Un mes sin Kirchner

La política argentina debe salir de este presente continuo y animarse a diseñar el futuro. Sus candidatos deben salirse del marketing para zambullirse en la política. La sociedad debe manifestar si quiere que ésto suceda.

Por Maria Herminia Grande (Rosario)

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La política argentina se debate por igual entre el desconcierto, el ánimo vacacional y las elecciones de fines del 2011. Pareciese que la sociedad también está desconcertada, fundamentalmente ante la inseguridad en los grandes centros urbanos que amenaza con llegar a ciudades más chicas. También con una inflación indomable que jaquea los salarios.

El gran provocador de movimientos políticos medianamente razonados en la oposición, desapareció hace un mes. (Tal vez Néstor Kirchner ni en sus momentos de mayor euforia llegó a imaginar el peso gravitante que sus acciones aportaban al mantenimiento del statu quo político). ¿Cuál es el panorama a un mes de su desaparición física? … Para llegar a la respuesta es necesario retrotraernos tiempo atrás. Si bien es cierto que durante la crisis del 2001 funcionó el resorte institucional, la gran derrotada fue la política, por que De la Rúa no pudo cumplir su mandato y en la calle no hubo conciencia cívica sino conductas egoístas. La democracia salvó su ropa, pero la política no. Los partidos políticos ingresaron a una fase de autoexterminio, sin consternación social. A partir de ese momento las apoyaturas y/o definiciones políticas de la ciudadanía, se basaron en percepciones, en intereses personales… ya no contó más la plataforma política que los partidos deben por ley ofrecer al electorado. (Basta recordar que según estudios, en los 80, la afiliación política estaba en el orden del 72%, las últimas estimaciones hablan de un 23%).

La sociedad con aquel “que se vayan todos” acompañó el derrotero del alejamiento de las discusiones ideológicas y terminó votando, no por convicción moral, sino por conveniencia económica. La degradación de la calidad de los representantes políticos fue acompañada por la debilidad manifiesta de éstos. Néstor Kirchner puso en agenda a la política, pero no la enalteció. No hubo diálogos, ni debates, y cuando decidió ir por el partido tampoco lo democratizó. Al radicalismo no le fue mejor, después del Dr. Raúl Alfonsín debió acudir a extraños a sus filas para pervivir.

Sin lugar a dudas los candidatos surgidos durante los últimos tiempos en Argentina, no llegan por sus claras ideas políticas sino por creer los ciudadanos que estos los acercarán a una mejor condición económica. Por eso resulta tan difícil marcar diferencias ideológicas entre unos y otros y creerlas. Y además el pueblo argentino tiene una marcada debilidad y/o respeto por los muertos. Sólo es suficiente pensar que a nuestros próceres los recordamos el día de su muerte y no de su nacimiento. Raúl Alfonsín fallece permitiendo el nacimiento de su hijo Ricardo. Néstor Kirchner revive tras su muerte a Cristina Fernández. Tal vez sea parte de nuestra cultura cristiana el perdonar pecados, y con esto olvidar y/o aminorar errores y defectos acuñados en vida. A falta de programas políticos consustanciados con las expectativas de la sociedad, es ésta la que abraza en su esperanza a salvadores. Ninguna sociedad seria puede ponderar positivamente a un político que no hable, tampoco a quien le grite. Si estas dos características son determinantes para la adhesión a uno u otro personaje, dado que no podemos hablar de proyecto; sencillamente como dice el sociólogo brasileño Helio Jaguaribe “estamos fritos”.

¿Por qué la muerte de Néstor Kirchner jaqueo tan profundamente a las oposiciones haciéndolas trastabillar? Porque los políticos afectos al minuto a minuto del voto vieron subir las acciones de la viuda presidenta Cristina inesperada y descomunalmente. La falta de principios, valores y proyectos los llevó a repensar el lugar donde estaban parados por temor a quedar presos de una gran derrota. Esto último tal vez donde más se evidencie es en el peronismo federal, donde sólo quedó Duhalde con traje de candidato y el resto esperando ser llamados por actores que nunca marcarán su número telefónico.

La agenda de temas a resolver, mientras tanto permanece intacta. El 82% móvil para los jubilados no puede ser camuflado con una dádiva navideña. El INDEC no puede “acomodarse” al servicio de un gobierno que defiende una causa nacional y popular. (Las estadísticas no tienen causas nacionales y populares, son espejo de la realidad.) La inseguridad adopta formas aún más graves que las conocidas hasta hoy. El golpe comando al blindado en Panamericana y Garín, habla de una organización que supera al delito por el delito mismo. A pesar de tener 12 mil millones de superávit, hay déficit de la balanza laboral en 450 mil empleos. Hoy Argentina exporta por el equivalente a 380 mil empleos, pero importa por 850 mil empleos. En salarios, Argentina exporta a razón de 600 dólares por tonelada e importa por 1700 dólares.

La política argentina debe salir de este presente continuo y animarse a diseñar el futuro. Sus candidatos deben salirse del marketing para zambullirse en la política. La sociedad debe manifestar si quiere que ésto suceda.

Fuente: diario La Capital, Rosario, 27/11/2010, ww.mariaherminiagrande.com.ar

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