Otra guerra que profundiza la espiral de la violencia

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1) de Rafaela. El problema es complejo de resolución en materia de negociaciones diplomáticas entre los principales actores involucrados: judíos y palestinos, que tienen en común a un mismo Dios, el único que puede ayudarnos a detener esta locura de otra guerra en el lugar.

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Por Emilio Grande (h.).- Lamentablemente, el grupo palestino Hamás atacó en forma sorpresiva el sur de Israel desde Gaza el 7 de octubre pasado, matando a 1.400 personas en el día más mortífero en la historia de Israel.

El ataque desencadenó otra guerra entre Israel y Hamás, que ha provocado el bombardeo israelí más intenso de Gaza en 75 años de conflicto, con miles de palestinos han muerto, entre ellos niños inocentes, y cientos de miles han tenido que escapar de sus casas, de acuerdo las autoridades sanitarias de Gaza.

Para entender un poco más esta grave situación, el sábado último entrevistamos en este programa radial al doctor rafaelino Rodolfo Zehnder, especialista en política internacional e integrante del CARI, analizando las causas del conflicto.

Al respecto, expresó que “toda la comunidad internacional atribuye dos elementos: la falta de concreción de un Estado Palestino, otorgando un territorio propio, y, por otro lado, el derecho de defensa que tiene Israel, donde el conflicto está dado porque la mayor parte del mundo árabe aún no ha reconocido formalmente la existencia del Estado de Israel, en particular de Irán. Estamos en una situación de suma cero porque todos pierden: el grupo terrorista Hamás pierde militarmente, pero la mayor víctima está dada por la población civil tanto de Israel como en mayor medida del pueblo palestino”.

Por este motivo, el objetivo de Hamás es conquistar gran parte del territorio entre el mar Mediterráneo y el río Jordán, que incluye el Estado de Israel, así como las tierras ocupadas de Cisjordania y la franja de Gaza. Se niega a reconocer a Israel y se opuso violentamente a los acuerdos de paz de Oslo negociados por Israel y la Organización de Liberación de Palestina (OLP) a mediados de los años 90.

Distintos actores internacionales vienen bregando para acallar los misiles y las bombas en ámbitos de diálogo, pero hasta ahora no se logró ese objetivo. En este sentido, el papa Francisco expresó hace unos días a los participantes del Concilio de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén en Roma: “Lamentablemente, somos testigos de una tragedia que tiene lugar precisamente en los lugares donde vivió el Señor, donde nos enseñó, a través de su humanidad, a amar, perdonar, hacer el bien a todos. Y, en cambio, los vemos desgarrados por un sufrimiento terrible que afecta sobre todo a tantas personas inocentes, a tantas personas inocentes que mueren». 

No es la primera vez que hay derramamiento de sangre en estos santos lugares, sino que se trata de enfrentamientos que vienen de hace varios siglos. En este contexto, el 1 de abril de 2002, sentado en un sillón en la plaza de San Pedro, frente a 100.000 personas, el entonces papa Juan Pablo II lanzó un dramático mensaje de Pascua sobre la situación en Tierra Santa al afirmar que «parece que se hubiera declarado la guerra a la paz. La guerra no resuelve nada; acarrea solamente mayor sufrimiento y muerte».

En los últimos años se vienen produciendo algunos conflictos irresueltos entre fanáticos palestinos (especialmente el grupo terrorista Hamás) y judíos (el ejército israelí se defiende de los ataques para cuidar a la población vulnerable) de larga data como en cualquier convivencia humana. Al respecto, el doctor rafaelino Daniel Kurganoff, radicado en Israel hace más de 20 años, durante una entrevista radial (19 de octubre de 2023) en este programa opinó que “la verdad que no confío en el Gobierno, Netanyahu tiene causas judiciales pendientes, no da un paso al costado y llevó al país a una crisis enorme, donde provocó también una grieta entre los que están a favor y en contra. El ataque nos agarró desprevenidos por los problemas sociales internos”.

Finalmente, el problema es complejo de resolución en materia de negociaciones diplomáticas entre los principales actores involucrados: judíos y palestinos, que tienen en común a un mismo Dios, el Señor de la historia, el único que puede ayudarnos a detener esta locura de otra guerra en el lugar, que se suma a lo que ocurre con la invasión de Rusia en Ucrania, y en otros lugares conflictivos en el mundo.

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