Volver a empezar

La pobreza del hambre goza de buena salud. Y el empobrecimiento como estrategia para conservar el poder, ¡también goza de buena salud!

Por María Herminia Grande (Rosario)

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Argentina se aísla en su pobreza. Un sector de ciudadanos sigue por los títulos de los diarios, televisión, radio, por las páginas web, la realidad que muestran los sectores del poder; mientras el grueso de la gente ignora los porqués de lo que vive. La pobreza del hambre goza de buena salud. Y el empobrecimiento como estrategia para conservar el poder, ¡también goza de buena salud! Atrás quedó la ilusión de los festejos del Bicentenario… la ilusión se encogió y ahora (los unos y los otros) la depositan en el 28 de junio. Mientras el dengue avanza sin control, ¿quién tendrá el coraje de atreverse a ver la dolorosa verdad del deterioro argentino? Kirchner, Carrió, Solá, Reutemann, de Angeli, Binner… ¿Quién con el mapa de todas las «falencias» sembrará la esperanza del «se puede»? Hoy, hay una ciudadanía desprotegida. Excelente oportunidad para mostrar una mirada estratégica. Quien o quienes asuman este desafío, tendrán que entender (cosa que no viene haciendo el gobierno) que el origen social diverso que se da en Argentina no debe ser divergente. Es imprescindible achicar la actual inmoral distribución de la riqueza y volver al concepto de Nación. Hoy nos tememos los unos a los otros, o lo que es peor, sentimos desconfianza, rechazo, aceleradamente estamos perdiendo el afecto como vínculo principal de acercamiento. Roberto Lavagna días atrás decía que el camino para la economía de nuestro país es «volver a empezar… Pero volver a empezar cuesta mucho más aún porque no se había logrado salir del pozo del 2001…». Lo de Lavagna puede ser perfectamente adaptado a lo que nos sucede como sociedad. Hace tiempo que en nuestro país hemos dejado de lado la cultura del esfuerzo, del trabajo y de la honradez. En esto, también impera aquello de «volver a empezar». La doctora Kirchner en su campaña advirtió este tema, y la sociedad también, pero luego en su acción de presidenta ignoró revalorizar las instituciones, fortalecer desde sus actos la independencia de los poderes, apostar a la producción como tema central para volver a empezar. Argentina tiene ausencia de políticas de Estado, exceso de politiquería y ya algunas generaciones que viven mendigantes. La esperanza se consigue si, y sólo si, existe confianza. La confianza es un largo camino de conocimiento, para ello es imprescindible la existencia del diálogo. Hoy nadie está, desde la política, intentando el camino de la esperanza. Es importante recordar lo que sucedió en Francia en 1926 cuando Raymond Poincaré llegó al gobierno en medio de una brutal inflación y enfrentamiento en todos los sectores sociales. Pero era tal el respeto que su pueblo sentía por él y la confianza que despertaba, que el franco se estabilizó antes que firmara los decretos pertinentes… Sucede que un presidente obstinado en perdurar es un animal demasiado peligroso. Si no fuese así, existiría explicación para comprender por qué no hay un cambio que le posibilite encontrar soluciones inteligentes para salir del camino del descenso. Para transitar el camino de la esperanza hay que volver a empezar. En salud desterrando viejos males como la vinchuca, el dengue, la desnutrición, la tuberculosis, la mortalidad infantil. En educación, a través del Estado la escuela deberá ser una oportunidad accesible, incorporando al ciudadano joven a las nuevas tecnologías; hoy aunque parezca increíble, sólo es masivamente posible para los mayores de 50. A propósito de la tecnología, debemos recordar que estamos viviendo una etapa en la cual la sociedad tiene absoluta dependencia con ella. Hubo un momento en que el desarrollo científico argentino era un tema de prestigio nacional. ¿Nos olvidamos de nuestros premios Nobel? La diferencia con este hoy, como dice Marcelino Cereijido, es que en «el siglo 21 la ciencia se ha vuelto un asunto de vida o muerte». Nada de esto cierra por sí solo, en una sociedad que no se vea realizada a través del trabajo. Este entramado del círculo virtuoso tiene un origen: la producción. Días atrás Bill Clinton, en Colombia, pronosticó que «de esta crisis saldrá un nuevo modelo económico siglo 21, donde se hará más dinero produciendo bienes y servicios y menos con las finanzas». En esto también vale lo de volver a empezar… Volver a empezar no es involucionar, muchas veces significa retomar el camino desviado. Desde esta misma columna hemos dicho que estamos transitando como sociedad distintas emociones conducentes al miedo… La esperanza es lo único que destierra el miedo.

Fuente: diario La Capital, Rosario, 1 de abril de 2009. |

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