Un síntoma de la enfermedad social

Incidentes en la llegada del micro de Boca al Monumental ...

Cómo quedó el micro que llevaba los jugadores de Boca para jugar en el Monumental.

Por Emilio Grande (h.).- Lamentablemente, no podemos todavía salir del asombro por el bochorno ocurrido en la tarde del sábado cuando llegaba el colectivo con los jugadores de Boca al estadio Monumental para disputar la segunda final de la Copa Libertadores, siendo atacado por cientos de hinchas con piedras y todo tipo de elementos contundentes, con el objetivo manifiesto de agredir, sin importar las consecuencias: el chofer del micro se desvaneció y soltó el volante por unos segundos: “Pudo haber sido una tragedia”, dijo.
Más allá que se busquen las causas y los responsables, es indudable a simple vista que falló el operativo de seguridad dispuesto por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, porque era una locura (en la Argentina violenta del presente) que un micro identificado con los escudos xeneizes cruzara una avenida rodeada de hinchas millonarios cerca de la cancha, en un contexto mundial de violencia.
También fue muy patética la sucesión de errores con las dilaciones y las postergaciones del partido primero el mismo sábado en dos oportunidades y luego continuada en el día de ayer, generando un papelón internacional.
¿Los directivos de la Conmebol fueron conscientes de la agresión que sufrió el capitán Pablo Pérez en el ojo izquierdo producto de la esquirla por la voladura de uno de los vidrios de la ventana? ¿Cuánto incidió el allanamiento en la casa de líder de la barra brava de River “Caverna” Godoy en San Miguel al que le secuestraron 10 millones de pesos, 15 mil dólares y 300 entradas? ¿Cómo se desmaraña la corrupción y la connivencia entre barras bravas, dirigentes, políticos, policías y jueces?
Más allá de este hecho puntual en el plano deportivo, a decir verdad se observa con gran preocupación que se replica en otros ámbitos de la sociedad argentina, basta mencionar algunos ejemplos como fue la reforma previsional en diciembre de 2017 con incidentes y enfrentamientos en la Plaza Congreso, llegando incluso a agresiones verbales dentro del recinto; situación que se volvieron a repetir en menor escala durante el rechazo en el Senado de la legalización del aborto en agosto de este año. Si analizamos la historia argentina de las últimas décadas está manchada por la violencia social, con epicentro en la década de los 70 a cargo de los grupos guerrilleros y la posterior represión a partir del golpe de Estado de 1976-1983.
Si tenemos una mirada pesimista de esta coyuntura sociopolítica, surgen voces negativas: este país no tiene más “arreglo”, que el problema somos los argentinos, que la pobreza va en aumento sumado al consumo de drogas y la falta de la cultura del trabajo, entre otros.
En cambio, si nos abrimos a otra mirada más esperanzadora de la realidad, hay que seguir sembrando en medio del dolor y de las situaciones más difíciles que vive hoy Argentina, pero cómo cuesta aceptar al otro, al que es diferente de color de piel, ideología, clase social, religión y podríamos seguir la lista.
Por eso, siguen siendo proféticas las palabras del obispo emérito de Viedma Miguel Hesayne (2013) “Basta escuchar o leer las noticias de cada día para diagnosticar que la Argentina está muy enferma en todos los niveles de la sociedad: en la relación familiar comenzando por esposos; en las relaciones sociales y políticas; en las relaciones sindicales y empresariales y hasta en las relaciones religiosas”…

Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 26 de noviembre de 2018.

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