Centro de radioterpaia: lo que no se quiere hacer con argumentos falsos

Por Emilio J. Grande.- En recientes semanas esta ciudad fue visitada por el ministro de Salud de Santa Fe, Dr. Mario Drisun, y, separadamente, por el secretario de esa cartera, Dr. Miguel González. Ambos funcionarios aquí convocados por otros temas también se refirieron a un anhelado por años servicio de radioterapia. Especialmente, el Ministro insistió con referencias en contra de ese proyecto, sosteniendo que Rafaela es una ciudad pequeña que no reúne necesarios argumentos sólidos, consistentes para que se construya un centro por la baja cantidad de pacientes que podría atender; por el costo del equipo a instalarse, por la costosa cantidad de personal que requeriría brindar tal servicio, entre otros. Contra ese argumento debemos recordar lo manifestado por el concejal Silvio Bonafede: en 2012 se habían relevado alrededor de 500 pacientes en tratamiento oncológico, residentes en un territorio poblado por unas 250.000 personas entre Rafaela y la región (ver La Opinión del 3 de abril de ese año). Tales consideraciones contrastan de plano con el pensamiento que en su momento había expuesto el gobierno del ingeniero Jorge Obeid, a tal punto que antes de finalizar su mandato en 2007 había elaborado el llamado a licitación para la compra e instalación de la tecnología de radioterapia, intento que el posterior gobierno de Hermes Binner primero cajoneó y finalmente sepultó. Queda claro que la decisión política no se sostiene en una necesidad crucial para combatir la tan temida enfermedad, sino que depende del signo ideológico de quien detenta el poder. Un gobernador justicialista comprendía la urgencia de atender el dolor e intentar la curación de enfermos oncológicos de Rafaela y su extensa zona de influencia, que para tratarse deben recorrer cientos de kilómetros con lo que ello conlleva de molestias y sufrimientos, gastos y pérdidas de tiempo; en tanto que el convencimiento al respecto de dos mandatarios socialistas -primero Binner y ahora Bonfatti- con evidente insensibilidad, sus funcionarios enfáticamente sostienen el “no a la aspiración de Rafaela y sus localidades vecinas”, con argumentos fácilmente rebatibles y realidades que pasamos a exponer, lo que constituye un rotundo mentís. En la edición de este Diario del domingo 25 de mayo último, mi hijo Emilio Oscar firmó una nota titulada “Cómo funciona la radioterapia en San Francisco y Río Cuarto”, transcribiendo las respuestas a preguntas formuladas al doctor Jorge Sar, propietario de sendos centros oncológicos establecidos en las citadas ciudades cordobesas que prestan servicios desde hace varios años. Como son de carácter privado se desprende que si no redituara beneficio económico no existirían. Y cabe acotar que también la ciudad de Villa María de la vecina provincia cuenta con similar centro. O sea, que con relativa cercanía en un sector del centro-este-sur en territorio cordobés, señores ministro y secretario de Salud de Santa Fe, esos tres establecimientos no trabajan a pérdida, atendiendo exclusivamente a enfermos oncológicos. Ante tal contundente realidad de esos emprendimientos del sector privado, doctores Drisun y González, deberían cambiar sus erróneos argumentos para no reiterar el “no a Rafaela”, considerando que aún trabajando a pérdida el Estado tiene la obligación de atender la salud de la población, que con la recaudación a través de impuestos tiene todo el derecho a reclamar lo que merece y no recibe por decisión de este tipo de funcionarios que quizás sí aprueban otros proyectos que le reditúan beneficios políticos. Entre los empresarios y profesionales médicos de Rafaela y zona de influencia, ¿no podrían impulsar la iniciativa para constituir una sociedad con el objetivo de construcción de un centro de radioterapia? ¡Si vecinos cordobeses pudieron, por qué no los rafaelinos! Por empezar, ya se contaría con dos terrenos provinciales: en el actual Hospital del barrio 9 de Julio y en el que proyecta, ubicado al norte de nuestra ciudad.

Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 29 de mayo de 2014.

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