Historia del árbol de Navidad

Por María Inés Adorni.- El árbol de la Navidad, no existía como tal, Jeremías, el profeta del siglo VII antes de Cristo, dice que las costumbres de los pueblos son vanidad, porque un leño con plata y oro lo adornan, con clavos y martillos lo afirman para que no se mueva. Jeremías se refiere a la vanidad de adorar “objetos sin valor”, propia de los paganos, en vez de venerar al señor, “el Dios verdadero”.

El árbol de Navidad no existía como tal, pero estos versículos revelan una costumbre ancestral: cortar un árbol para adornarlo o como hacían los babilonios, para dejar regalos debajo del mismo. Tertuliano, un cristiano, que vivió entre los siglos II y III después de Cristo, critica los cultos romanos paganos, de colgar laureles en las puertas de las casas y encender luminarias en los festivales de invierno.

Los romanos adornaron las calles durante las saturnales, pero fueron los celtas quienes decoraron los robles con manzanas y velas durante los solsticios de invierno. Era una forma de reanimar el árbol y asegurar el regreso del sol y de la vegetación.

Desde hace mucho tiempo el árbol ha sido un símbolo de fertilidad y regeneración.

Su significado espiritual para todo el mundo, simboliza a la vida y al amor de Dios.

Las luces que lo adornan remiten el misterio del nacimiento del niño Jesús. Que trae esperanza a todos en este mundo.

Según Isaías (44:14-15), “Derriba los cedros, y escoge un ciprés o un roble, y lo deja crecer entre los árboles del bosque, o planta un pino, que la lluvia hace crecer. Al hombre le sirve de combustible, y toma una parte para calentarse, enciende un fuego y hornea pan. Pero también labra un Dios y lo adora. Hace un ídolo y se postra ante él”.

Árbol de Navidad

Árbol luminoso de la Navidad,

Que descansa en el mástil de nuestra bandera.

Frente a la jefatura, espera….

De ser construido nuevamente, los rafaelinos, desean.

Hermosos recuerdos, que fueron borrados por la vil tormenta y el descuido.

Nos dio claridad, alegría y triunfo en las tempestades.

Árbol luminoso de la navidad.

Eras, árbol claro, como un amanecer,

Tus luces de colores alegraban cuando te encendían, desde lejos.

Por tu altura te veían y esa estrella de belén, resplandecía.

¡Ay!, árbol de la navidad rafaelina.

Por ti es bello el mundo

Y dulce el vivir,

Árbol inefable que no tiene fin, tu recuerdo en nuestras mentes no se olvida.

Y todos los años esperamos que se vuelva a encender allí, ese emblema rafaelino.

Alta y luminosa, torre de marfil, por ti, es bello el mundo y dulce mi vivir.

Nació en un pesebre, el Dios del amor.

Desde ti sonríe, el niño de luz, besa nuestras almas,

Su mirada azul, y nos hace puros amando, Jesús.

Desde ti sonríe… el niño de luz.

Que nuestras costumbres nunca se apaguen por la frialdad y el comercio, somos ciudadanos y tienen que respetar nuestro pasado.

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