Por Jorge Lanata.- “Si ves al futuro,dile que no venga” (Juan Jose Castelli,el orador de la Revolución de Mayo).
La fantasía de dar vuelta la Argentina como un cubilete aumenta a medida que nos acercamos a la fecha de los comicios. ¿Es así? ¿Pueden realmente cambiar las cosas? Para citar a Carlos Melconian, lo más probable es que sigamos viviendo en Berretalandia. Pero vamos por partes: puede verse el resultado de la elección según la lectura de expectativas que haga el mercado o, para contar porotos, analizando la futura composición del Congreso.
En el Senado, el oficialismo pone en juego quince bancas y podria conservar la mayoria aunque su sueño dorado de los dos tercios se les escurriría entre la manos. No podrán nombrar jueces de la Corte sin necesitar los votos de la oposición. Vale la pena recordar que hoy tienen 41 miembros, lo que le permite alcanzar el quórum de treinta y siete.
En Diputados, el Frente de Todos no se ilusiona demasiado: “No hay chance alguna de que tengamos quórum propio”, le dice a Clarín una altísima fuente del Gobierno que participa en la “Mesa de los Lunes” que adelantamos hace varias semanas. Nada cambia. Incluso, puede achicarse el bloque.
Es que en la Cámara Baja, el Gobierno está a diez bancas de tener los 129 que convertirían al Congreso en una escribanía. Renuevan 51 escaños y para llegar al quórum tendrían que repetir la elección de 2019. Nadie cree que sea posible;en aquel entonces Axel, el Chico de Oro, había cosechado 52% en la provincia. Siempre están a mano los Schiaretti de la vida que a veces sí y a veces no, pero pensando en 2023 esas alianzas se hacen menos posibles ante el renacimiento del sueño “peronista con buenos modales”.
Juntos por el Cambio pone más carne al asador: tiene sesenta bancas en juego (recuérdese el record electoral del macrismo en 2017).
“Vamos a tener un mix entre 2017 (el peor momento de Cristina,con un 37% en la Provincia) y 2019 (cuando estuvo encima del 50% de los votos)”, agrega otra fuente cercana a Alberto.
Esta semana, la Mesa de los Lunes se reunió en Olivos sin el dueño de casa. Cafierito le pidió prestado el quincho a Alberto y tuvieron un asado de “dos horas largas”. Los comensales eran los de siempre: Máximo, Axel, Massa, Wado, “Kato”, Insaurralde y Espinoza. Hablaron de la campaña de vacunación: según encuestas independientes en la Provincia el 70% del público está satisfecho con los avances.
La Mesa cree que la segunda dosis es un problema menor que ya se saldará. El “plan económico” de la Mesa es simple: bono a jubilados, ayuda social, aumento del gasto y adelanto del salario mínimo vital y móvil.
“¿Qué saben del Flaco?”, preguntó uno de los asistentes. Interrogaba sobre el futuro de Randazzo. Sobre las listas poco y nada; las cerrará Cristina en dos semanas. En la Provincia la fórmula es una mujer, un ministro y un intendente, en orden aleatorio.
En Juntos por el Cambio, Martín Lousteau trabaja en un documento interno con diagnósticos y lineamientos; la idea es que sirva como insumo de campaña. Se trata de un “marco conceptual con condimentos de autocrítica”.
Todos los economistas consultados por este diario coinciden en que el Gobierno no va a devaluar antes de las elecciones. A lo sumo -dicen- podrían realizar una “pequeña corrección” entre diciembre y enero, pero todo será igual por los próximos dos años.
Un ex ministro de Economía cerca de Larreta
Rodríguez Larreta conversa con empresarios y economistas en reserva y con la presencia constante de Hernán Lacunza. Creen que no es momento de hacer un plan económico.
“Los dos años que le quedan a Alberto van a ser una continuidad de esta agonía económica”, dice un colaborador del Jefe de Gobierno porteño.
El auto-aclamado Facundo Manes también tiene su equipo: Marina Dal Poggetto, Eduardo Levy Yeyati, Gabriel Delgado y Federico Villela.
Randazzo, cercano a Lavagna, es el que más se anima: plantea un proyecto de reforma laboral.
El Fondo es un problema aparte. Martín Guzmán pasó la mañana del martes jugando al paddle con Gastón Gaudio en el Vilas Racket, y el miércoles viajó a Génova para reunirse con los ministros de Finanzas del G20 y con técnicos del Fondo. Argentina le debe al FMI 50.000 millones de dólares,con vencimientos que comienzan en el próximo septiembre y llegan a 2024.
Las primarias son el día de mi cumpleaños: 12 de septiembre, y por ahora el Gobierno deja trascender que pagaría la cuota de 4.000 millones. En 2022 tiene que desembolsar 18.000 millones, más la bicicleta del Club de París por 1.770 millones. En 2023 vencen 19.000 millones y en 2024, 5.000.
En paralelo, Guzmán negocia una “alternativa” con tres países: Rusia, México y Portugal. Trataría de que le presten a Argentina lo que recibirán de Derechos Especiales de Giro.En el caso de Rusia, se espera que nuestro nuevo mejor amigo Putin, el pluralista, le preste al país 18.000 millones a 18 años (yo le jugaría al 18).
Aunque Alberto no gobierne casi nada, yo no querría estar en su sillón.
Fuente: https://www.clarin.com/