Navidad en clave A

La casa Argentina la construimos entre todos. Si desde esta Navidad, Estado y ciudadanía decidiéramos edificar una Argentina seria, en la que la corrupción fuera lacra superada, la justicia garantía para todos, el amor al trabajo una pasión, el culto a la verdad sinónimo de argentinidad.

Por Eugenio Magdaleno (Buenos Aires)

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La Navidad convoca a grandes y a chicos; hermana razas; une credos y atempera divergencias políticas. Ni los férreos años del estalinismo pudieron silenciar la celebración navideña. De Moscú a Vladivostok, Rusia sonreía en sigilo, pero sonreía, en cada Navidad. Navidad es sinónimo de paz, de alegría, de celebración, de encuentro familiar, de perdón. Aún en las guerras, los cañones enmudecían ese día. Los soldados de ambos bandos, superando sus ideologías y militancias, se reunían en las húmedas trincheras a compartir y a brindar, por ser la fiesta de todos, la Navidad.
El Niño Jesús es el corazón de toda Navidad. María y José la hacen posible. La Navidad que José y María nos regalaron nació de un proyecto elaborado, trabajado, sufrido, consultado y cumplido hasta el agotamiento. Desearía que esta Navidad 2009 la viviéramos de cara al país, tomando conciencia de nuestras crisis y esbozando un proyecto de patria que abrace y beneficie a todos los Argentinos. Por eso les deseo una Feliz Navidad en clave de A, Argentina. VIVIMOS A LA INTEMPERIE Desde la década del treinta, a hoy, la Argentina viene sumando fracasos políticos de mayor o menor gravedad. Estos, han ensanchado las fronteras de la pobreza y acrecentado el desaliento ciudadano. Sometidos a una justicia hecha a la medida del poder y a su incondicional servicio; una justicia cansina y arbitraria. Maniatados por un sindicalismo verticalista, de unicato monárquico. Sindicalismo prepotente y corrupto en su habitual obrar. Una clase política, los peronistas y los otros, atomizada, que dedica más energías a los intereses personales, del partido o a infantiles trifulcas interpartidarias, que a defender los intereses de quienes les votaron. Una educación en franca y acelerada decadencia. Decadencia que golpea inmisericordemente a las clases sociales de menos recursos, atándolos a la caja del poder, sutil esclavitud. El país vive a la intemperie ética. El frío, el hielo ético, cala más hondo, que las escarchas de julio o las celliscas patagónicas. El frío ético está desolando nuestra hermosa casa nacional, Argentina, por la creciente hipotermia moral y el imperio de la corrupción.Las calles invadidas y cortadas por hordas amenazantes. Se impide la libre circulación, el acceso al trabajo; se cercena la productividad. Ciudadanía democrática, rehén de cuatro inadaptados, que hacen de la violencia una profesión y de la vagancia un oficio. Un Estado humillado por el terrorismo callejero de cada día. Así las cosas, en Argentina, pronto tendrá más valor un prontuario, que un curriculum. ARGENTINA, ¿QUÉ DICES DE TI MISMA? Tenemos conciencia de ser una Nación, en la que por la extensión y la riqueza que encierra puede augurar bienestar a sus habitantes. Somos conscientes de la valiosa materia prima que poseemos o que podríamos producir. Riquísimos en agua dulce, en el futuro será tan valiosa y codiciada como el petróleo. Estamos en lo más austral del hemisferio sur. Codiciable ventaja que nos aleja del norte, concentrador de poder militar, por lo tanto, zona de posibles conflictos armados con alta y mortífera tecnología. Ni qué decir del valor de nuestra cultura y de la excelencia de nuestros profesionales, etc. En estos últimos sesenta años la República ha sido gobernada por grupos políticos o militares de diverso perfil y de tendencias sociales dispares. Hemos vivido en clave P. Un peronismo vario pinto y tan diferente entre sí, que ni se reconocen: el peronismo del 46; el del 73, marxista y guerrillero; la triple A fascista y el peronismo liberal de los 90, que tuvo aciertos. Pero todos, de una forma y otra, degustaron el fracaso. Experimentamos la clave M, militares. Se retiraron en botes salvavidas. La clave R, radicales, los puros, los del 83. Sabemos bien a dónde nos llevaron. También se nos gobernó en clave R.A., radicales con alianzas. Mejor no recordar su precoz y estruendoso derrumbe. Ahora vivimos bajo la clave K, sinónimo de autoritarismo e intolerancia. El simple disentir es pecado de lesa democracia, por lo tanto, conspiración desestabilizadora. Un sistema que cultiva esmeradamente las fobias, los resentimientos. Hace gala de defender a los desaparecidos. Sería aplaudible, si se hiciera por compasión y justa memoria. Pero se hace porque es factor de poder y otorga rédito político. Es vergonzoso que alimentar el rencor, sea pilar de gobierno. Otro tanto sucede con la altisonante defensa de los derechos humanos. En sí es para aplaudir y felicitar, y nos unimos a esa defensa, pero no la revistamos de incoherencia, hipocresía y parcialidad. Derechos tienen también los humanos que camino de su trabajo son víctimas de robos, asaltos y muertes; ó los que en sus casas, son acribillados ante los hijos; los jueces presionados y condicionados; militares, culpables o inocentes, encarcelados y condenados, sin juicio, ni defensa; y los medios de comunicación, etc. CONSTRUYAMOS NUESTRO HOGAR Nos preocupa y alarma que los diversos gobiernos que Argentina tuvo en este último medio siglo hayan concluido decepcionando a la ciudadanía y comprometiendo el crecimiento del país. Nuestros vecinos padecieron crisis como las nuestras, pero las superaron y hoy crecen. Nosotros en muchas áreas decrecemos. ¿Cómo superar nuestra crisis? ¿Cómo trascender la mediocre y mercantilizada política partidista e instaurar una política eficiente, honesta, productora, patriótica y servidora de todos? A José y a María se les cerraron todas las puertas, incluso las de sus parientes. Tuvieron su crisis, pero eso no les impidió regalarnos la primera navidad. Cayendo la tarde, casi con la noche a cuestas, dexosidaron su memoria y se acordaron del establo. José se arremangó: adecentó el portal; buscó leña en la oscuridad y revistió de decencia y de cariño la cruda pobreza. Para ellos la crisis fue una oportunidad. La aprovecharon.Y nosotros, ¿cómo superaremos la crisis? Como ciudadano de a pié, me atrevo a expresar en voz alta algunas sugerencias: v Nuevo político. La Democracia, no siendo panacea de males, es la mejor forma de gobernar. No hay democracia sin políticos. Pero ¿qué políticos? Intelectualmente preparados, éticamente probados, laboralmente exigidos. Un político que le interese más la Patria que su partido, que sus amigos, que sus punteros. Lo mismo diría de los sindicalistas. La libre asociación sindical es el derecho de todo trabajador y garantía democrática. Que el político, el sindicalista que llegue a su cargo por “meritocracia” y no por favoritismo o por “cacocracia”. Políticos, sindicalistas que conozcan y valoren más lo que nos une, que lo que nos diferencia. Que tengan presente que Argentina es la casa de todos. Hombres y mujeres ajenos a toda corrupción. v Proyecto nacional. Somos especialistas en improvisación; en hacer cambios sin saber por qué, ni para qué. Vivimos atrapados en la permanente coyuntura. No somos serios, ni creíbles. Es urgente hacer un proyecto de nación, a corto, mediano y largo plazo. Saber qué somos, a dónde queremos llegar, con qué recursos y en cuánto tiempo. Este proyecto debe nacer del discernimiento ciudadano que involucre a todos. El Bicentenario, nos sorprende en lamentable y peligrosa decadencia. Es buena ocasión para convocar a una Asamblea multisectorial que elabore un Proyecto nacional, el Pacto del Bicentenario, suscrito por todas las corrientes sociales, culturales, políticas, sindicales, económicas, religiosas, etc. Pacto vinculante. Esté, quién esté en el gobierno, debería cumplir con los grandes lineamientos del mismo. v Educación de excelencia. Creo firmemente que hoy la gran industria, es la del conocimiento, la del cultivo de la inteligencia. Las mejores fábricas son las escuelas. Las materias primas seguirán siendo una riqueza, pero sin educación de nivel y para todos, seremos incapaces de dar valor agregado a nuestras materias primas. Un invento, un producto nacido de la inteligencia, supera en valor a toneladas de materias primas. Sin educación, aunque exportáramos mucho estaríamos en el equipo de los perdedores. La educación de calidad reclama horas aulas anuales y presupuesto generoso. Es para aplaudir que, recientemente, se haya elevado el presupuesto para educación al 6%. La educación de excelencia la hacen docentes preparados, actualizados, dedicados y justamente remunerados. La hacen los padres que ven en la escuela un complemento indispensable de la familia y en los docentes, colaboradores a quienes agradecer. Debemos propiciar una escuela que no solo forme para la universidad, sino que inculque la solidaridad y prepare para el ejercicio del liderazgo. Una escuela que promueva la formación técnica. v Achicar el estado. El Estado debe ser fuerte, tener peso; Estado defensor de la producción nacional. Un Estado que aliente la inversión privada, nacional y extranjera, sostenida en una jurisprudencia internacional que merezca confianza. Esto, daría estabilidad, competencia y libertad a toda inversión. Pero el estado no se hace fuerte, por el contrario se debilita y fracasa, cuando se rodea de una pléyade de funcionarios no necesarios. Personas que ocupan puestos por ser familiares, por pertenecer al partido, etc. Su presencia es pago de favores o compra de voluntades ¿Qué formación tienen?; ¿qué estudios han hecho?; ¿están familiarizados con las nuevas tecnologías?, ¿cuál es su perfil ético? Los diputados no deberían tener asesores personales. Los asesores, deberían ser de las Cámaras. Hombres y mujeres; técnicos y especialistas en diferentes disciplinas; de diversas ideologías. Los mejores. Se les consulta por un tema o proyecto puntual, reciben sus honorarios y acaba su dependencia de las Cámaras. Un Estado ligero de equipaje. v El Poder Ejecutivo. Debe dedicar sus mejores horas de trabajo al país, no a la política partidaria; asegurar el bien de los ciudadanos, todos, especialmente los pobres y no a tertulias ociosas con sus correligionarios. Propongo la idea de que el ejecutivo gobierne durante cuatro años y no pueda ser reelegido. De lo contrario de los cuatro años, al menos uno o más, lo dedica a la campaña de la reelección. Y el país ¿qué? v Apertura al mundo. Una Argentina grande debe estar abierta al mundo entero. Necesitamos exportar; necesitamos aprender a construir entre todas las naciones un mundo de paz y de progreso sostenible. Todos somos necesarios. En un mundo globalizado uno puede ser de derechas y mantener relaciones óptimas con la izquierda y viceversa. A los inteligentes las diferencias no les asustan. Creen más en las similitudes. Cultivar la amistad sólo con determinadas naciones, cultoras de un populismo trasnochado e hipócrita, es peligrosa miopía y servil decisión. Condena al aislamiento. Nuestras relaciones con el mundo globalizado deben sustentarse en el respeto recíproco, en la defensa de la democracia participativa y en un pluralismo político que abrace a todas las naciones. Amor al trabajo. El trabajo, además de ser una forma digna de ganarse la vida, es una escuela de aprendizaje y de actualización; una envidiable terapia. En él se apoya y de él depende el corazón productor del país. Mucho debe hacer el Estado, la familia y la escuela para inculcar el amor al trabajo, valorar la dignidad que otorga a la persona, más allá de la profesión o del oficio. El trabajo escasea, pero las ganas de trabajar no abundan. Es lastimoso que el estado sea promotor de la ociosidad y de la vagancia. Habrá que ayudar, en ciertos casos. Pero es condenable que la gente sea rehén político de esa beneficencia. Recompensar y exaltar el esfuerzo, el empeño puesto en el cumplimiento de una misión. Para competir internacionalmente no es suficiente trabajar y producir. Hay que hacerlo con calidad competitiva y en los tiempos estipulados. La casa Argentina la construimos entre todos. Si desde esta Navidad, Estado y ciudadanía decidiéramos edificar una Argentina seria, en la que: v la corrupción, fuera lacra superada; la justicia, garantía para todos; el amor al trabajo, una pasión; el culto a la verdad, sinónimo de argentinidad, celebraríamos una Navidad en clave A.

Eugenio Magdaleno. El autor es Hermano Marista, director del Colegio Champagnat de Buenos Aires. Vino varias veces a dar charlas al Colegio San José de Rafaela.

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