Aarón Castellanos: un verdadero heraldo del progreso

Fue el encargado de organizar la primera colonia agrícola del país al otro lado del Salado en lo que hoy es Esperanza, a poco de haberse dictado la Constitución. Fue un pujante hombre de empresas que advertía con inquietud las vastedades yermas y entendía que el cultivo de la tierra nos haría crecer, como lo fue.

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Por Ricardo Miguel Fessia.- El nombre está muy vinculado a todos nosotros los habitantes del centro de la provincia de Santa Fe y los que descendemos de aquellos inmigrantes.

Calles, instituciones y clubes llevan su nombre. Fue nada menos que el encargado de organizar la primera colonia agrícola del país al otro lado del Salado en lo que hoy es Esperanza, a poco de haberse dictado la Constitución (1853).

Aarón Castellanos nació en Salta el 8 de agosto de 1799. Eran sus padres Marcos Castellanos Jáuregui y Magdalena Velasco. Fue oleado, como complemento bautismal, el 19 de noviembre de 1799 por el maestro don Ignacio López y Zeballos porque había sido bautizado con agua de socorro por don José G. Silvestre. Los antepasados se encontraban establecidos en la zona de Salta desde el siglo XVIII.

Nació formando parte de una aristocrática familia en Salta y pasó su infancia en su ciudad natal, Salta. Era hijo único. Sus abuelos paternos, Juan Bautista Castellanos Zerda y Matilde Jáuregui Bernal eran también salteños, lo mismo que su bisabuelo Lorenzo de Escobar Castellanos y su tatarabuelo Tomas de Escobar Castellanos nacido en 1674.

Siendo muy joven se enroló en “Los Infernales”, donde alcanzó el grado de teniente, bajo las órdenes del general Martín Miguel de Güemes, participando en las guerras de la independencia contra los realistas en el Alto Perú. Luego participó en el comercio minero con el Perú, donde hizo fortuna al trabajar en la mina de oro y plata de Pasco, la más importante de la región.

Propuso en cierta oportunidad la exploración del Río Bermejo con el objetivo de conocer su navegabilidad, para establecer una rápida forma de comunicar Salta con Buenos Aires, a través del curso de los ríos Paraná, Paraguay y Bermejo. Sin embargo, la propuesta redujo su importancia luego de 1810, debido a los problemas internos de la época. A pesar de las problemáticas, el proyecto fue aceptado en 1824 y Castellanos propulsó la exploración del Bermejo, junto a Victoriano Sola y Pablo Soria. La nave de madera, calafateada con betunes minerales obtenidos en la región del Bermejo, comandada por Pablo Soria llegó al Río Paraguay el 12 de agosto de 1826 luego de defenderse durante varios días del acoso de los aborígenes del Gran Chaco. Pero al llegar a Naumburú fueron detenidos por las tropas del dictador paraguayo Gaspar Rodríguez de Francia, quienes le obligaron a entregar la nave con sus instrumentos y planos. Luego de un largo cautiverio en aldeas remotas del territorio paraguayo, en 1830 Soria pudo regresar para dar razón de su expedición, basado solamente en su memoria pues los planos confeccionados se perdieron para siempre.

Castellanos no formaba parte de esa expedición, pues se casó en Buenos Aires en 1826 y en 1829 le prestó 50.000 pesos fuertes españoles al gobierno de la provincia de Salta con la garantía del gobierno de Buenos Aires, aunque este dinero nunca le fue devuelto.

A poco de regresar a la Argentina de un viaje por tres años recorriendo Europa, Castellanos propuso la construcción de un ferrocarril que uniese las ciudades de Rosario y Córdoba. Hacia 1852 ideó y presentó ante el gobierno un proyecto cuyo objetivo era poblar parte de la Patagonia, el territorio comprendido entre los ríos Negro y Chubut; sin embargo, esta propuesta fue rechazada.

El 15 de junio de 1853 Aarón Castellanos y Manuel Leiva, quien era el ministro de gobierno de la provincia y actuaba en representación del gobernador Domingo Crespo, firmaron el primer “contrato de colonización agrícola” de la provincia de Santa Fe, en el que el colonizador se comprometía a poblar la zona con familias europeas y agricultoras, a cambio de que el gobierno les otorgara, bajo el sistema de la subdivisión de la propiedad, una porción de tierra a cada una de ellas

Entre el gobierno de Santa Fe y el mismo Castellanos se eligieron los terrenos donde se radicarían los inmigrantes: la margen oeste del río Paraná ofreció el gobierno en tanto que el empresario pretendía ambas márgenes del río Salado y al norte del pueblo de San Javier. El gobierno provincial asumía el compromiso de entregar a cada familia extranjera veinte cuadras de tierra fiscal, que les pertenecerían a los cinco años. Cada contingente de pobladores estaba integrado por doscientas familias, a cada una de las cuales se les entregaba un rancho, instrumentos para el trabajo agrícola, víveres, semillas de algodón, tabaco, trigo, maíz, papa y maní para sembrar un terreno de diez cuadras; también se les entregaban bueyes y caballos, para facilitar el trabajo.

Gracias a su trabajo se formó la colonia agrícola Esperanza, que incentivó el poblamiento de la provincia de Santa Fe al lograr que doscientas familias europeas se radicaran allí, a las cuales el gobierno les entregó 33 hectáreas de tierra, semillas y herramientas para su trabajo. Hacia 1861, los cultivos de la colonia alcanzaron la cantidad de 5.400 hectáreas, en las que se cultivaban trigo, cebada, maní, maíz y otros cereales.

Añoso y con algunos achaques, Castellanos falleció el 1 de abril de 1880 en Rosario. Al día siguiente de su muerte, el periodista Ovidio Lagos escribió en el diario La Capital: “La sociedad de Rosario está de duelo, la República debe estarlo, reconociéndolo también como un verdadero heraldo del progreso”.

Recibió sepultura en el lugar donde actualmente se halla la Estación del Central Argentino, pues en ese sitio estaba el cementerio. Cuando se construyó la estación ferroviaria se trasladaron todos los restos que se pudo al cementerio de «El Salvador». Los que no se pudo, ahí se quedaron. De forma tal que no se sabe a ciencia cierta si efectivamente han sido o no trasladados sus restos.

El pueblo de Aarón Castellanos, en la provincia de Santa Fe, lleva su nombre en su honor gracias a su hija, Mercedes Castellanos de Anchorena, quien realizó una petición en la que solicitaba que la Estación Soler cambiara su nombre por el de Aarón Castellanos. (1)

La escuela secundaria de la localidad de Plaza Clucellas tiene como nombre Aarón Castellanos

Castellanos contrajo matrimonio con Segundina de la Iglesia y Castro (Tigre, 2/ene/1810, Buenos Aires, 1/oct/1883) el 17 de junio de 1826 en la ciudad de Buenos Aires. Era hija de Juan Joaquín de la Iglesia y Camacho, nativo de Cadiz, y de Juana Mauricia del Castro Castillo (Tigre, 26/sep/1774).

Tuvieron una extensa prole de la que no todos pudieron llegar a la juventud. Fueron sus hijos: Ezequiela (17/abr/1827, – 28/mar/1899), Joaquín Nicolás, Aaron Dionisio (20 mar 1830), Magdalena Mauricia (27/ago 1831), Elena Agustina (28 Ago 1833 – 19/ene/1899), Ladislao Marcos Aarón (6/oct/1834 – 21/sep/1884), Secundina Paula (25/ene/1836 – 17/may/1844), Lucila Catalina (25/nov/1837 – 9/jun/1889), Juliana Belén (28/ene/1839 – 1905), Condesa Pontificia María Lina de las Mercedes (23/sep/1840 – 9//jul/1920), Sofía (6/sep/1841 – 28/abr/ 1924), Miguel Matías (23 Feb 1843 – 19/jun/1927), Alberto Agustín (27/abr/1844), Máximo Carlos (2 sep 1845) y Emilia Elisa (28/ago/1848).

De ellos, Miguel se casó con Angela Cullen, hija de José María Cullen; ambos vivieron en Rosario y están enterrados en la Iglesia que ellos costearon en San José de la Esquina de la diócesis de Rosario.

Mercedes, en 1844, se desposó con Nicolás Hugo de Anchorena (1/abr /1828 – 23/abr/1884), llegando a ser Condesa Pontificia por las buenas obras que hizo construir, entre ellas la Iglesia y convento del Santísimo Sacramento en Buenos Aires. Siendo ya muy mayor y al dificultarle su traslado seguía desde el balcón de su casa frente a la plaza San Martín, el actual Palacio San Martín, sede de la Cancillería, el servicio religioso de la misa. Tuvieron 8 hijos: Nicolás María Seviliano nacido en 1866 y murió en 1889. Mercedes Benita, nacida en 1869 y fallecida en 1869. Mercedes Dionisio que nació en 1871 y murió en 1890. Amalia Valentina nacida en 1872 y casada con José Blaquier. Matilde nacida en 1875 y casada con Carlos Ortiz Basualdo y después con Francisco Pedro Verstraeten; Josefina nacida en 1876 y casada con Enrique Larreta y Mazo. Aarón Félix, nacido en 1877. Enrique Justino que nació en 1879, casado con Celilia Cabrai Hunter; Emilio Ernesto, nacido en 1880 y casado en 1904 con Leonor Uriburu y Teresa Pinto.

Poco antes de morir, en 1876 hizo publicar en Rosario un folleto titulado «Colonización de Santa Fe y Entre Ríos».

Tomamos algunos párrafos en donde hace una autobiografía de algunas de sus empresas. Recuerda que en 1829 prestó al Gobierno de Salta dinero efectivo bajo garantía del Gobierno de Buenos Aires, que era Lavalle y que para 1877 aún se le debía un préstamo. Ello es más que elocuente para demostrar que con apenas 30 años ya disponía de una buena fortuna. Un hombre de negocios como él no se le podía escapar que este tipo de préstamos, con una alta inestabilidad políticas que bien es definida como anarquía, la posibilidad de obtener un retorno es, por lo menos, aventurada.

Dice el mismo Castellanos: “La caída de la Presidencia de Rivadavia produjo, se puede decir, una larga noche de 24 años, en cuyas tinieblas desaparecieron todas las empresas ya mencionadas y el aspecto grandioso que había arruinado el país. La guerra civil con todos sus horrores produjo al fin un Dictador (Rosas), con el nombre de Restaurador de las Leyes que acababan de destruir; luego cambiando con el de Héroe del Desierto y finalmente reuniéndolo todo se le confirió el de Jefe Supremo de la Nación parodiando a Francia (Presidente) de Paraguay. Así quedó el país condenado a criar vacas y nada más.

Con esta convicción, que todo el mundo participaba de ella igualmente, yo de mi parte, sin esperanza alguna de ver empezado en el país lo que a gritos se pedía, ferrocarril e inmigración, me trasladé a Europa con toda mi familia con el doble objeto de educar a mis hijos.

Allí me encontraba cuando cayó Rosas, (1852); y, sin pérdida de tiempo, dejando mi familia en París, lugar de mi residencia, me trasladé a Londres, donde me puse en relación con una casa bancaria; que, aunque allí (en Londres) nadie oye ni presta atención a lo que no es de presente, obtuve sin embargo la deferencia de ser escuchado.

Mi objeto era pues proponer un ferrocarril del Rosario a Córdoba.

Vine a Buenos Aires con el proyecto de colonizar el Sur de la República, pero se lo estorbaban. Con harta pesadumbre al ver fallido el primer paso que daba en materia de colonización dejé a Buenos Aires y me trasladé a Santa Fe.

Propuse pues poblar el Chaco con 1000 familias agriculturas traídas de Europa: no para guardar sus fronteras de (Santa Fe), ni sus haciendas, porque ni una ni otra cosa había, desde que los indios eran dueños absolutos, hasta de los suburbios de la ciudad; pero sí para cubrir una parte de sus fértiles campos con agricultura.

Por fin hice el contrato con el Gobernador que lo era el muy respetable señor D. Domingo Crespo, comprometiéndome a traer 1000 familias agriculturas de Europa de grupos de 200, con cinco individuos de diez años arriba, cuando menos, cada familia.

Terminado mi contrato con Santa Fe, regreso a Buenos Aires a aclarar mi cobro (el del empréstito).

Instalado el Gobierno Nacional en el Paraná en 1854 me trasladé allí».

Respecto a lo llevado adelante para la instalación de una colonia agrícola, la actual Esperanza, relata: “A mi intento me es indispensable recordar los esfuerzos personales y pecuniarios que me cuesta esta colonia.

Recorrer por Europa los principales centros de inmigración. Elegir en ellos familias morales y robustas, inteligentes e industriosas. Vencer la resistencia que siente todo hombre, por desgraciado que en su propio suelo sea, para romper el vínculo que a él lo liga y lanzarse tras de un porvenir obscuro a un mundo distante y desconocido. Constituirse uno garante para con ellos de un futuro risueño, empeñar para ello su fe y allanar toda dificultad ante su paso por medio de erogaciones cuantiosas de dinero.

Todo esto señor, requiere más paciencia, demanda más penalidad que los que yo podría referir en muchos pliegos.

Pero yo los sufría con la energía que me inspiraban el deber contraído con el Gobierno de Santa Fe, por medio del solemne contrato de 15 de junio de 1853 y con la profunda convicción de que rendía a mi país uno de los más importantes servicios. Tres años de perseverancia me han valido la satisfacción de ser el primero en presentarse en el interior de la Confederación Argentina con un grupo de inmigrantes, notable por su número, su capacidad intelectual y corporal».

Aarón Castellanos fue un pujante hombre de empresas que advertía con inquietud las vastedades yermas y, por ello, entendía que el cultivo de la tierra nos haría crecer, como realmente lo fue.

A su iniciativa se fundó la primera colonia agrícola que tuvo la provincia de Santa Fe y entre fines de enero y principios de junio de 1856 llegaron las primeras 200 familias europeas.

Es cierto que no son pocos los que en la actualidad desconocen de esta empresa y de estos pioneros ya que, cierta prisa, los llevan detrás de esos que acaudillan multitudes y mezclan su nombre a los acontecimientos ruidosos. También debió soportar temporales políticos que impedían planificar y en ocasiones fue tentado por negocios ligeros, pero siempre se mantuvo aferrado a su idea de país pujante que no se quedó en el pensamiento solitario soñando situaciones límbicas, ni se encerró en cuatro paredes para escudriñar los secretos de la historia o ensayar los milagros de la ciencia; por el contrario, fue un hombre de acción, un hijo de sus propias obras como los héroes de Smiles, esos paladines del trabajo, de la perseverancia, del espíritu de sus empresas.

Sus trabajos y su vida, consagrada por entero a la labor fecunda.

(1) El pueblo fue fundado el 21 de febrero de 1911 por Ángel Leanes en nombre de la señora Mercedes Castellanos de Anchorena por poder otorgado el 23 de marzo de 1903, para que, actuando en su nombre, funde en la Estación Soler, del Ferrocarril Pacífico, el pueblo que se denominará Aarón Castellanos, en homenaje al fundador de la Colonia Esperanza, con la que se inició la colonización en Santa Fe.

En ese entonces, la comunidad franciscana tenía una gran presencia en esta zona, donde además de su tareas religiosas y espirituales fueron los encargados de controlar y administrar todos los materiales que enviaba la Sra. Anchorena para la construcción del convento para misioneros, lo que fue aprobado tan sólo un mes después -el 29 de abril de 1903- de la fundación del pueblo por el Obispo de Santa Fe. Más tarde se construyó la Iglesia y posteriormente el hospicio.

La localidad esta ubicada en el departamento General López a 449 km de la ciudad capital de la provincia Santa Fe.

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