio Grande (h.).- Nuevamente, la fiesta de San Cayetano resultó con una convocatoria masiva en el templo de nuestra ciudad ubicado en el barrio Amancay, congregando a cientos de fieles para pedir y agradecer por pan y trabajo en un contexto de creciente incertidumbre socioeconómica, como así también por los graves problemas que atraviesa la Argentina, especialmente con el innecesario proyecto que se vota hoy en la Cámara de Senadores sobre la legalización del aborto. En la oportunidad, fueron rezadas cinco misas durante la jornada, siendo la ceremonia central a las 17:30 con la procesión alrededor de la plaza de la Bandera y luego la misa presidida por el obispo diocesano Luis Fernández. En materia gastronómica se vendió todo lo que habían preparado: 150 pollos, 800 docenas de pastelitos y tortas fritas en la que se utilizaron 75 kg de harina, sumado a la santería. Lo recaudado será destinado a las necesidades de la parroquia, según lo decida la comisión económica y el consejo parroquial. «Me parece que hubo más gente que otros años», confió la colaboradora Mirta Villanis a este cronista de LA OPINION. ¿Quién fue San Cayetano? Contemporáneo de Martín Lutero, Cayetano (1480-1547) ansiaba la reforma de la Iglesia. La vida del clero era una preocupación de Cayetano, por eso fundó una congregación de sacerdotes con el fin de atender a los más pobres y enfermos, y tener una vida fiel al evangelio. Además de fundar hospitales y lugares de atención de los pobres, fundó un banco con el objetivo de prestar dinero a los trabajadores sin especulaciones ni intereses usureros. Sus reliquias se encuentran en la iglesia de Santo Paolo, en Nápoles. «A los pies del santo del pan y del trabajo nos hemos congregado como pueblo de Dios para dar gracias y pedir por tantas necesidades que tenemos a lo largo de la vida. Necesidades que algunas se van solucionando con la constancia y el esfuerzo, y sobre todo con la esperanza, como nos decía recién la palabra de Dios, que nunca queremos perder, porque sabemos que nos iría peor, al no confiar, como nos enseña san Cayetano, en la misericordia del amor de Dios, que a lo largo de la vida no te abandona, fundamentalmente en el pan para tus hijos y en la solidaridad que encontrás en la familia y en los hermanos», expresó Fernández en la homilía. Y agregó: «llegar hoy a visitar en su día al santo, nos ayuda a seguir o a volver siempre al buen camino, a no desviarnos, para no caer en la angustia, en la desesperanza, o en la violencia de la corrupción. Su mirada tierna nos anima, y con el Niño en los brazos nos ayuda a creer en la vida». Al respecto, se refirió especialmente al proyecto del aborto: «Esto que te pedía esta mañana en Buenos Aires el cardenal Poli (ver aparte), pedir para que Dios ilumine mañana (por hoy) a quienes tienen que decidir una ley que acompañe o por el contrario perjudique a la Nación. Vamos a pedir para que mirando a san Cayetano ilumine a los legisladores para que la vida pueda ser siempre acompañada, la vida de la mujer en el embarazo y sobre todo las que pasan a veces dificultades, angustias o momentos duros de tener hasta que decidir el futuro, que puedan optar siempre por las dos vidas; la de ella con todo el derecho que tiene la mujer, pero también la de una criatura que no puede decir que ella también quiere vivir». Y continuó: «queremos seguir luchando por el pan ganado honestamente, con el sacrificio de cada día, a veces sin pegar los ojos por hacer turnos (de trabajo), y luego estar para que los hijos se sientan amados y protegidos. Le volvemos a pedir a san Cayetano la dignidad de un trabajo, que interceda por nosotros para no tener que mendigar o vivir de los demás, gustando la misericordia de Dios». Más adelante, el obispo diocesano dijo que «cómo no mirar un instante hacia el pasado y agradecer a Dios y al santo por lo que aprendimos de los abuelos, que llegaron a estas tierras ‘con una pala y un rastrillo’, pero con el corazón lleno de futuro, pensando en hacer de estas tierras inhóspitas y desoladas, un lugar nuevo y lleno de vida». «¡A no desfallecer! (continuó) ser constantes y perseverantes, nos decía el Salmo, que nuestro corazón esté firme, que no temamos las malas noticias; confiemos en san Cayetano, en el amor de la familia, en la solidaridad del pueblo y en la honradez de las personas. Ayudemos a los más necesitados, a los pobres, a los enfermos, a los ancianos y a los niños». En el tramo final de su sermón, señaló que «viviendo con humildad y alegría estamos acumulando un ‘tesoro en el cielo, que permanecerá para siempre, donde no se acerca el ladrón, ni la polilla destruye’. Hermanos, allí donde tengamos nuestro tesoro, tenemos nuestro corazón. Aquí junto al santo está el corazón de ustedes, porque desean vivir en paz y en familia, amando y cuidando la vida, trabajando con dignidad y esfuerzo para seguir entre todos construyendo un mundo mejor, un país de justicia y paz para todos… viva san Cayetano», ante un fuerte aplauso de los presentes. Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 8 de agosto de 2018.

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