Otra imagen de la Virgen de Itatí también llora

Es la tercera y el misterio se da en la casa de calle Buffa 1280 del barrio Villa Dominga de Rafaela. En Siracusa (Italia) está la Madre de las lágrimas. Una figura del corazón inmaculado de María derramó lágrimas durante cuatro días en 1953. Se formó una comisión de médicos y analistas por encargo de la curia arquidiocesana sumado a los testimonios, las pruebas de fotografías e imágenes filmadas. Los obispos de Sicilia llegaron a una conclusión unánime.

Por Emilio Grande (h.)

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Por Emilio Grande (h.).- El jueves 17 de mayo pasado Mónica Heypke -vive en el barrio Mora-, cuñada de Raquel Benítez, le llevó una imagen de la Virgen de Itatí a su casa de calle Buffa 1280 del barrio Villa Dominga, pero al poco tiempo de estar allí también empezó a llorar, según el testimonio que brindó Raquel durante una entrevista el sábado último en el programa «Sábado 100» por radio Sol (FM 90,9) conducido por quien firma esta crónica. «Esto generó nervios y alboroto entre los presentes que en ese momento estaban rezando, pero nos da mucha paz y tranquilidad porque la familia está unida espiritualmente, me cambió mi vida, tuve que aprender a rezar el rosario», destacó, quien está haciendo catequesis de primera comunión y confirmación en la parroquia San Pedro. Ahora son tres las imágenes que lloran en esa vivienda de Rafaela: primero fue la Virgen de Itatí el 2 de enero de este año, hace casi cinco meses; la semana pasada se sumó una estampita de Jesús (el martes 15 de mayo) de lo que se publicó el jueves último en La Opinión y ahora otra imagen de la Virgen bajo la misma advocación. En la mañana de ayer, este cronista estuvo personalmente durante el rezo del rosario en el que participaron varias mujeres poniendo varias intenciones, mientras lloraban las tres imágenes. Los horarios de visita son de lunes a viernes de 9 a 12 horas y de 16 a 18. Y agregó: «Me hubiera gustado que viniera algún sacerdote de la Iglesia local para que me diera explicaciones sobre el significado de las lágrimas». A decir verdad, cada uno puede hacer sus interpretaciones de este misterio de fe sobre el sentido del llanto de la Virgen María, que es el lenguaje del dolor de la cruz: cuando una madre llora es señal que puede haber agotado los argumentos para hacer volver a sus hijos sobre el recto camino que nunca debieron apartarse. Tiene que servir a todos para reflexionar y orar por tantas incomprensiones que existen entre nosotros: egoísmos, injusticias, angustias, guerras, homicidios, explotaciones, abortos, adicciones y cada uno puede agregar otros pecados… Estas miserias humanas se circunscriben en tres vicios muy comunes: el poder, el tener y el placer. ¿Cada uno puede hacer su autocrítica?

Cuáles serían los pasos a seguir en este misterio

Frente a una realidad manifiesta de este misterio de fe con tres imágenes que lloran en Rafaela (primero fue la imagen de la Virgen de Itatí hace casi cinco meses, la semana pasada una estampita de Jesús y ahora otra imagen de la Virgen bajo la misma advocación), se puede exponer cuáles fueron los pasos seguidos en una situación similar con la «Madonna delle lacrime» (Madre de las lágrimas) en la ciudad italiana de Siracusa (Sicilia) hace casi 60 años. El humilde matrimonio del obrero Angelo Iannuso y su esposa Antonina Giusto, fue recipiente de un maravilloso regalo de la Virgen María. No se trata de una aparición sino de un prodigio que ocurrió en su dormitorio el 29 de agosto de 1953. Una figura del corazón inmaculado de María, de yeso con relieve, que colgaba encima del lecho matrimonial, derramó lágrimas durante cuatro días. Por este motivo, fue formado un tribunal eclesiástico hacia fines de septiembre de 1953 para iniciar el proceso histórico-canónico, interrogando a 189 personas, quienes bajo juramento afirmaron haber sido testigos oculares de estos hechos. El 1 de septiembre de ese año arribó al lugar una comisión de médicos y de analistas por encargo de la curia arquidiocesana, permaneciendo la citada comisión en la casa y pudo retirar más de un centímetro cúbico del líquido que salió de los ojos de la imagen. Expuesto al análisis microscópico, el líquido resultó tener pruebas de proteínas y sales de ácido úrico de las décimas sustancias, es decir aquellas que se encuentran en las lágrimas de un adulto y de un niño. Así el líquido aparecido en los ojos de la Virgen tenía análoga composición de las lágrimas humanas, verificándose así científicamente. Además, son importantes las pruebas técnicas. El ojo humano podrá también sugestionarse pero el ojo mecánico de la máquina fotográfica y de la cámara de cine deja de lado aquello que está ligado al corazón y el sentimiento humano. Dos fotógrafos tuvieron la Providencia de tomar con sus objetivos el momento del lagrimeo, resultando visibles la traza de las lágrimas en el lento recorrido que va de la cavidad orbital hasta el cóncavo de la mano, puesta a sostener el corazón. También Nicola Guarino con una filmadora de 9,5 mm grabó algunos metros de película durante uno de los momentos del lagrimeo. Después de haber escuchado el extenso relato de monseñor Ettore Baranzioni -arzobispo de Siracusa-, los obispos de Sicilia reunidos en la habitual conferencia episcopal en Bagheria (Palermo) llegaron a una conclusión unánime con la decisión de no poner en duda la realidad del lagrimeo de la imagen del corazón inmaculado de María, el 12 de diciembre del mismo año. El 17 de octubre de 1954 el papa Pío XII concluyó el encuentro mariano de Sicilia, pronunciando unas palabras memorables: «María está en el cielo eternamente feliz y no sufre ni dolor ni tristeza, pero Ella no permanece insensible, pues siempre nutre amor y piedad por el pobre género humano, aquí fue dada para madre en cuanto dolorosa y lagrimeando parada a los pies de la cruz». El Dr. Michelle Cassola, uno de los médicos responsables de la comisión que analizó las lágrimas, que se declaró ateo, pero hombre recto y honesto desde el punto de vista profesional, no negó nunca la evidencia de las lágrimas. Veinte años después, durante la última semana de su vida, ante la presencia del relicario donde fueron selladas las lágrimas que él mismo había controlado con su ciencia, se abrió a la fe y recibió la eucaristía. En el año 2003, un enviado especial de Juan Pablo II concluyó las celebraciones del año mariano de Siracusa en el santuario de la Virgen de las Lágrimas, 50 años después del milagro. El santuario había sido consagrado por el mismo Papa en 1994, teniendo una cripta inferior y un templo superior con 94,30 m de altura y 71,40 m de diámetro; la superficie total es de 4.700 m2 con capacidad para albergar a 14.000 personas.

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