Y después de la violencia, ¿qué?

Por Javier Alfonso.- Espantados desde hace años por los niveles de delincuencia de todo tipo en la ciudad de Rafaela (recuérdense las primeras reuniones en el Salón Verde del Consejo de Seguridad Ciudadana y del Consejo Consultivo Social; las quejas públicas de Ramona Ramallo, la expresidenta vecinal de un barrio muy “caliente” de Rafaela cual es el Virgen del Rosario; las chicanas y peleas entre el intendente Castellano y el anterior ministro de Seguridad provincial Maximiliano Pullaro, por citar sólo tres ejemplos) debe decirse que en pleno 2020, varios años después de esas “urgencias” con cambios de jefes policiales mediante, todo sigue igual, nada cambió. O aún empeoró.
La delincuencia es cada día más dueña de la calle. Sigue yendo un paso más adelante que la prevención, que las reuniones, que las declaraciones, que las “cuadrículas”, que las cámaras de seguridad, que la llegada de PAT, Gendarmería, Policía Federal y Policía Comunitaria, todas fuerzas desembarcadas en Rafaela en los últimos años (con excepción de Gendarmería), que prometían “domar” al potro indomable de la inseguridad creciente a tasas récord en Rafaela y que hasta ahora no se observa que haya sido así.
No sólo que creció el delito exponencialmente sino que ahora se le sumó otro ingrediente: el inusitado nivel de violencia que exhiben hoy los delincuentes. Antes te robaban. Ahora te roban y además te pegan, te disparan o te matan.
En la última marcha pidiendo seguridad en Rafaela, convocada por el CCIRR hace tres días (el jueves 30 de enero) además de participar unos 2 mil rafaelinos, se vio un gesto más que simbólico: los manifestantes en la Plaza principal cantaron el Himno nacional mirando hacia la Catedral y de espaldas al edificio municipal. Las palabras de Gustavo, padre del fallecido joven Gonzalo Glaría fueron más que elocuentes para explicar esta conducta: “como la Municipalidad nos da la espalda, también nosotros se la damos a ella”. Una verdadera bisagra. La “masa rafaelina” como él dijo dice “Basta”.
¿Qué hubiera pasado ayer, hoy, mañana en Rafaela, si en el violentísimo asalto a una vivienda en barrio Brigadier López el viernes a la noche hubiese fallecido alguno de los integrantes de la reconocida familia local? Entre las autoridades, ¿quién se hubiese hecho cargo de otro muerto en Rafaela por inseguridad, el segundo en prácticamente un mes? ¿Cuál hubiese sido la reacción de la ciudadanía si este nuevo episodio violento hubiera terminado con otra muerte?
En la primera marcha pidiendo Justicia por Gonzalo Glaría, un grupo dejó de lado el “pacifismo” de la marcha y atacó la Fiscalía, Jefatura y la casa del Gobernador con piedras, quema de gomas, pintura y huevos.
Gustavo Glaría repudió ese comportamiento, porque la marcha era pacífica;¿pero cuántos rafaelinos hay con ganas de “descargar la bronca” contenida ante la falta de respuestas a la inseguridad en el “territorio”, por usar un término académico muy utilizado en las nuevas políticas municipales?
Quizás la respuesta sea esta: “aunque ellos se callen hasta las piedras gritarían”.
La ciudadanía está harta de ensayos y errores, de pregonar soluciones que nunca llegan a ser tales. La ciudadanía está empachada de promesas, quiere soluciones ya.
Me pregunto: ¿las autoridades no ven estas cosas? Si no tienen respuestas es preferible que lo digan. Pero no hay más margen para el doble estándar, y prometer soluciones que nunca aparecen. Porque en el mediano plazo, la gente lo interpreta como falsedades o mentiras… Y la verdad, como dijo recientemente un dirigente del mismo signo político que la provincia y la municipalidad (Juan Grabois) “la mecha está corta”.

Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 2 de febrero de 2020.

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