Carta a Soledad Comini, titular de la ONG Florentina

Es en respuesta a un comunicado en el que avalan varias instituciones de Rafaela.

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Por Carlos Balmaceda.- Cuando Emanuel Suárez fue privado de su libertad por jueces como Matías Drivet, que tilda de “fascistas” a ciudadanos que se expresan democráticamente en las calles, usted, Soledad Comini, -de lazos familiares con la mujer del acusado-, fue consultada sobre el caso.

Su propio marido ofició como nexo para que interviniera, considerándola “feminista, pero no extrema”.

Usted estuvo en la casa de Melisa Girardotti, leyó la causa y mirándola a los ojos le dijo que la ayudaría.

¿Qué pasó entre ese acto solidario y la posición de persecución y estigmatización que hoy enarbola frente a los que buscamos la verdad? ¿Qué ocurrió durante este tiempo para que usted traicionara su propia palabra y considerara que los que “presionan” en esta causa y en la de la llamada “manada” de Pilar, pertenecemos a sectores “reaccionarios y conservadores”?

Señora Comini, no hace falta que le explique que los casos de Emanuel y de la “manada” son embustes.

No hace falta que le comente que son solo dos de los que en Rafaela en particular y en Santa Fe en general, se articulan como una caza sistemática del varón.

No es necesario que le mencione los procesos a los docentes Trigatti y Céspedes, el del kinesiólogo Scali, de Leonardo Spies o de alguno de los miles de encarcelados en el penal de Las Flores, donde la inaudita cifra de 20% de encausados por delitos de género, compite con la tasa de 500% de homicidios con que la provincia de Santa Fe supera a la media nacional.

Por si no entendió la comparación estadística, en Santa Fe, asolada por la violencia y el narcotráfico, las agresiones sexuales se reflejan detrás de los barrotes con una trascendencia mayor que la que corresponde a los asesinatos.

Qué decir de las atrocidades judiciales cometidas en estos casos, en los que el propio suegro de Scalli asume la defensa del acusado argumentando que “el primer interesado en saber con quién vivirá mi hija y que tal vez hasta se convierta en el padre de mis nietos soy yo”.

Qué decir del caso Céspedes, en el que un video clave se “pierde” en el juicio y la querella acusa a la defensa por el hecho, cuando el principal perjudicado por la “pérdida” es precisamente el acusado.

Qué del “escrache”, incendio, vandalización, robo y asesinato de las mascotas del profe Juanchi Trigatti, de la golpiza a su mujer y a su hijo mayor a la puerta de los tribunales, y a que a casi dos años de producido el hecho, con cámaras que captaron a los responsables, no haya ni un detenido por estas aberraciones.

Y ni qué hablar del caso Spies, una mentira delirante que tiene en la cárcel a un trabajador por una violación que no existió, y que fue denunciada en supuesta flagrancia por la “violada” mientras decía “el tipo se quiere ir”, con lo que la situación nos muestra a un violador tan estúpido incapaz de escapar después de cometer un abuso, y al que detrás de la denunciante se lo puede escuchar pidiendo que no mienta.

En Santa Fe, durante el año pasado, y hasta el fallo de inocencia de Miguel Notta en el que intervino el doctor Marcos Barceló, noventa y seis casos fueron resueltos por juicios abreviados donde los acusados se declararon culpables. ¡Noventa y seis! Es decir, un abuso estadístico, cientos, y con el paso de los años, miles de vidas arruinadas no solo por la cárcel sino también por un buen nombre y honor que jamás se recuperarán, precio a pagar para que el feminismo que usted encarna pueda blandir la cifra y decir ¿vieron que son todos hijos sanos del patriarcado?

Dejemos para después el asunto de los juicios abreviados y el declararse culpable, donde usted terminará siendo parte activa.

Volvamos entonces a usted y su intervención en el caso Suárez en el que prometió emplear sus contactos, entre los que se cuentan fiscales y jueces para asegurar que –como bien sabemos los que conocemos la causa- se trataba de un problema intrafamiliar, y de que Emanuel “era inocente”.

¿O acaso no recuerda, señora Comini, que usted incluso acercó un testigo a la causa?

De aquella posición usted viró a sugerir que lo mejor era firmar un juicio abreviado, porque “estos casos son muy complicados”.

¿Qué ocurrió en el medio? ¿Usted, feminista, habría defendido a un violador cuando facilitó un testigo y aseguraba que Emanuel Suárez era inocente? ¿O más bien advirtió que la prédica incesante en los medios de la madre y de la mujer del acusado acababa con la credibilidad del movimiento feminista del que usted forma parte?

Digámoslo fuerte y claro: estos procesos son una necesidad ideológica y geopolítica, hay que demostrar, se insiste, que los varones heterosexuales “son hijos sanos del patriarcado”, y con estadísticas en mano seguir pidiendo financiación y partidas de presupuesto para secretarías, ministerios y oenegés como la que usted preside.

Así, de “Emanuel es inocente” usted pasó a “estos casos con complicados, es mejor firmar un abreviado declarándose culpable para salir a los cuatro años”.

Allá usted y su conciencia. La información precedente es absolutamente chequeable, hay testigos, hay fechas, hay chats. No lo vamos a poner en el brete a su marido para que confirme cómo la reunió con Melisa Girardotti, porque al menos tuvo la buena voluntad de hacerlo, pero eso sí, podría usted responder al menos a periodistas como Tincho Lehman, que busca en la casa Florentina las respuestas que la sociedad rafaelina merece y que usted se niega a dar.

Las organizaciones firmantes del comunicado de repudio a los “sectores conservadores y reaccionarios” sostienen que detrás de nosotros hay “poderes” que nos apoyan.

Buen intento, señora Soledad, pero esa mentira es de las más usuales. En el Caso Bongiovanni, de Bahía Blanca, el acusado fue tildado de “catequista abusador”, cuando no era ni una cosa ni la otra, solo para pegarlo a la Iglesia y que de esa manera hordas trotskistas concurrieran a cada jornada del juicio blandiendo carteles de “Iglesia y estado, asunto separado”, mientras los medios partidarios aducían que el clero encubría a Bongiovanni, y que esos “poderosos” en sombras eran los que sostenían su impunidad.

Nadie nos sostiene ni económica ni ideológicamente. No hay cátedras en la universidad que divulguen la ideología de género, como las que sí disponen ustedes, no hay periodistas fuertemente financiadas y legitimadas por el poder como Bárbara Favant en Santa Fe, no se crean decenas de cátedras como ocurre en la Facultad de Derecho de La Plata, todas asociadas al género, no tenemos editoras de género en los medios, no recibimos financiación de nadie, es decir, no tenemos sedes físicas, como la tienen ustedes, sueldos o subsidios.

Entonces, ¿quién es el poderoso aquí, quién anda del brazo de un capital que paga becas, programas de estudios, producciones cinematográficas y televisivas?

Ustedes han llegado con su comunicado al diario porteño Página/12. ¿Sabe qué sucedería si viviendo a diez cuadras del medio me presentara con esta carta para que la publicaran?

Supongo que se lo imagina.

La cuestión central aquí, señora Soledad, es que los casos de Emanuel y la “manada” de Pilar se han convertido en posibles “leading case” que podrían demostrar, -que ya están demostrando- la existencia de las falsas denuncias que ustedes niegan.

Lo novedoso aquí es que periodistas como Tincho Lehman, Hugo Isaak y Pablo Benito, todos de Santa Fe, se han comprometido a decir la verdad, que abogados con alma de quijote como Marcos Barceló asumen estos casos, y ustedes, en vez de aceptar que se han iniciado como falsas denuncias, las niegan de plano.

Para esto, como aconsejaba Goebbels, hay que mentir, mentir, para que algo quede.

Somos un puñado, señora Comini. Familiares sueltos, sin medios, obligados a vender propiedades, a trabajar el doble para costear procesos judiciales, a quitarle horas a su trabajo para emprender esta lucha.

Comunicadores convertidos en apestados para el sistema de medios una vez que tocamos estos temas, y que no obtenemos ninguna recompensa monetaria por hacerlo.
Y ustedes, Goliat, vienen a tachar a estos David de poderosos.

Por favor, señora.

Admítalo. Su molestia es que una humilde producción de YouTube donde se muestra la falsedad del caso de la “manada” se presente al mundo con la potencia de la verdad.

Admítalo, sus volteretas en el caso Suárez hablan de conveniencia, presiones y mentiras, jamás de dignidad, convicciones y verdad.

Admítanlo todos los firmantes de ese comunicado: en sus manos y en sus corazones hay sangre. De los suicidados por “escraches” y falsas denuncias, de presos inocentes, de censurados y perseguidos.

Que el famoso banco rojo de Rafaela represente de ahora en más el color de esa sangre de inocentes que ustedes siguen vertiendo.

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