De buitres, comodoros y jueces chirinos

Por Adan Costa.- La evidencia científica nos plantea que el universo no tiene ni centro ni bordes. La Argentina figura en el puesto número ocho en el ranking de fuga de capitales y tercera en proporción al número de habitantes del mundo. Existen 420.000 millones de dólares en guaridas fiscales llamadas paraísos por imperio de la provocada deformación fonética del anglosajón “hiding” o “hiding place” (ocultar) en “heaven” (cielos, paraísos) provenientes de la riqueza producida en la República Argentina. Las palabras y, sobre todo, los eufemismos que se eligen usar, hablan mucho de estas manipulaciones de sentidos. Se planta culturalmente un imaginario celestial cuando en realidad se trata de una caverna maloliente donde se evaden impuestos en un país y se enjuaga dinero mal habido. Es uno de los crímenes de guante blanco más horripilantes del capitalismo concentrado moderno. Para este tipo de delito, la espada desnuda mata aunque se la mantenga bien guardada en su vaina. Para relacionar algunos datos, el Producto Bruto Interno (PBI) de la Argentina, es decir toda la riqueza generada por la nación, es de 540.000 millones de dólares. Es este el contexto desde donde debe propiciarse cualquier discusión seria sobre las sociedades “offshore”, más allá de alguna que otra inmoralidad de ocasión que no hace más que poner sobre la superficie una práctica sumamente difundida y legitimada entre personas y empresarios que concentran más dinero que ética. Esta semana, cuando la atención del público se satura en lo que quieren que miremos hacia el Comodoro Luis Py, en la efigie de los paladines de la justicia técnica, estos jueces “chirinos” y los “tortugas” tan rápidos como las “liebres” anhelando hacer públicamente visible la ruta y los futuros de los supuestos delitos de Estado de un gobierno que concluyó el 10 de diciembre de 2015, lo que por otro lado desde hace años vienen gritando ciertos medios de comunicación con la prédica de pastor evangélico y una persistencia que horada la piedra. Tratándose de cuestiones no judiciables como una política económica. ¿Será justicia? O no será que el fumus bonis iuris esté oliendo a vindicta. Lamentablemente para esos fines, se toparán con lo que quizá no quisieran jamás ver. Mientras eso ocurre esta misma semana, el estado nacional argentino tiene el compromiso de depositar sin chistar por imperio de un acuerdo y su correspondiente homologación parlamentaria, casi a hurtadillas, como quien esconde bajo de la alfombra un hecho vergonzante, la friolera de 4.653 millones de dólares a Paul Singer. 4.418 más 235 millones de dólares de honorarios para los abogados que firmaron tres o cuatro escritos en los últimos meses ante un juez condal neoyorquino. A este buitre se lo conoce como tal, entre otras razones, porque invirtió sólo 225 millones de dólares al comprar deuda pública argentina en estado de quebranto y se lleva para sus angurrientos paraísos un 1.863 por ciento más. A escala global, para poder comprender, es imprescindible conectar las dinámicas e intereses de los fondos buitres con la evasión y el lavado que consuman con las conformaciones de las sociedades “offshore”. El recientemente fallecido Aldo Ferrer diría con notoria clarividencia, entre nosotros: “el problema no es atraer inversiones del exterior, sino mantener el dinero argentino que se fuga en operaciones bancarias y los giros hacia todo el conglomerado offshore”. Hacia Delaware, Florida, Nevada en los Estados Unidos. Hacia el Canal de la Mancha en Inglaterra. Hacia los países del Caribe, con Bermudas, Bahamas y Panamá como insignia. Hoy sabemos que si Singer y Ramón Fonseca se pelean por controlar su mercado persa, la ruta verdadera de los dineros y las sedas, que antes dormían bajo una cripta, hoy aparecen como autopistas luminosas. Así no es difícil entender las razones de por qué la Argentina le está pagando a Singer sobre la par. En nuestra escena mediática, a su vez, lo curioso es que se usan las mismas palabras, pero con sentidos opuestos: futuro, futuros, rutas del dinero, cripta, cavernas, paraísos, acuerdos. En estas ambigüedades, sobre estos pliegues, los confusos pueden llegar a ver lo que no es. He aquí la verdadera traza del dinero que es preciso retomar, con las mismas amenazas que el camino seguido por Hansel y Gretel de vuelta a una casa donde su madrastra malvada los había echado con eufemismos y palabras tan cariñosas como falaces. En estos casos, como en el cuento de los hermanos Grimm, siempre cabe el riesgo que nuevos pájaros se deglutan las migas de pan que ofician de mojones. Los “hackers” seguirán filtrando los rastros ocultos en miles y miles de terabytes, pero los periodistas con sonrisas de Pulitzer las irán exhibiendo conforme a los intereses los dueños de las empresas de opinión pública donde trabajan. Hubo alguna vez un controversial escritor argentino que en la primera mitad del siglo XX se lo tildó de inmoralista y maldito, solamente porque se encargó de hacer evidente los pecados sociales, económicos y de alcoba que los miembros de la alta aristocracia practicaban a menudo, y, sobre todo, ocultaban. Así pasó a la historia Raúl Barón Biza, que entre otras rebeldías es conocido también por su carácter extravagante al punto de construirle en 1935 un mausoleo de ochenta y dos metros de altura a su malograda esposa, la bella actriz suizo-argentina Myriam Stefford, cerca de la ciudad de Alta Gracia en la Provincia de Córdoba. La leyenda dice que dejó un tesoro en joyas bajo la cripta mortuoria donde se depositaron sus restos mortales. Toda acción evasiva propia, viene acompañada de una actitud hipócrita de la misma envergadura de su elusión para recubrirla. Las elites conservadoras crudamente desnudadas por Barón Biza en sus libros lo enviaron a la cárcel, patrón que pareciese querer cumplirse hoy con todos los medios a su alcance. Los seres humanos nos hemos empeñado en poner a nuestro planeta a contraviento de su universo. Pareciera que se trata de números, que una vez leídos, se escabullirán rápidamente de la memoria por su carácter abstracto. Pero esta aritmética no deja de denunciar una flagrancia que los historiadores del futuro seguramente rescatarán para nuestros legatarios. Con equivalente sentido sabemos hoy, por caso, bajo las condiciones ominosas para el país que se contrajo la deuda con la banca inglesa Baring Brothers en 1824. Por obra y gracia del hombre, en el mundo existen centros y periferias, pese a que la naturaleza del universo diga lo contrario. Penosamente el hombre seguirá siendo el lobo del hombre si no toma conciencia de estas manifiestas inmoralidades sociales que tenemos ocultas enterradas bajo nuestros ojos.

12/04/16

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