“Una experiencia enriquecedora”

Destacan Pablo Possetto y Melina Michlig en una entrevista, quienes participaron en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en España. “Jesús fue el centro de la jornada”, dicen. El grupo estuvo integrado por 23 jóvenes de la diócesis de Rafaela y 2 sacerdotes.

Por Emilio Grande (h.)

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Por Emilio Grande (h.).- Recientemente, se realizó la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en España con la participación de casi 2 millones de jóvenes de la mayoría de los países. La diócesis de Rafaela estuvo representada por un grupo de jóvenes y dos sacerdotes. Al regreso, este cronista entrevistó a Pablo Possetto y Melina Michlig. -¿Pueden contar algunas conclusiones de la JMJ? -En líneas generales la Jornada se presentó como un evento muy positivo para toda la Iglesia y especialmente para quienes pudimos asistir y estar presentes. La JMJ fue una experiencia espiritual donde Jesús nos permitió ver y oír concretamente aquello en lo que creemos. Y ahora no podemos callar eso que hemos visto y oído, tenemos que transmitirlo a otros y seguir haciendo camino. Además este encuentro masivo de fe reafirmó la unidad de los jóvenes con el Santo Padre y resultó ser un gran aliento de esperanza, ya que se pudo ver la fuerza y la alegría de los jóvenes de todo el mundo. Realmente fue una experiencia enriquecedora y una propuesta comprometedora de parte del Papa, que nos invita a ser testigos en el mundo. Ser cristianos responsables y comprometidos, consientes de los problemas de hoy, pero con nuestras fuerzas y esperanzas puestas en Dios. Por otra parte, es importante mencionar que la Iglesia de España nos recibió muy cálidamente y nos permitió vivir una experiencia de fe muy rica, llena de momentos y propuestas religiosas, espirituales y culturales. En todos los aspectos, todo estuvo muy bien organizado y coordinado por parte de miles de voluntarios que trabajaron en todo momento, y esto ayudó a que el encuentro se desarrolle en condiciones favorables. -¿Qué experiencia marcó en la fe el intercambio con otros jóvenes y los encuentros masivos con el Papa, en un contexto de encuentro personal con Jesús? -Jesús, sin dudas, fue el centro de la jornada, ya que concretamente se hizo presente en la Eucaristía y no dejó de sorprendernos con su amor en cada momento, con cosas simples y sencillas. Por otra parte, ver a tantos jóvenes nos hace tomar conciencia de que somos parte de algo más grande. Ver a la juventud reunida en paz, por y en nombre de Jesús, nos fortalece mucho más en la fe. Porque confirma que no estamos solos, que tenemos muchos compañeros de camino, que intentan desde su lugar como nosotros imitar a Jesús cada día. Descubrir la grandeza de la Iglesia y la importancia de la fe como elemento de unión. Y apreciar como la oración, la música y el amor son idiomas universales que unen historias, vivencias y realidades tan diversas. Durante una semana en las calles de Madrid, junto a las banderas de los 195 países que estaban representados por hermanos en la fe de todas las razas, el Santo Padre con su amor y sus palabras nos unió más, como a ovejas de un mismo rebaño. Ver a Benedicto XVI, escuchar sus palabras, ver sobre todo sus gestos y su ternura, estar con él y sentirlo Padre de la Iglesia, nos llenó de alegría el corazón. Estuvimos muy cerca del sucesor de Pedro y tener esa experiencia siendo consientes de que es representante de Cristo en la tierra, fue increíble. También fue enriquecedor y un signo muy fuerte ver a tantos religiosos, religiosas y sacerdotes presentes en la JMJ. Además escuchar en las catequesis a tantos obispos que como pastores acompañaban a los jóvenes y predicaban en diversas lenguas para ellos. E incluso ver familias enteras presentes durante los días de jornada, realmente fue una bendición y nos impregnó a todos la idea de ser una gran familia en la fe. -¿A qué los impulsa esta vivencia personal y grupal en los distintos ámbitos: familia, trabajo, estudio, celebraciones religiosas? -En todos los casos a continuar siendo “testigos” en cada uno de los espacios en los que nos encontremos. Amando primero y perdonando. A vivir una vida coherente y humilde disfrutando de la gracia especial que significa ser cristiano y asumiendo el precio de serlo en el mundo actual. La JMJ nos anima a intentar ser mejores cada día porque vale la pena y tiene mucho sentido. Es una de esas oportunidades que el Señor te regala para reencontrarte con él. Y por eso esta experiencia tiene que transformarse en acciones concretas en cada una de nuestras vidas para ser verdadera. Además nos anima a seguir creyendo en la Iglesia que tan presente tiene a los jóvenes, que tanto cree en los jóvenes, que tantas cosas realiza por los jóvenes. Nos impulsa a no bajar los brazos, a seguir construyendo la Iglesia arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe. Aunque caigamos o nos equivoquemos, siempre hay que recomenzar con la certeza de que no estamos solos porque este camino no es individual sino comunitario. Somos parte de una gran familia. -¿Hubo algún problema con la gente contraria frente a la presencia del Papa? -Como ocurre siempre, hay personas que están de acuerdo y personas que no están de acuerdo con las acciones que se realicen. Pasa con los gobiernos, con la Iglesia, con las instituciones. En España había gente en contra de la presencia del Papa y todos fuimos siendo consientes de que era una realidad que debíamos amar, en un país que además actualmente no atraviesa un buen momento económico. Si bien la gente que no estaba de acuerdo se hizo sentir con carteles o manifestaciones, en la mayoría de los casos hubo un marco de respeto. Excepto contadas ocasiones donde los cantos y los gritos contra el Papa resultaban ofensivos. Por lo que pudimos ver concretamente en las calles, el número de manifestantes era pequeño y en su gran mayoría los inconvenientes que se registraron estuvieron centrados en los intentos de la fuerza de seguridad de mantener encausada la protesta, frente al intento de los manifestantes de buscar el choque con los peregrinos. No es que no pasaba nada, pero lo cierto es que no tuvimos contacto con los manifestantes. Por lo menos en nuestro caso (delegación diocesana), el contacto con los manifestantes anti Papa fue casi nulo. Desde Argentina nos preguntaban preocupados cómo estábamos por la información que transmitían los medios. Por este motivo, tuvimos que tranquilizar a nuestros seres queridos explicándoles que la realidad era diferente a lo que los medios mostraban. En Madrid había marchas, pero en general la JMJ se desarrolló sin inconvenientes o confrontaciones. Por lo menos eso experimentamos nosotros que estuvimos presentes. Quizás no todos los peregrinos tuvieron la misma experiencia. -Además visitaron Italia, ¿cuáles fueron los lugares y las experiencias vividas? -En Italia continuó la peregrinación y visitamos Roma, el Vaticano, Asís y Monte Cassino. En Roma fue un recorrido cultural y religioso por monumentos e iglesias. En Asís tuvimos la grata experiencia de volver a traer a la memoria a los santos Clara y Francisco que tanto trabajaron por la fe y la Iglesia. Del mismo modo esa experiencia se repitió en Cassino con San Benito y Santa Escolástica. Y finalmente la visita al Vaticano terminó de completar la experiencia de Iglesia vivida en la JMJ con la visita a la tumba de Pedro y la celebración de la santa misa en la capilla donde se encuentran los restos del beato Juan Pablo II. En Madrid descubrimos a la Iglesia viva y presente y en el Vaticano pudimos estar en contacto con nuestras raíces cristianas. Creo que vivir esto terminó de cerrar este viaje que fue por completo un regalo de Dios.

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