Fe… mucho más que una virtud teologal

Por Alicia Riberi.- Las “virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el actuar moral del cristiano.

La fe es algo tan profundo, tan esperanzador, que sobrepasa muchas veces el entendimiento humano. Muchos expresan que tienen fe en Dios, pero cuando realmente se descubre el potencial que tenemos, es en la prueba y es ahí adonde yo me preguntaría si realmente es tan grande nuestra fe.

Personalmente, creo sin lugar a dudas en la existencia de un Dios creador, un Jesucristo, salvador y un Espíritu Santo, santificador y fortalecedor, no los he visto, pero los he sentido y los siento a cada paso de mi vida, esa es una parte de la fe y también creer en el gran misterio de un Dios uno y trino, el misterio de  la Santísima Trinidad, que nunca me cuestioné, es así y así lo creo.

Pero llega el momento en que esa fe se pone a prueba y es ahí donde se nos llena el corazón de preguntas, de inquietudes, de dudas.

Dios nos ha elegido a todos desde el vientre de nuestra madre y nos pensó  de una manera, pero es tan generoso que nos dio la libertad de elegir, discernir, pensar. Algunos tratamos de responder a Él, pero ¿qué sucede? Somos muy imperfectos y necesitamos de podas para crecer y mejorar y en muchas ocasiones no nos gustan esas podas, preferimos hacer la nuestra y es ahí donde vamos perdiendo ese vínculo mágico entre Dios y nosotros.

María es la Madre que nos dio Jesús en el instante final de su vida terrena, para que nos acompañe, nos estimule a no claudicar y nos brinde esa caricia tierna en el momento de la prueba dura. Cuando algo duro nos pasa es muy común culpar a Dios y darle la espalda, pero no es común correr a agradecerle cuando recibimos tantas gracias todo el tiempo. Siempre esperamos grandes milagros, pero Dios es silencioso y humilde en su obrar, todos los días nos regala pequeños milagros que por la vorágine en que vivimos no nos detenemos a disfrutar. La vida es un milagro cada día, tener una familia es un milagro, recibir una mano tendida, un abrazo y una sonrisa cuando la necesitamos, un hijo arrepentido que regresa, un hijo  herido por la maldad del mundo y sanado, esos son unos pocos de los tantos milagros diarios.

Si en algún momento descubrimos lo valioso que es tener fe habremos descubierto esa perla fina, que encontró ese negociante y vendió todo para comprarla (Mateo 13-45,46), o será como esa levadura que colocamos en la harina para que fermente y aumenta tanto que nos sorprende. La fe sostiene a quien se tambalea, levanta al que cae, abraza al que padece. La fe es un enorme regalo de Dios y sepamos que siempre después de la prueba viene la gloria y eso  es así porque, Él es misericordioso, bueno y fiel.

Finalmente acompañemos siempre al que está en la prueba, no lo abandonemos, porque no nos incumbe o porque nos incomoda apoyarlo, o por el qué dirán o por egoísmo o por indiferencia… porque mis queridos amigos lectores, la prueba siempre llega, nadie se salva de ella y una mano amiga, un abrazo, es un  bálsamo en el dolor.

La fe no es solo una virtud teologal, es un gran regalo de Dios, porque nos acerca a él y nos permite acompañarlo a la eternidad, cuando nos toque partir… porque todos partiremos, eso es seguro.

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