La figura controvertida del Tío Cámpora en el peronismo

Había presidido la Cámara de Diputados entre 1948 y 1952, y sufrido la prisión y numerosos padecimientos a partir de 1955. En mayo de 1973, Cámpora asumió la presidencia en un contexto de profundas divisiones dentro del peronismo.

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Por Ricardo Miguel Fessia.- El domingo 11 de marzo de 1973, luego de casi seis años de gobierno de la llamada “Revolución Argentina” que había derrocado al presidente Illia con la inestimable colaboración de sectores civiles, en particular, sindicales, la fórmula del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), encabezada por Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima, ganó las elecciones nacionales por el 49 % de los votos. Si bien había una “segunda vuelta”, el candidato de la Unión Cívica Radical -que obtuvo el 21,3%- declino hacerlo.

El general Lanusse, el último dictador de la autotitulada “Revolución Argentina” ensayó un gesto último de desprecio y puso requisitos a los candidatos para la próxima contienda electoral que en los hechos era la proscripción a la candidatura de Perón.

El viejo caudillo reaccionó ante la provocación con temple de experto ajedrecista, y designó como candidato presidencial a un histórico compañero de lucha, Héctor Cámpora, quien venía desempeñándose como su delegado personal desde 1971.

Perón, además, tenía un frente interno en el sindicalismo con Rogelio Coria, dirigente de la UOCRA, quien acordaba con Lanusse. También debía conducir a la Juventud Peronista y a Montoneros que pretendían que el General compartiera con ellos la conducción del movimiento y que no distinguían entre los dirigentes gremiales. Para ellos todos, salvo las excepciones de Agustín Tosco y Raimundo Ongaro -entre otros- eran traidores y burócratas, y no diferenciaban entre Coria y José Rucci, secretario de la CGT y leal a Perón.

La elección significaba un reconocimiento a la lealtad y perseverancia de Cámpora, quien había presidido la Cámara de Diputados entre 1948 y 1952, y sufrido la prisión y numerosos padecimientos a partir de 1955.

Como delegado personal de Perón, Cámpora había tenido un exitoso desempeño. Fue protagonista destacado en la creación de “La hora del pueblo”, espacio que articuló la negativa de las fuerzas políticas democráticas al proyecto original de Lanusse de perpetuarse en el poder. Fiel a su confianza y compromiso con los jóvenes, el “Tío” Cámpora creó la rama juvenil del peronismo, reconociendo el protagonismo adquirido por la juventud en la lucha por la recuperación de la democracia. También gestionó el regreso de Perón en 1972, tras 17 años de exilio, y garantizó el armado de un poderoso frente electoral, el Frente Justicialista para la Liberación (FREJULI).

Perón no quería volver a gobernar. Su intención era dedicarse a fortalecer la relación con los líderes de América Latina para enfrentar a Estados Unidos. En Perú gobernaba Juan Velazco Alvarado, Juan José Torres en Bolivia, Salvador Allende en Chile, Fidel Castro en Cuba y Omar Torrijos en Panamá. En 1971, Torres fue desplazado en Bolivia por el golpe de Hugo Banzer. Velazco Alvarado en Perú estaba mal de salud y fue reemplazado por Francisco Morales Bermúdez. Allende tenía dificultades para gobernar y fue derrocado después por el golpe de Augusto Pinochet.

Héctor José Cámpora había nacido el 26 de marzo de 1909 en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires, en la casa familiar de la Av. 17 entre 14 y 16. Su padre era Pedro Cámpora (1856-1921) y su segunda esposa, Juana Demaestre (1869-1960). Era el cuarto hijo de ese matrimonio. Su padre, hijo de un inmigrante genovés, había fundado un almacén de ramos generales en 1888.

Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Florentino Ameghino de Mercedes, donde lo eligieron presidente del centro de estudiantes y donde inició su militancia política. En 1929 ingresó a la carrera de Odontología en la Universidad Nacional de Córdoba, donde su vocación política lo llevó a convertirse en dirigente estudiantil, aunque sin adherir a ningún partido.

En 1934 se recibió de odontólogo y se radicó en San Andrés de Giles, donde se casó el 15 de abril de 1937, con María Georgina Cecilia Acevedo Pérez (1917-1994) y tuvieron dos hijos: Héctor Pedro en 1938 y Carlos Alberto en 1941. Fue intendente de la ciudad en el período 1944-1945.

En las elecciones de 1973, el peronismo se presentó con un frente heterogéneo: el FREJULI (Frente Justicialista de Liberación). Pero el candidato no podía ser Perón porque Lanusse, último presidente del régimen militar instaurado en 1966, había establecido una cláusula según la cual solo podían presentarse como candidatos quienes tuvieran residencia legal en el país antes del 25 de agosto de 1972. Por eso, el candidato fue su delegado, Héctor Cámpora, a quien eligió, principalmente, por la lealtad. No obstante, Cámpora no era un recién llegado, un advenedizo en política. Había ingresado al peronismo desde sus orígenes, fue diputado a partir de 1946 y presidente de la Cámara entre 1948 y 1953.

Desde la campaña electoral se hizo evidente la debilidad del presidente con la consigna “Cámpora al gobierno, Perón al poder”. De hecho, la junta electoral denunció el eslogan como inconstitucional por hacer explícito que el poder no iba a residir en quien resultara elegido. El resultado de las elecciones, contundente, no impidió que el presidente electo sepa que esos votos eran de Perón y que él se convertiría en un “presidente por delegación”.

En mayo de 1973, Cámpora asumió la presidencia en un contexto de profundas divisiones dentro del peronismo, que se reflejaban en un gabinete que tenía representantes de la izquierda peronista, el peronismo histórico y la derecha del partido. Entre los diversos peronismos, Cámpora simpatizaba con los sectores de la izquierda, también conocida como la “tendencia revolucionaria”. En un acto de la Juventud Peronista en 1972, sostuvo que se llegaba al “fin del sistema demoliberal, burgués, capitalista”. Fue esta cercanía entre Cámpora y la izquierda lo que generaría rispideces en su relación con Perón.

Los hechos que siguieron a la asunción trajeron inestabilidad a la gestión y abrieron una distancia irremediable entre el presidente y el líder del justicialismo. El mismo 25 de Mayo se produjo una marcha de unas 5.000 personas que rodearon la cárcel de Devoto para exigir la liberación de los presos políticos, entre los que había hombres y mujeres de organizaciones armadas, militantes estudiantiles y dirigentes obreros. Debido a la presión, Cámpora autorizó un decreto de indulto inmediato que luego se convirtió en una ley de amnistía aprobada por el Congreso.

Los legisladores mucho no podían hacer. Era la primera sesión del Congreso y estaba la ley de amnistía. Los presos ya habían sido liberados y estaban rodeando el Congreso y los palcos copados con gente armada. Los ánimos eran terribles.

Las semanas siguientes la efervescencia y la movilización social se mantuvieron. Los sectores de la izquierda iniciaron un ciclo de tomas de hospitales, universidades, empresas y entidades públicas. La situación iba a generar preocupación en Perón, que responsabilizaba a Cámpora de sumergir al país en un caos social y político.

Ese disgusto se haría explícito cuando el presidente viajó a Madrid a mediados de junio, para acompañar a Perón en su retorno. El viaje tuvo momentos de tensión y según los relatos en un momento el propio Perón le dijo que su gobierno era una “camada de aventureros, de marxistas y de homosexuales”, y que “mientras el país estaba en llamas él se encontraba haciendo turismo en Madrid”.

Pero la irritación máxima de Perón se produjo el día en que volvió definitivamente a la Argentina, cuando lo que iba a ser un recibimiento en Ezeiza se convirtió en un enfrentamiento entre la derecha y la izquierda del peronismo.

Al día siguiente de los sucesos de Ezeiza, Perón dio un discurso por televisión en el que quedó claro su alineamiento con la derecha peronista. Se refirió a los “infiltrados” en el movimiento peronista, aclaró que no había “nuevos rótulos” que califiquen a la doctrina peronista y, sin nombrarlos, condenó a los ministros cercanos a Cámpora y al gobierno por inoperancia.

En los hechos, el gobierno de Cámpora se había terminado. Con el retorno de Perón, el poder pasó de la Casa Rosada a su residencia en Gaspar Campos. No había espacio para dos liderazgos en ese contexto crítico. El presidente y los ministros debían ir a la residencia para reunirse con Perón. Nunca sucedía que Perón fuera a la Casa Rosada. En una de esas reuniones, Cámpora ofreció su renuncia, luego de que López Rega le preguntó, delante de todos menos de Perón, cuál iba a ser el papel que jugaría el líder en el país. Frente a la presión, el presidente puso su renuncia a disposición de Perón.

No obstante, el cambio no se haría efectivo hasta que no estuviera garantizada la sucesión. El objetivo de López Rega era saltearse la ley de acefalía y que la presidencia interina fuera asumida por su yerno, Raúl Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados. Para ello, envió al presidente provisional del Senado, Alejandro Díaz Bialet, a una misión diplomática en Argelia. El 12 de julio por la noche, el vicepresidente Solano Lima anunció que al día siguiente él y Cámpora renunciarían y explicó que “el candidato natural del FREJULI era Perón, pero fue vetado, y ahora es la oportunidad para que presente su candidatura”. Finalmente, el 13 de julio, Cámpora y Solano Lima presentaron su renuncia indeclinable.

Después del 13 de julio de 1973, Cámpora fue nombrado embajador en México donde hizo una corta y decorosa gestión a la que renunció el 27 de junio de 1974, simplemente, porque el Palacio San Martín no lo tenía en cuenta, no lo consultaba. En su renuncia dijo que “por encima de toda consideración personal, entiendo han lesionado una representación oficial de nuestro país en el exterior”. Dos días más tarde el presidente Perón acepta su renuncia sin agradecer los servicios prestados. El mismo sábado 29 de junio, el Presidente, luego de firmar el decreto 1.848 aceptando la dimisión de su ex delegado y ex mandatario, transfirió el mando a Isabel por no encontrarse en condiciones físicas ni intelectuales y el 1° de julio de 1974 fallecía. Durante las ceremonias y homenajes al presidente muerto, Cámpora fue advertido por un amigo que había un plan para asesinarlo y le aconsejaba viajar al exterior.

El 4 de julio de 1974, con la excusa de viajar para despedirse de las autoridades, volvió a México sin fecha de retorno. Con el paso de las semanas observó cómo se ahondaba a los tiros la división dentro del peronismo y comenzó a recibir refugiados que huían de las Tres A. Por atenderlos, entre otros motivos, en abril de 1975 fue expulsado del partido mientras era tentado por Montoneros para incorporarse al Partido Auténtico. La propuesta fue rechazada, alquiló un departamento, desarrolló una vida familiar mientras paseaba a su perro salchicha “FREJULI” e intentó volver a su profesión de odontólogo con su consultorio de la calle Euler.

Aconsejado por algunos de sus amigos el 27 de septiembre de 1975 volvió a la Argentina, cuyo gobierno ya se encontraba en estado de descomposición: Montoneros que había pasado a la clandestinidad asaltaría una unidad militar en Formosa, el ERP intentaba asentarse militarmente en Tucumán, los asesinatos y los atentados formaban parte de la cotidianeidad e Isabel pasaba una temporada de descanso en Ascochinga, Córdoba, de donde volvería el 16 de octubre para encabezar el acto central del Día de la Lealtad en la Plaza de Mayo.

A las 0.50 de la madrugada del miércoles 24 de marzo el helicóptero que debía trasladar a Isabel de la Casa de Gobierno a la residencia presidencial de Olivos bajo en el Aeroparque Metropolitano donde fue detenida. Minutos más tarde llegaba a los comandos militares el mensaje “la perdiz cayó en el lazo” al tiempo que se ponía en movimiento la “Operación Bolsa”, acción que tenía por finalidad la detención de innumerables ciudadanos de todas las actividades acusados de “delincuentes ideológicos”, “corruptos”, subversivos o cómplices de terroristas. Por esas horas Héctor José Cámpora, el primer presidente constitucional luego de años de gobiernos civiles condicionados y regímenes castrenses de facto, era buscado por un comando militar para ser detenido bajo la acusación de ser un “delincuente ideológico”. Era el primero de la lista y estaba a punto de cumplir 67 años dos días más tarde. A decir verdad no era un delincuente y menos ideológico, para ser certeros aparecía como un dirigente sin el carácter necesario para ejercer su mandato y mucho menos con Juan Domingo Perón con vida. Cámpora se amparaba en su “lealtad”, pero varios de los que lo rodeaban no la sentían de la misma manera. Fue echado del gobierno por distintas circunstancias de la peor manera.

En marzo de 1976, tras el golpe, Cámpora y su hijo Héctor mientras saqueaban su casa salieron de San Andrés de Giles y muy en secreto, por caminos provinciales y una ruta nacional, llegaron a la residencia porteña del embajador de México en la calle Arcos 1650 luego de estar escondidos varios días en la casa de un amigo. El lunes 13 de abril, en plena Semana Santa, solicitaron al embajador Roque González Salazar -que los esperaba- asilo diplomático. Los Cámpora eludieron la “Operación Bolsa” a través de lógicos contactos mantenidos en la penumbra.

La estancia en la embajada se prolongaría 43 meses hasta 1979, durante la gestiones de dos presidentes, tres cancilleres y cinco embajadores de México. La dictadura militar nunca tuvo una respuesta definitiva y cada jefe militar sostenía algo distinto mientras miraban a sus frentes internos.

Hubo manifestaciones. El “The New York Times” en su edición del 13 sw enero de 1978 publicó a toda página una solicitada en la que se pedía la libertad del ex presidente constitucional Héctor José Cámpora, asilado en la embajada de México en Buenos Aires desde abril de 1976. La firmaron dirigentes políticos e intelectuales de todo el mundo, especialmente aquellos ligados con la izquierda socialista y los comunistas. Entre otros: Bruno Kreisky (primer ministro de Austria y presidente del Partido Socialista); Gabriel García Márquez (Colombia); los italianos Enrico Berlinguer (secretario general del PC), Bettino Craxi (secretario general del PS), Mariano Rumor (presidente de la Unión Mundial Demócrata Cristiana), Luigi Longo (presidente del PC) y Pietro Nenni (presidente del PS); Ernesto Cardenal (Nicaragua); los españoles Ana Belén (actriz), Santiago Carrillo (secretario general del PC), Geraldine Chaplin (actriz), Joan Manuel Serrat (cantante), Antonio Saura (pintor) y Enrique Tierno Galván (secretario general del PS); Olof Palme (ex primer ministro de Suecia); el actor Héctor Alterio (Argentina) y a continuación toda la conducción de la organización Montoneros.

El lunes 26 de octubre de 1979 Cámpora recibió el salvoconducto de manos del embajador Lara Villarreal y al día siguiente, tras un inmenso operativo policial, primero fue trasladado a la cancha de Ferrocarril Oeste donde lo subieron a un helicóptero que lo traslado a Ezeiza y allí lo ubicaron con su esposa y otros funcionarios en la fila cinco de la clase turista del Boeing 707 de Aerolíneas Argentinas que se dirigía a Colombia. En Bogotá abordó un vuelo de Aeroméxico donde lo ubicaron en primera clase.

Ya en México, luchando contra un cáncer que lo devoraba semana a semana, Cámpora realizó algunos gestos políticos: visitó en Los Pinos al presidente López Portillo; habló en Quito durante una reunión de la “Comisión de los partidos políticos de América Latina” (COPPAL); se presentó en un acto de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), instrumentada por el castrismo y pronunció un discurso en el restaurante “Don Enrique” en el que afirmó que el Justicialismo “no acepta la violencia y no entiendo por qué no puede adoptar la democracia como sistema”. Tras estas palabras muchos de los asistentes abandonaron el lugar.

Héctor J. Cámpora murió el 19 de diciembre de 1980 en Cuernavaca, México. Allí había llegado después de permanecer 43 meses en la residencia de la embajada y de escapar de un comando militar que lo buscaba. Desde que abandonó la presidencia sufrió el desdén de Perón y hasta padeció la expulsión del Justicialismo.

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