¡Nos salvamos en bondi!

A días de las elecciones, sabemos que estamos ante un final de ciclo: este plan económico está terminado y con él la demagogia que se utilizó al pergeñarlo. Hoy tenemos una nueva oportunidad.

Compartir:

Por Guillermo Briggiler.- Los últimos años hemos vivido inmersos en un plan económico del cual sabíamos sus consecuencias, las consideráramos dañina a los intereses del pueblo argentino, aunque entendíamos que estaba pergeñado de esa manera. Dicho programa económico siempre consistió en el otorgamiento de nuevos pseudos derechos a la población, IFE, aumento de jubilaciones y pensiones vía decretos, bonos a empleados estatales y privados, devolución de impuestos a algunos sectores, etc.. A este esquema se sumaron intromisiones en la legislación y normativas como, la ley de alquileres, los alargamientos de cepos cambiarios, restricciones a las importaciones, cobro de derechos de exportación, entre otros. Estas erogaciones por parte del Estado nacional, al no tener fuentes de financiamiento genuino, ya que lo que se recauda de impuestos se gasta en su totalidad y no tener acceso a endeudamiento externo, se financiaron íntegramente con emisión monetaria. En un principio negaron que la emisión generara inflación y luego trataron de evitar que se espiralice, cosa que al final ocurrió, llegando a los dos dígitos ¡mensuales!
La principal medida utilizada para evitar que el aumento de los precios termine rápidamente en una hiper, consistió en absorber el circulante vertido en el mercado. Repasemos la dinámica del plan de gobierno de los últimos 4 años que consistió en lo siguiente, se otorgan nuevos derechos a la población, se emite dinero para pagar dichas prestaciones, se ofrece a la misma dejarla en depósitos a plazo fijo, para lo que sucesivamente se aumenta la tasa de interés para conseguir que no se vaya al consumo generando inflación y se compensa a los bancos ofreciendo colocar los encajes bancarios (antes sin remunerar) a una tasa de interés similar a la pagada por depósitos. Para conseguir esto se le solicitó a las entidades financieras que presten a una tasa inferior a la de mercado para acceder al beneficio, lo que multiplica la cantidad de dinero circulante, echando más leña al fuego inflacionario.
Existe además un inconveniente adicional a la suba de precios. Al emitir moneda permanentemente, esta se vuelve abundante y pierde valor. Por eso se va destruyendo el ahorro de las personas, así de simple. Ahorro que proviene tanto de las personas acaudaladas como de los que se esfuerzan para que les vaya bien, un productor, un empresario pyme, un comerciante o un trabajador más.
El problema es que ese plan afecta el ahorro de las personas acaudaladas como de los jubilados e incluso de planes sociales, que no retiran la totalidad de su prestación, dejando parte en las entidades financieras. Al destruir el ahorro se destruye el motor de crecimiento de un país. Esto porque el ahorro promueve el crecimiento económico al proporcionar los recursos necesarios para la inversión. Cuando las personas ahorran, están posponiendo el consumo inmediato en favor de futuras oportunidades.
Los bancos y otras instituciones financieras utilizan estos ahorros para otorgar préstamos a individuos y empresas que desean invertir en proyectos productivos, como la expansión de negocios, la adquisición de maquinaria o el desarrollo de nuevas tecnologías. Esta inversión, a su vez, crea empleo, impulsa la productividad y estimula la innovación, lo que a largo plazo conduce a un crecimiento económico sostenible. Además, el ahorro también proporciona una red de seguridad financiera para las personas y las familias, permitiéndoles enfrentar imprevistos y planificar para el futuro. Al destruir el ahorro se destruye el motor del crecimiento que canaliza recursos hacia sectores que generan valor y se atenta contra el desarrollo económico a largo plazo.
Actualmente nos encontramos ante un final de ciclo, a días de las elecciones, sabemos que este plan económico está terminado y con él la demagogia que se utilizó al pergeñarlo. Ahora debemos tener en cuenta que ningún argentino se salvará solo, debemos superar las grietas y crecer en empatía. En dejarnos afectar verdaderamente por la realidad del otro. Somos un país federal, debemos reconocemos iguales y dignos.
En los últimos tiempos hemos vivido una lucha egoísta por el poder, donde pudimos observar como unos pocos trataron de salvarse a sí mismos a bordo de un yate. Antes que eso vivimos batallas más violentas, con armas, pero las recientes no son menos dañinas. Hoy tenemos una nueva oportunidad, ayudarnos unos a otros, planeando una economía con base científica y acciones que acompañen a aquellos que necesiten acompañamiento para producir, comerciar y crecer, teniendo que ofrecer al prójimo. De esta forma, sin excluir a nadie, acompañando a quien lo necesite, construyendo vínculos entre nosotros y potenciando nuestra identidad nacional, encontraremos el verdadero crecimiento, no solo económico, sino del pueblo como nación.
Los argentinos no saldremos adelante en yates, no tiene que ser un sálvese quien pueda. Saldremos adelante entre todos, en bondi, al que podríamos llamar “La Argentineta”.

#BuenaSaludFinanciera
@ElcontadorB
@GuilleBriggiler

Fuente: https://diariolaopinion.com.ar/

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *