Reflexiones sobre el andén (II)

En política existen “buenas políticas” que se deben continuar y perfeccionar; también hay “malas políticas” que se deben cambiar. Pero nunca “anti política”. Ya conocimos esos regímenes.

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Por Ricardo Miguel Fessia.- Hemos vivido estas últimas semanas, en verdad meses, con la cuestión electoral. Todo se hace desde el Gobierno pensando en ello y lo mismo desde la oposición.

Unos días atrás nos preguntábamos sobre qué hemos hechos los ciudadanos de a pie para padecer semejante oprobio de una campaña sin una sola propuesta sostenida. Solo frases sueltas: quienes desde hace cuatro años lanzando proposiciones maravillosas entre las que se cuenta la de revertir en desastre al que nos tienen sometidos y sometidas; desde la oposición, en particular este último mes, solo vocinglería y diatribas.

En política existen “buenas políticas” que se deben continuar y perfeccionar; también hay “malas políticas” que se deben cambiar. Pero nunca “anti política”. Ya conocimos esos regímenes.

Una de las fuerzas políticas más importante es el “peronismo” que nació en aquel histórico 17 de octubre con un verdadero reclamo popular cuando las masas se movilizaron para pedir por la libertad de un relegado coronel que, en un golpe dentro del golpe, había sido depuesto del cargo al que ilegítimamente había llegado. Actor principal fue Cipriano Reyes que desde Ensenada convocó a la gente hacia la plaza de Mayo. Lo demás ya es harto sabido, incluso el atentado que sufrió Reyes una mañana al salir de su casa que le costó meses de hospital y la muerte del chofer del taxi Ignacio Fontán. Luego al sindicalista de la carne y titular del Partido Laborista le llegaron los años en las mazmorras pettinatianas.

Pero enancados en las celebraciones de los 40 años de democracia, solo debemos echar la mirada en este tiempo.

Observamos que en estas cuatro décadas el gran “movimiento nacional y popular”, como gustábale decir al leader, nunca simpatizó, en los hechos, con las alternativas de las reglas de juego de la democracia.

Ese apotegma de que “el pueblo siempre tiene razón” lanzado en los cincuenta, tiene un asterisco que a veces se pasa por alto. En el pie de página, la referencia del asterisco dice: “cuando nos vota a nosotros”.

Pasemos revista. Para el histórico 30 de octubre del 83 y desde la previa, había una definición de quien supo contar con la mayoría de los sufragios; Alfonsín es un gorilón, algo que forma parte de la esencia del peronismo y que se repite sin saber mucho lo que significa. Luego, los más pensantes y para un grupo más reducido abundaban el que “es el agente del Consenso de Washington”. No fue discurso, operaron en consecuencia, prueba de ellos son los 14 paros generales.  

Pasaron los años, padecimos el accionar de la perfecta máquina de destruir el Estado -en versión riojana- en la “década infame” y llegó Fernando de la Rúa al que motejaron como un “neoliberal instrumento del FMI”. Todo concluyó en el 2015 con ese estribillo de “Macri basura, vos sos la dictadura”.

Con emoción recordamos el regreso del General en 1972 donde las masas nuevamente se volcaron a las calles para darle la bienvenida. Un tiempito después, en marzo del 73 llegará la primavera de Cámpora para desembocar en las elecciones de septiembre donde el 62,2 % de los votantes optaron por la fórmula “Perón – Perón”; una muestra evidente de ser un adelantado en los temas de género y en paridad. Nada que ver con el nepotismo con el que se lo atacó desde la derecha vernácula. A poco de ellos y para poner las cosas en orden el General ordenó a su hombre de mayor confianza, el ex agente de la policía federal, José López Rega constituir un grupo para dejar en claro la doctrina y el liderazgo. Nacía la famosa “Triple A” o Alianza Anticomunista Argentina, con la valiosa gestión de un veterano de guerra, el croata Milo Bogetich, el de lentes oscuros en la famosa foto al pie del avión en un día lluvioso, que llegó en ese vuelo triunfal en el círculo más allegado del General. La represión fue absolutamente despiadada y se registran más de mil acciones de ese temerario grupo con elementos de torturas despiadados, entre ellos una picana eléctrica en una caja de una camioneta carrozada para ir picaneando en el camino. Poco había pasado y se debía seguir ordenando los desbordes y para ello, el 5 de febrero de 1975, Isabel Perón firma el primer decreto -261/75- “de aniquilar el accionar…”, dando inicio a la feroz represión, pero solamente localizada en la provincia de Tucumán conocida como “Operativo Independencia”. Ello es continuado por el siguiente decreto de igual tenor, pero ahora con la rúbrica de Italo Argentino Luder al día siguiente del asalto al Cuartel de Monte de Formosa donde se extiende el aniquilamiento a todo el país.

Pero volvamos al 83. El justicialismo en pleno, con todos sus estamentos en pleno, se pronunció por la amnistía -la autoamnistía- y llevó de candidato a presidente a quien firmara el decreto de aniquilamiento: el rafaelino Luder. A pocas horas de asumir, Alfonsín creo por decreto la CONADEP. Echó manos a la herramienta del decreto ya que el peronismo había anunciado que no la votaba en el Congreso.

En la década infame y con el mejor presidente de la historia del país en opinión plenamente totalmente coincidente de Néstor C Kirchner -está el video y se puede busca el Google- y el presidente electo Milei, junto a una modernización pusieron en marcha un plan de ajuste que destruyó una incipiente industrialización y las economías regionales y para un fin de año, suscribieron los decretos de indulto a las Juntas militares, que había sido juzgadas con todas las garantías y condenadas y a los integrantes de las agrupaciones armada insurgentes que cometieron todo tipo de atentados y homicidios.

En los primeros años de este siglo quisieron reescribir el prólogo del “Nunca Más” -que rechazaron integrar- y falseando la historia con un relato falaz, quisieron igualar la bajada de un cuadro, con el Juicio a las Juntas.

Se podría seguir con muchos más hechos,  

Mas resulta que los hoy alertan, que la democracia peligra fueron los que la socavaron: con paros y protestas, cuando no eran ellos los que gobernaban. Erosionaron la política, reduciendo el poder del Congreso: gobernando por decretos. Como día mi tía, “quemaron la casa y después que quejaron del olor a humo”.

Avanzaron sobre el Poder Judicial, y cambiando la estructura del Consejo de la Magistratura y presionando con grupos paraestatales a los jueces. Grupos de los servicios de Inteligencia; primero a cargo de Jaime Stiusso y un grupo de desorejados, luego con el acusado por la desaparición del soldado Ledo, general Milani, y en estos días con el diputado y hombre de los servicios, R. Tahilade y su operador Ariel Zanchetta.

Este grupo, o variedad de grupos y grupejos que llegado el momento van todos detrás del Ministro de Economía -así sea S. Massa que los repudió y prometió “meterlos preso”- hoy, después de horadar constantemente la democracia, nos dice sin ruborizarse que “la democracia está en peligro”.

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