Una “medalla” para el campo y otra para San Cayetano

Por Juan Carranza.- El próximo 7 de agosto celebraremos la fiesta de San Cayetano: patrono del pan y del trabajo. Y nos encontramos ante una realidad que nos duele a los argentinos, no sólo por el aumento de la pobreza y del desempleo sino por la situación económica del país.

El Santo Padre Francisco nos animaba a que de la pandemia “nadie se va a salvar sólo” cuidemos del que está necesitado y no puede salir de dicha situación. Iniciativa y solidaridad parecen esmerarse, pero aún hay un agujero no menor que son los impuestos que debe afrontar el campo: gran jugador “olímpico” de nuestra sociedad.

Si bien el Papa nos recuerda que “pagar los impuestos es un deber de los ciudadanos, así como cumplir las leyes justas del Estado” no siempre se cumple en nuestra querida patria como señaló FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina) sobre cuánto de lo que produce el campo se lo queda el Estado en impuestos.

En junio 2021 se registró que 61,8% de la renta agrícola queda en los distintos niveles de Gobierno. “En otras palabras: el productor en el campo vende su cosecha, a eso le resta los costos que tuvo para producirla. Una vez hecha esa cuenta, valor de la producción menos los costos, supongamos que da $100, de esos $100 el Estado se queda con $61,80 entre impuestos nacionales, provinciales y municipales”, explicó David Miazzo, economista jefe de FADA.

Aprovechando una visita al Museo de Numismática de Roma, durante el seminario, pude contemplar un antiguo denario romano. Jesús reconoce que se debe pagar el tributo al César, porque la imagen sobre la moneda es la suya; pero, sobre todo, recuerda Francisco que “cada persona lleva en sí otra imagen, la de Dios, y por tanto es a él, y solo a él, a quien cada uno debe la propia existencia”.

El estudio de FADA es aún más llamativo porque es un promedio ponderado de cultivos a nivel nacional, y muestra cómo se da en distintos cultivos. Así, detalla que la participación del Estado en soja es del 67,7%, maíz 50,6%, trigo 59,9% y girasol 47,1%.

¿Vale la pena seguir trabajando el campo con dichos costos, impuestos y precios? ¿Es capaz de subsistir la situación agrícola argentina ante la presión impositiva? Muchos deportistas argentinos sufrieron la pandemia y no pudieron entrenar, pero el campo no dejó de trabajar y ni aún así consigue las “medallas” que otros le exigen… Debemos compaginar el ordenamiento económico al servicio del ser humano y del bien común con justicia y amor al prójimo. Los cristianos tienen el deber de mejorar las instituciones y las condiciones de vista hasta convertirlas en humanamente justas.

La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) nos brinda valores y orientaciones para ayudarnos a discernir, desde la fe, las acciones a asumir frente a los diversos problemas sociales, económicos y políticos. Tiene una dimensión teórica, otra histórica y una práctica. La percepción y estudio de los problemas y sus causas corresponde a las ciencias humanas y sociales, pero la interpretación de la realidad a la luz de los principios permanentes de la DSI lo hace el Magisterio invitando a elegir un camino concreto.

El discernimiento cristiano lo debe realizar todo el pueblo de Dios, investigando las causas reales del mal social, en especial de la injusticia y la pobreza, con la ayuda de las ciencias sociales, para encontrar las respuestas que surgen a la luz del evangelio. “La razón necesita siempre ser purificada por la fe (…). A su vez, la religión tiene siempre necesidad de ser purificada por la razón para mostrar su auténtico rostro humano. La ruptura de este diálogo comporta un coste muy gravoso para el desarrollo de la humanidad. El diálogo fecundo entre fe y razón hace más eficaz el ejercicio de la caridad en el ámbito social y es el marco más apropiado para promover la colaboración fraterna entre creyentes y no creyentes, en la perspectiva compartida de trabajar por la justicia y la paz de la humanidad” (Caritas in Veritate, números 56-57).

La imposición tributaria, cuando es justa, desempeña una fundamental función equitativa y redistributiva de la riqueza, no sólo en favor de quienes necesitan subsidios apropiados, sino también en el apoyo a la inversión y el crecimiento de la economía real. “Exijamos” a San Cayetano no más de lo que pueda pero no menos de lo que puede: seguro ya tiene el medallero entero de tanto que nos ha ayudado…

Glorioso San Cayetano, padre de la Divina Providencia, no permitas que en mi casa me falte la subsistencia. Que no nos falte el pan, la paz, y el trabajo; porque con portentosos milagros socorres a cuantos te invocan con fe en sus necesidades. Argentina necesita del campo y el campo necesita de la Argentina igual que los deportistas que están representando a nuestra nación en los Juegos Olímpicos de Tokio.

El autor sacerdote y vive en la ciudad de Santa Fe. Es doctor en Teología Moral y Social y licenciado en Administración de Empresas.

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