Si se piensa en el rock como obra de arte, y se asocia la música popular a la literatura, es inevitable el nombre de Bob Dylan. Misterioso, provocador y genial, el músico norteamericano cumple hoy 80 años. Y el mundo vuelve a poner la mira da sobre una obra que ha traspasado las fronteras del rock
para convertir se en “la voz de una generación”, la de los tumultuosos años 60.
Cualquier intento de definir a Dylan implica entrar a un laberinto de complejidades y contradicciones, pero hay algo de lo que nadie duda: es uno de los mayores artistas del siglo XX, un músico que ubicó al rock en el más alto sitial de la cultura.
Robert Allen Zimmerman (Bob Dylan para siempre) nació el 24 de mayo de 1941 y se convirtió en un emblema del rock, con una decisiva influencia en varias generaciones de músicos y poetas. Des de ese lugar se convirtió, en 2016, en el ganador del Nobel de Literatura. Fue una decisión arriesgada, que la academia sueca fundamentó de esta manera: “Dylan tiene el estado de un ícono. Su influencia en la cultura contemporánea es profunda y es objeto de un flujo constante de análisis literario y musical”.
Nacido en Minnesota, Dylan ha intentado siempre cubrir con un manto de misterio su vida personal. Muchos de los datos de su biografía fueron alterados o modificados por él mismo para desviar la atención. Sus dos matrimonios, con Sara Lownds y con Carolyn Dennis, han estado rodeados de secretismo. De hecho, el segundo se hizo público muchos años después, debido a que el músico quiso proteger la identidad de su sexta hija.
A ello hay que sumar su espíritu provocador y desafiante. Se formó en la comunidad folk de Nueva York de comienzos de los 60, donde comenzó emulando a Woody Guthrie y vivió una relación romántica con Joan Baez. En 1965 provocó un gran escándalo al presentarse en el festival folk de Newport con un set de guitarras eléctricas que atronó los oídos de la comunidad folkie y por el que lo llamaron “judas”, insulto que se le ha quedado grabado a fuego des de entonces. También apareció ante el público “progre” y chovinista de Francia con una gran bandera estadounidense. O ha protagonizado anuncios televisivos para cadenas como Cadillac. O se ha atrevido a cantar el repertorio de Frank Sinatra con su voz septuagenaria.
Dylan ha sido “una máquina” de crear e innovar. Después de pasar del folk al rock en los 60, fue pionero en incorporar a este género musical ingredientes de la poesía y la literatura clásica. Se lo llegó a definir como el Shakespeare de su generación. Vendió decenas de millones de discos, escribió más de 500 canciones grabadas por más de 2000 artistas y actuó en todo el mundo, convocando a multitudes en casi todos los países de la Tierra.
Del folk al rock, con discos como High way 61 revisited o Blonde on blonde, el genio huraño se mantiene activo, como ha demostrado con su reciente álbum, Rough and Rowdy Ways, que ha vuelto a suscitar el aplauso de la crítica. Poco después de su publicación, a finales del año pasado, vendió los
derechos de toda su discografía a Universal, en un acuerdo que se estima en 400 millones de dólares.
“Like a Rolling Stone” ha sido considerada por la crítica especializada “la mejor canción de todos los tiempos”. Son definiciones opinables, por su puesto, pero remiten una y otra vez a Dylan como uno de los grandes genios de la música contemporánea.
Su talento inigualable se combinó con el coraje y la audacia de los artistas que viven en una búsqueda permanente: probó ideas nuevas, rompió moldes, arriesgó. El Nobel de Literatura le llegó en medio de fuertes controversias. Resonó, entre otras, la crítica de Mario Vargas Llosa, quien se preguntó si al año siguiente le iban a dar el galardón “a un futbolista”. Con todo, está claro que a sus 80 Bob Dylan se ganó un lugar estelar en el arte universal.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/