“Una historia viva exige lecturas contrapuestas”

Así opinó Horacio González, quien disertó sobre “Como leer historia argentina”. Expresa que el presupuesto de la Biblioteca Nacional no está mal, “considerando la situación problemática del país”.

Por Emilio Grande (h.)

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“El conflicto y argumentaciones dispares hacen el encanto a la percepción, la escritura y la noción de lo que es la historia. Vivimos como sujetos históricos, pero percibir eso en nuestros días nos abrumaría y asfixiaría nuestras acciones. No sentimos el peso de la historia pero invisiblemente la estamos haciendo”. Así expresó a este cronista Horacio González, flamante director de la Biblioteca Nacional, quien disertó sobre “Cómo leer historia argentina”, en “Cyrano Café”, en el marco del ciclo “Café Cultura Nación”, organizado por la secretaría de Cultura de la nación, la secretaría de Cultura de la provincia y los municipios de Rafaela y Casilda. El expositor abordó los principales hechos de nuestra historia desde diversos puntos de vista, adoptando una postura reflexiva y crítica, de cara a determinar las distintas miradas que admite nuestro pasado. González es sociólogo e investigador, autor de numerosos libros y publicaciones, se desempeñó como subdirector de la Biblioteca Nacional, ocupando en la actualidad el cargo de director nacional del citado organismo. -El problema se presenta cuando hay lecturas contrapuestas de la historia argentina. -Una historia viva siempre exige lecturas contrapuestas e interpretaciones disímiles que provienen sin duda de la lucha del presente. El presente arroja una luz sobre el pasado con un gran poder de elección y de algún modo lo reconstruye. Por eso sin el presente el pasado no es nada, pero por la acción que el presente dirige hacia él también se producen toda clase de omisiones e incluso de injusticias. El presente suele ser injusto con el pasado pero el pasado no existe sin la voz del presente que lo evoca. -¿Se considera un revisionista de la historia? -Yo siempre de joven y como estudiante secundario participé mucho de la lucha entre lecturas y siempre fui lector del revisionismo. El revisionismo histórico es una gran tarea en la Argentina, despojado de sus ilusiones autoritarias que las tuvo y promovió con mucha sutileza la idea de que había que abrir el cofre de la historia. Recuerdo particularmente a Julio Irazusta, un gran escritor hoy visto a la luz del presente, esos grandes escritores del nacionalismo hay que interpretarlo desde el punto de vista de la construcción de una gran democracia de ideas, pero el aporte del revisionismo es valorable porque si no miente toda la historia es revisión incesante. -En su actuación como director de la Biblioteca Nacional, ¿alcanza el presupuesto? -Si le dijera que el presupuesto alcanza sería una especie de cipayo (se ríe). El presupuesto en este momento no está mal, considerando la situación problemática que tiene el país, la Biblioteca acompaña los esfuerzos que se están haciendo para reponer con justicia un presupuesto que permita también un salario digno y hacer las actividades que corresponden a una Biblioteca Nacional. -La Biblioteca disponde de muchos documentos históricos, ¿de qué manera se los está preservando? -Se microfilma en la medida de lo posible, se digitaliza y se hace todo lo que se tiene que hacer en las condiciones de nuestro país que no son tan malas, pero de alguna manera se tiene que pegar un salto. Yo creo que la Biblioteca Nacional es uno de los grandes monumentos no solo arquitectónicos sino en cuanto a la posesión de grandes piezas que hacen a la memoria nacional y, en este sentido, hay que revisar y hay que rehacer; es un lugar problemático con distintas visiones de lo que tiene que ser una Biblioteca Nacional, pero uno no se asusta a las discusiones que de algún modo fortalecen a nuestra vida, hacen más vital a nuestro compromiso.

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