El padre Antonio Grande cuenta su experiencia en Roma

Es un conocido sacerdote diocesano que luego de haber sido por muchos años párroco de Fátima y profesor en el Seminario de Paraná, hoy se encuentra en la capital universal del catolicismo -donde está la sede papal-, ocupando el cargo eclesiástico de rector del Colegio Sacerdotal Argentino en Roma.

Por Javier Alfonso (Rafaela)

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Por Javier Alfonso.- El presbítero rafaelino Antonio Mario Grande (57), es un conocido sacerdote diocesano que luego de haber sido por muchos años párroco de “Ntra. Sra. de Fátima” y profesor en el Seminario de Paraná, hoy se encuentra en Roma (Italia), la capital universal del catolicismo -donde está la sede papal-, ocupando el cargo eclesiástico de Rector del Colegio Sacerdotal Argentino en esa ciudad. Este Colegio -edificado al lado de la Iglesia Nacional Argentina en el barrio de Trieste-, es el lugar donde confluyen los sacerdotes argentinos que son enviados a las universidades romanas desde sus diócesis de origen, para doctorarse o especializarse en alguna de las disciplinas teológicas, dogmáticas, pastorales, litúrgicas, filosóficas o de derecho canónico, entre las principales. Allí los presbíteros argentinos tienen su comunidad fraterna, y el lugar donde estudian y conviven -su casa-, en tanto que a clases concurren a las universidades pontificias, como la Gregoriana, la Lateranense, de la Santa Cruz, o el “Angelicum”, por nombrar algunas de las principales. Vale la digresión de que Antonio Mario es hijo de Emilio J. Grande -ex director de este Diario- y hermano de Emilio Grande (h.), periodista de esta Redacción. Su familia es uno de los socios editores de La Opinión.

COLEGIO SACERDOTAL ARGENTINO EN ROMA Antonio Mario comentó que hace 14 meses que se encuentra en la península itálica, de los cuales doce ejerciendo su función específica y los otros dos como preparación al cargo. Sobre la finalidad y razón de ser del Colegio Sacerdotal Argentino, Antonio explicó que “el Colegio es al modo de los que existen en Roma. Lugares, ambientes, comunidades de formación permanente de los sacerdotes, donde van a las Universidades -enviados por los Obispos- a hacer estudios en torno a la Fe, la Teología, la Biblia, el dogma, el Derecho Canónico o la psicología; y que al mismo tiempo se complementa con una vida en comunidad. Esto implica desde comer juntos, la fraternidad, a tener una vida espiritual compartida: momentos semanales de oración común, un retiro mensual, y otro anual. “Por otro lado -continuó- está también la vida pastoral. La clave es formarse de modo permanente y actualizado, que también es parte de la evangelización. El Obispo lo manda ese tiempo al sacerdote, para que después vuelva y sea un servidor cualificado en su Diócesis. La parte pastoral -al interior del Colegio- se cristaliza en diferentes servicios: el mantenimiento de los patios, la limpieza. Y en lo ministerial estar disponible para celebrar una misa en la semana, para atender confesiones, ya sea en la Iglesia Argentina o el servicio en algunas parroquias -pedido por el Vicariato de Roma- donde los días domingos sean necesarias misas o confesiones”, indicó. Sobre la función que desempeña, Antonio señaló que “es el servicio de Rector, o sea el responsable tanto de la Iglesia como del Colegio, ya que no somos una Parroquia. El Colegio es una institución académica que depende de la Congregación para la Educación Católica; este sería el referente de la Santa Sede para la formación permanente”. El sacerdote explicó que también está a cargo de la institución, el servicio litúrgico en la Iglesia Argentina, aunque “acotado, porque al no ser parroquia tenemos la misa durante el día, gente que va a confesarse o a charlar temas espirituales, y alguna vez algún funeral, misa de cuerpo presente, pocas veces matrimonios y alguna vez en el año bautismos a hijos de argentinos”, explicó. Sobre este momento del año, Grande aclaró que “ahora terminó el año académico. Ya terminaron las clases, los exámenes, y muchos ya volvieron a sus diócesis en Argentina. Este año que finalizó éramos 18 sacerdotes argentinos, y a partir de septiembre seremos 20”. Antonio señaló también que los estudiantes pertenecen a 12 diócesis diferentes, del total de 60 que posee la Argentina. Entre ellas está Rafaela, con el presbítero Walter Perelló, que el 4 de agosto asumirá como párroco en San Antonio. Y sostuvo que “el régimen universitario es el mismo de cualquier estudiante laico, con el centro educativo intelectual que es la Facultad. Pero uno no puede vivir solo, más siendo extranjero. Entonces el Colegio se hace responsable de que el sacerdote residente tenga casa, comida, para cuestiones de salud y lo necesario para pagarse los estudios” apuntó. Hizo también hincapié en que ahora el Colegio cumplió 10 años.

A PASOS DEL VATICANO Sobre lo que le significa vivir a pasos del Vaticano, Grande sostuvo que “es una experiencia particular porque Roma es un lugar de convergencia de la historia y la cultura. Pero en el caso mío en particular, es la diócesis del Papa, que en el plan de Dios misteriosamente abarcó todo el imperio romano. Desde allí viene la presencia del Papa en Roma que en comunión con los obispos guía la Iglesia en nombre de Jesús”, indicó. Antonio mencionó que acude al Vaticano, ya que el Papa es además el Obispo de Roma; y que “la diócesis tiene equipos de trabajo, lo que se llaman los dicasterios. La Congregación para la Educación Católica es la que se ocupa de que tanto las Facultades como los Colegios tengan una orientación básica de acuerdo a las propuestas de la Fe. Entonces la relación básica con la Santa Sede es a través de este ente”. Agregó que “por otro lado hay otro ente llamado ARCER, que es la Asociación de los Rectores de los Colegios e instituciones académicas presentes en Roma -somos unas 60 instituciones-, donde se ve más la formación humana, comunitaria, espiritual, y que también tiene un nexo con la Congregación”, indicó. Sobre si se había entrevistado con el Papa, Antonio respondió que “estuve con el Papa tres o cuatro veces en las audiencias generales; y una vez -por motivo de los 10 años del Colegio Argentino- en la audiencia pública, cuando el Papa nombró al Colegio por su aniversario, con una alegría y sencillez que me quedó grabado en el corazón. Fue una experiencia única de menos de un minuto”, confesó el padre Antonio. En razón de que Benedicto XVI ya cumplió 85 años, le preguntamos a Grande, cómo lo ve, a lo cual respondió que “viéndolo físicamente es un hombre mayor por la edad que tiene. Se ve la exigencia, el desgaste por el paso de los años. Pero por otro lado, cerrando los ojos, ese hombre anciano tiene una claridad de conceptos, una fortaleza y una convicción en lo que dice, que conmueve. Es el testimonio de un sabio que, sintiendo el límite de los años, tiene una madurez que transmite y que reúne multitudes”. Continuó, “lo que se decía del carisma de Juan Pablo II con las multitudes no se ha perdido sino más bien reforzado con Benedicto XVI. Algunos dicen que no es una persona atractiva -no hay dos personas iguales-, pero por otro lado tiene otro modo de atraer por esta personalidad cálida, lúcida, con una palabra que enseña y que da sentido”, puntualizó.

LUEGO DE LA AUSENCIA Lo consultamos acerca de cómo ve el país luego de su ausencia, a lo que aludió diciendo que “según lo que uno lee o escucha, daría la impresión de que es un pueblo que vive pero que está buscando respuestas que de alguna manera no terminan de ser satisfechas. Hay democracia, pero falta diálogo y participación; una cierta serenidad para lo básico y para la vida de familia, con lo que implica también la salud, la escolaridad e inclusive lo religioso. Daría la impresión de que hay que seguir buscando maneras más ricas y eficaces”, concluyó.

Sobre el celibato

Dejamos para el final la pregunta más actual pero difícil: si en Roma se habla o se estudia la posibilidad del celibato optativo, o algún cambio en cuanto al régimen del celibato de los consagrados. En vista a hechos notorios sucedidos recientemente en esta parte del mundo -los casos de los obispos Bargalló y Lugo, por citar ejemplos-. Grande respondió que “creo que esta idea de que el celibato pueda ser optativo tiene su tiempo. En cuanto a si hay alguna búsqueda de cambiar el modo actual, no hay. Creo que debería preguntarse el sentido del celibato. Más allá de que es un modo que la Iglesia incorporó en determinada época de su historia, lo hizo por la afinidad con lo que es el rol del ministerio sacerdotal -sea el obispo o el presbítero- en Occidente”. Y agregó que “se habla de los límites del celibato pero poco de los valores que tiene, en cuanto a que Jesús o San Juan Evangelista fueron célibes, y tantos en la historia de la Iglesia han vivido el celibato y lo siguen viviendo. Como el matrimonio es un don, el celibato es un don, que Dios lo da pero debe ser cultivado y correspondido por parte de los hombres. En el contexto son muchos los que lo viven bien, pero eso no se dice”. Y finalizó diciendo que “como algo que en algún momento la Iglesia incorporó también puede sacarlo, pero personalmente creo que la cuestión sería reforzar la preparación y vivencia de aquellos que libremente, con madurez y libertad, elegimos vivir de este modo. El celibato permite una entrega total (en el sacerdocio) que si uno tuviera una familia a cargo debería repartirse”, concluyó.

Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 25 de julio de 2012.

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