Construir la Patria sobre la “Roca” de la Palabra de Dios

Se trata de la homilía pronunciada el 9/07/12 por el obispo de Rafaela, Mons. Carlos María Franzini, en la Iglesia Catedral, durante la Solemne Celebración de Acción de Gracias, con motivo de la fiesta patria.

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Construir la Patria sobre la “Roca” de la Palabra de Dios (Homilía pronunciada el 9/07/12 por el Obispo de Rafaela, Mons. Carlos María Franzini, en la Iglesia Catedral, durante la Solemne Celebración de Acción de Gracias, con motivo de la fiesta patria)

Textos bíblicos proclamados: Col 3,12-17; Sal 138 (137); Mt 7, 24-27. Queridos hermanos: Una vez más estamos reunidos en esta iglesia Catedral de Rafaela, con la presencia de las más altas autoridades de la provincia, para participar de la Solemne Celebración de Acción de Gracias en el día de la Independencia. Queremos dar gracias a Dios por el “don” de la Patria independiente. Reconocemos que su presencia providente ha acompañado toda nuestra historia y, porque queremos que la siga acompañando, nos dejamos iluminar por su Palabra para construir nuestra “casa común”, la Patria, sobre sólido fundamento. Lo primero que nos sugiere la Palabra proclamada es la necesidad de reconocer, valorar y agradecer la presencia de Dios en nuestras vidas y por tanto en nuestra historia. Presencia que nos plenifica como personas y como sociedad. Presencia a la que nadie en su sano juicio puede temer. Más aún, siendo la dimensión religiosa un constitutivo esencial de la persona, es deber de todos -en primer lugar del Estado- respetar y promover esta dimensión que sostiene y corona la auténtica dignidad humana. Por ello resulta incomprensible que algunos puedan pensar que los signos religiosos, como las manifestaciones públicas de la fe (como esta misma celebración que compartimos), puedan ser en algún sentido discriminatorias u ofensivas para personas o grupos. Tanto más incomprensible en una provincia cuyo mismo nombre alude a esta realidad y que, desde los albores de su historia, está jalonada a lo largo y a lo ancho de su territorio por espacios y nombres religiosos y expresiones de la fe que han marcado constitutivamente nuestra identidad cultural. Sólo el prejuicio ideológico, que no sabe mirar con objetividad la historia, o una nueva forma de dependencia explican que se pueda promover una legislación que tienda a eliminar de la vida pública estas expresiones propias de la dimensión religiosa de las personas y los pueblos. Hemos de ser conscientes que la dependencia de los pueblos no es sólo política o económica, sino también –y sobre todo- cultural. La independencia es un bien complejo, arduo y trabajoso. No es un bien adquirido de una vez y para siempre. Incluso tampoco sus inicios son plenos. Recordemos que el acontecimiento que hoy evocamos, el Congreso de Tucumán, no contó con la participación de las provincias que integraban la Liga de los Pueblos Libres, liderada por don Gervasio de Artigas. Entre estas provincias estaba también Santa Fe. Ello no obsta para que los santafesinos de hoy no reconozcamos en el Congreso de Tucumán un hito decisivo en nuestro camino hacia una Patria soberana e independiente. Así también hoy la independencia nacional es un bien “en construcción”, ya que se ciernen sobre nuestra Patria nuevas formas de dependencia. “Dependencias” más sutiles pero no menos verdaderas, que los argentinos de hoy debemos desenmascarar si queremos de verdad honrar nuestra historia y la gesta emancipadora de nuestros antepasados. Permítanme detenerme unos instantes en una de estas amenazas por su trascendencia para el presente y el futuro de la Patria. Me refiero a cuanto amenaza al valor de la vida, tan apreciado por nuestro pueblo desde siempre y a pesar de tantos atentados contra ella a lo largo de su historia. La vida de cada persona humana es única e irrepetible, con una dignidad que le viene de Dios y que ha de ser salvaguardada y promovida por todos. Lamentablemente en distintos lugares del planeta esta consciencia del valor y la dignidad de la vida humana desde la concepción hasta su fin natural no es apreciado. Ese desprecio se manifiesta incluso en expresiones jurídicas y legislativas, pero –una vez más- debemos recordar que no todo lo que está legalmente aprobado es justificado éticamente. El sentido común y el instinto maternal, la sabiduría del pueblo y la ciencia más actualizada nos confirman que desde el primer instante de la concepción hay vida humana. Una vida humana única e irrepetible. ¿Cómo puede ser que desde poderosos centros de pensamiento y poder político y económico -en su gran mayoría del hemisferio norte- nos impongan una mirada individualista y corta que niega esta verdad incontestable? Una mirada que, con argumentos falaces, pretende negar lo que siempre ha sido valorado y reconocido en nuestra cultura nacional, de lo que también dan testimonio su tradición jurídica y tantas mujeres heroicas que han peleado y siguen peleando por la vida naciente de sus hijos a pesar de tantas adversidades. Mis queridos hermanos si hoy agradecemos a Dios por el don de nuestra Patria independiente hemos de comprometernos a trabajar por hacer cada día más real y completa esa independencia. Todo don de Dios supone la tarea de corresponderle afianzando lo recibido. Caminamos hacia el Bicentenario de la declaración del Congreso de Tucumán. Tiempo propicio y oportuno para honrar la memoria de aquellos patriotas que lo protagonizaron y para renovar nuestro propósito firme y perseverante por construir una Patria genuinamente soberana, fiel a su tradición cultural, abierta al mundo pero celosa custodia de los valores que le han dado origen. Sólo así estaremos construyendo nuestra Patria sobre Roca, capaz de resistir a vientos y tormentas que la amenazan tanto desde afuera como desde adentro. Sólo así podremos cantar juntamente con el salmista: “te doy gracias Señor por tu amor, no abandones la obra de tus manos”.

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