El que mucho «aprieta», es porque poco abarca

Se trata de una carta de lectores de Higinio Beccaría publicada en el diario La Opinión en referencia al levantamiento del programa «Sábado 100» que conducía Emilio Grande (h.) en Mitre, actualmente en Red del Plata (104,3).

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Sr. Director:

Señor director: Agradezco desde ya la publicación de estas reflexiones a la que me han llevado los hechos que, de un tiempo a esta parte, vienen ocurriendo, sin que quienes tenemos el deber como ciudadanos libres, de expresar nuestras ideas, no pretendan ser cercenadas por los ignorantes y estúpidos patoteros que se sienten poderosos. Quiero traer del recuerdo de mi infancia, (allá por los años l947/48) una anécdota de la que fui partícipe junto a mi madre. Estábamos comprando del verdulero que con su carrito pasaba por el barrio, hoy San Martín, ella regateaba el precio de las bananas y consigue que se la cobren cuarenta centavos la docena cuando oigo el precio interrumpo para advertir a mi madre que en la verdulería del barrio estaban a treinta centavos y apenas digo ¡Mama… (No decíamos mamá)… me corta de inmediato ordenándome hacer silencio. Me callo por supuesto. Ella paga y cuando entramos a la casa, digo, entonces, lo que no me permitió decir en su momento, por respuesta recibo un: “Pero sos sonso, vos, porque no me lo dijiste, “mi hiciste pagar diez centavos de más” En aquel momento me dio una bronca terrible porque sobre que me negaron el derecho a expresarme encima me hacían responsable de la pérdida. Pero era mi vieja y aquella bronca, que algo me marcó, hoy es una anécdota risueña. Aunque parezca mentira, cada vez que oigo a alguien cercenar la voz de los que quieren opinar, no puedo menos que recordar que de esa manera, seguiremos pagando las bananas diez centavos de más. Claro que esto no me exime de mi parte de culpa, lo que callé por temor a que mi madre se enojara, también colaboró a que pagásemos más caro. Debería haber hablado, no hacer caso a la orden, revelarme, el enojo de mi madre hubiese pasado y yo no tendría que cargar parte de de una culpa pasiva si se quiere, pero culpa al fin. Hoy quiero hacer referencia a lo que manifiesta, con total valentía, el Dr. Carlos A. Chiapero en su carta de lectores publicada en la edición de este diario el 23 de marzo pasado refiriendo lo que pasó con el periodista Emilio Grande (h). Desde el comienzo del Gobierno “K”, primero en manos de Néstor y ahora en manos de Cristina, ha querido llevarse a cabo un control sobre los medios de prensa que sólo tienen antecedentes en todos los gobiernos dictatoriales que gobernaron en el país después del año 30 a la fecha, Perón del 46 al 55 los gobiernos militares en su totalidad, y el actual. La consigna es una sola para estos señores: “O decís lo que yo quiero o te amordazo” y no voy a negar que hay periodistas o empresarios de medios de comunicación que aceptan, en todo su derecho, este tipo de imposición; o entidades que al demorar las denuncias colaboran para que el “apriete”, se instale como institución. ¿A qué le temen los que aceptan este tipo de imposiciones? Porque quiero pensar que los medios de comunicación están en manos de gente que conoce de sus derechos, de no dejarse llevar por delante ni por detrás por quienes poseen una catadura moral despreciable, aún que tengan una hermosa patota. A estos personajes alguna vez los definió con una certeza extraordinaria, el inefable Quique Pessoa, cuando en una radio de Rosario definió la palabra “Cagón”. Elda Massoni, periodista de alma, alguna vez me dijo: Mirá gordo, al buen periodista no lo pueden callar nunca, aunque le nieguen los medios, porque a los gritos y en la calle siempre cumplirá con la misión de informar, y es así hasta el resto de sus días. Es una lástima que en estos días de celebración de la memoria, estas cosas no se tengan en cuenta, no para festejarlas sino para no olvidarlas. Por eso con toda mi alma digo: Dale para adelante, querido Emilito; y parafraseando al Quijote, digamos “Ladran Emilito, señal de que son perros”.

Higinio José Beccaría DNI 6289905

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