El primer homenaje en democracia

Hace 15 años que falleció quien fuera el primer Presidente de la democracia reconquistada luego del desastre que sufrió en la contienda militar de las Islas Malvinas y que precipitó la caída del régimen de facto, abriendo la posibilidad de la esperada reinstitucionalizacion del país. Debió aprender a convivir con las consecuencias humanas y politicas de la derrota militar. Las palabras de Alfonsín ayudan a comprender la magnitud de aquel traumático momento.

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Por Diego Barovero.- Hace cuarenta años el presidente Raúl Alfonsín, prácticamente al inicio de su mandato que trajo la definitiva restauración del sistema democrático y el Estado de derecho luego de muchos años de dictadura, encabezó un solemne homenaje a los caídos en la Guerra del Atlántico Sur, episodio que dejó heridas muy profundas en la sociedad argentina y que por entonces estaba aún muy vívido en el ánimo y el espíritu de los argentinos.
El acto tuvo lugar en la ciudad de Luján, el 2 de abril de 1984, es decir apenas dos años después de la contienda bélica en las Islas Malvinas y circundantes, con motivo de inaugurarse un monumento a los caídos.
Conviene aquí señalar que Alfonsin, como también Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio, líderes del MID Movimiento de Integración y Desarrollo, fueron de los muy escasos dirigentes políticos que en pleno exitismo belicista de la sociedad, alentado por las usinas oficiales y paraoficiales del gobierno dictatorial, demostraron una actitud ecuánime, mesurada y crítica acerca de la guerra que, como finalmente se demostró, perjudicaría en el escenario internacional a los ojos del mundo la posición argentina ventajosa respecto de la ocupación británica de las Islas respecto de las cuales el Reino Unido había sido intimado desde 1965 por Naciones Unidas a mantener conversaciones diplomáticas tendientes a la descolonización del archipiélago. 

Sin fundamentación ni asidero

Retomando la cuestión, tan solo dos años después de la guerra, se encontraban aún a flor de piel las heridas que aquella dejó en el seno de nuestra comunidad, que en aquellas tierras de nuestro extremo austral perdió hijos, nietos, hermanos, sobrinos, esposos y novios como supremo holocausto a la soberanía territorial.
Se ha sostenido tal vez sin la debida fundamentacion ni asidero que el gobierno del presidente Alfonsin, el primero de la larga serie de gobiernos democráticos que se sucedieron felizmente desde la recuperación de nuestra institucionalidad constitucional en 1983, había procurado una «desmalvinización» de nuestra política exterior e interior.
Se ha dicho que el accionar de sus ministros de Defensa y de Relaciones Exteriores, sobre todo, habían convencido al Presidente de desterrar de su discurso público y de la política oficial la palabra Malvinas y sobre todo, si se quería asegurar una consistente consolidación del régimen constitucional y democrático incipiente, que la reiteración sostenida de las reclamaciones podrían influir negativamente en la opinión mundial ya que podían verse como una insistencia contumaz en la reivindicación del uso de la fuerza como legítimo respaldo de los derechos soberanos argentinos en la zona litigiosa, resultando ello inconveniente a los fines de brindar una imagen de seriedad y previsibilidad de nuestra Nación periférica y subdesarrollada.

Nada más ajeno a la verdad de los hechos y la realidad empírica.
Puede demostrarse con el ya casi olvidado discurso del presidente Alfonsin en Luján al que hacemos referencia y en la sostenida reclamación pacífica y jurídicamente fundada en los foros internacionales en que Argentina a lo largo de aquel período presidencial sostuvo con dignidad los derechos soberanos en las Islas al tiempo que ratificaba su histórica línea pacifista y reivindicaba su voluntad de diálogo bilateral al que sistemáticamente se negaba el Reino Unido impidiendo todo avance en la cuestión de fondo.
Pero vayamos a los conceptos del Presidente en aquellos días tan cercanos a la guerra y sus lacerantes consecuencias.

Las palabras de Alfonsín

«La fecha que hoy aquí nos convoca, 2 de abril, es una fecha de doble contenido; un contenido histórico porque la guerra ocurrió, porque nuestro muertos están en la tierra y en el de nuestro Sur y los hechos entraron en la historia; y un contenido emotivo muy profundo, porque no hay duda que la guerra de las Malvinas ha penetrado en el corazón de los argentinos. Hoy vengo aquí a evocar con ustedes, delante de este monumento, a nuestros caídos en batalla, a esos valientes argentinos que ofrendaron su vida o que generosamente la expusieron en esa porción austral de la patrias. Si bien es cierto que el gobierno que usó la fuerza no reflexionó sobre las tremendas y trágicas consecuencias de su acción, no es menos cierto que el ideal que alentó a nuestros soldados fue, es y será el ideal de todas las generaciones de argentinos: la recuperación definitiva de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur».
Alfonsin continuó: «La grandeza de la vida republicana está jalonada por los actos virtuosos de los ciudadanos. Nuestros combatientes fueron buenos en la vida, abnegados en la derrota, inmortales en la muerte. Cuántos ciudadanos de uniforme habrán deseados dejar sus cuerpos sin vida entre las piedras, la turba y la nieve, después de haber peleado con esfuerzo y osadía. Pero Dios vio a los virtuosos y de entre ellos los valientes y los animosos, de entre los dolidos y los apesadumbrados eligió a sus héroes. Eligió a estos que hoy memoramos. Ungidos por el infortunio, sin los laureles de la victoria, estos muertos que hoy honramos son una lección viva de sacrificio en la senda del cumplimiento del deber». Sostuvo después el Presidente para hacer expresó su compromiso para el futuro: «Su sacrificio no fue en vano; no lo fue porque hoy el pueblo y gobierno argentino además de sentir la fuerza de ese propósito irrenunciable, están también convencidos que esas trágicas muertes refuerzan aún más la convicción que tenemos sobre la justicia de nuestro reclamo. Esa fuerza redoblada no tiene límite en el tiempo. Va más allá de cualquier plazo; si alguien pensó alguna vez que el paso del tiempo haría declinar la convicción argentina acerca de sus derechos, deberá persuadirse ahora de que el tiempo jamás debilitará ni atenuará esa creencia, ni la firmeza de nuestra decisión de obtener una solución justa y definitiva. Esa es la convicción que guía nuestra acción diplomática. Los mensajes que hemos dirigido al gobierno británico reflejan esa convicción. Corresponde que el gobierno británico comprenda que así como estamos seguros de nuestros derechos, estamos igualmente persuadidos de que hemos de lograr el reconocimiento debido por la vía pacífica; por la negociación, por el diálogo, por el entendimiento».
También hizo referencia a cuestiones de derecho internacional como la descolonización y sobre todo advirtió sobre la carrera armamentista nuclear aún en auge entonces: «Insistiremos en particular en la desmilitarizacion, porque no tenemos dudas de que la presencia armada del Reino Unido, con el agravante de la introducción de artefactos nucleares, genera graves riesgos que afectan no solo la seguridad de la República Argentina, sino la de todo el Atlántico Sur. No se puede persistir en tutelar artificialmente situaciones coloniales anacrónicas y que esa actitud es contraria la propia política de descolonización británica».
Ya sobre el final, un mensaje para resaltar la solidaridad latinoamericana: «No puedo dejar de destacar especialmente la solidaridad de América Latina y de la mayoría de la comunidad internacional para nuestra causa. Queremos hoy renovar nuestro testimonio de agradecimiento por acompañarnos y apoyarnos …porque la causa de las Malvinas es también una causa latinoamericana.No es posible que siga habiendo colonias en América. No es posible que se pretenda perpetuar la apropiación de la tierra americana. Pido a mis conciudadanos entonces el homenaje de nuestro emocionado silencia para con nuestros muertos en la guerra. Ese silencio es el tributo hoy rendido a quienes han hecho posible que nos sintiéramos más dignos y honrados de ser argentinos», finalizó visiblemente emocionado como la numerosa concurrencia al acto.

Convivir con la derrota

Hace ya quince años que falleció quien fuera el primer presidente de la democracia reconquistada por la República Argentina luego del desastre que sufrió en la contienda militar de las Islas Malvinas y que precipitó la caída del régimen de facto abriendo la posibilidad de la largamente esperada reinstitucionalizacion del país. Que debió además aprender a convivir con las consecuencias humanas y politicas de la derrota militar. Las palabras de Alfonsín entonces ayudan a comprender la magnitud de aquel traumático momento.

El autor es presidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano. Fuente: https://www.laprensa.com.ar/

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