Sírvase el plan descanso

Es bueno sentirse seguro y acompañado para disponerse a gozar del plan descanso que cada uno se ha inventado y que todos nos merecemos.

Por Víctor Corcoba Herrero (España)

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El plan descanso está en los labios de todo el mundo. Al menos en las intenciones. Quien más, quien menos, programa las cosas que quiere hacer y cómo ha de llevarlas a cabo, siempre lejos del trajín diario y de la monotonía laboral. Lo cierto es que dar un respiro a las ocupaciones cotidianas, aliviarnos de la carga del trabajo diario, viene siendo una necesidad que, sobretodo, el alma agradece en estos tiempos de carreras a ninguna parte, de nervios a flor de piel, de quehaceres impuestos sin miramiento alguno. Por otra parte, es fundamental que la parada laboral no sea un caminar en el vacío, sino un andar en el reencuentro consigo mismo y en el encuentro con los demás.  Pienso -sí, ciertamente- en el abrazo con la naturaleza que es compartido, en la contemplación de las montañas besando el cielo sin tapujos, en el mar con el arbolado de sombrillas injertado en la arena. Creo también que, cuando el ser humano se deja mecer por los acordes del universo, es cuando más descansa; cuando recobra la quietud y el asombro, la mirada gozosa desnuda de suspiros. Todo se vuelve más tierno, más cercano al destello de la alegría. Apetece beber la eterna estrofa de la vida y encender el perfume del amor para que ni en los inviernos se separe de nosotros. Me gusta, pues, el verano; con su juego de caricias maduras, después de haber vivido la primavera de la juventud.

Todo parece estar propicio para que nos olvidemos de todo y disfrutemos a corazón abierto. Me consta que diversos departamentos ministeriales, junto a otras instituciones autonómicas y locales, trabajan para que nuestros planes veraniegos no se conviertan en astros caídos, fruto de un mal sueño de verano. Según reza en el plan verano, trabajarán para ayudar a paliar o resolver situaciones de riesgo que derivan de la estación estival y que puedan afectar al confort o a la vida de los ciudadanos. Entre las múltiples medidas que se recogen, destacan: millares de agentes y funcionarios destinados a incrementar la seguridad en carreteras (que no sea sólo para poner multas); centenares de personas y aeronaves para combatir la lucha contra incendios (comprueben que las máquinas funcionan y que el personal sabe lo que se trae entre manos); docenas y docenas de inspecciones previstas para luchar contra la economía irregular; refuerzo a la atención a mayores para evitar situaciones indeseadas; campañas de sensibilización para el ahorro del agua y de la energía, para la prevención de enfermedades y para mayor seguridad, entre otras. Confiamos en que no sean puros anuncios, sino presencias verdaderas, puesto que la ilusión de un plan vale cuando la esencia real la toma de la mano.

Es bueno sentirse seguro y acompañado para disponerse a gozar del plan descanso que cada uno se ha inventado y que todos nos merecemos. Que no sea sólo pagar impuestos, también recibir cuidados, atenciones sociales y protecciones como puede ser la salud, y así poder escalar por el divertimento del ocio, sin miedo a perder la vida que, como dijo el poeta, es el único verso interminable al que todos tenemos derecho a gozarlo. En el mundo plural de la movilidad, nunca mejor dicho para el tiempo presente, el turismo ha ido en aumento. Quizás más que nunca, se precisa ocupar el tiempo libre y una forma de hacerlo es cambiando de aires. El mejor descanso, dicen algunos. Hoy es una actividad más del sistema actual productivo que, dicho sea como advertencia, conviene desarrollar mediante modelos sostenibles tanto medioambientalmente, como social y culturalmente, incorporando la cultura de la innovación, la del talento y la emprendedora para la mejora de un sector, el turístico, que es motor fundamental del crecimiento económico y del desarrollo social de nuestro país. Lo es por su aportación al PIB, a la balanza de pagos, como generador de empleo, por su contribución a la integración social y por ser la actividad empresarial con más futuro, según el 60% de los directivos españoles.

 Sin duda alguna, el sabio uso del ocio es un puente al descanso. Considero que el ser capaz de llenar la inactividad, después de un periodo activo, de una manera inteligente, no consumista, es el último resultado de la civilización. Creo que para bien. Trabajo y descanso, son como las olas del mar, el haz y el envés, constituyen el ritmo natural de la vida. Uno y otro son necesarios, debieran considerarse derecho y deber, porque ambos son espacios creativos si se desarrollan éticamente. Por desgracia, como ocurre con el trabajo, aún no todas las personas disponen de tiempo libre, y otros que si lo disponen, tampoco pueden realizar ese plan descanso a otros lugares, por falta de medios económicos. Estimo que no debería perderse la concepción de hacer un alto en el camino, darse una tregua laboral, que, a mi juicio, es una exigencia de la naturaleza humana y representa en sí mismo un valor irrenunciable. A sabiendas, que el sentido del paréntesis, del respiro, no radica sólo en la necesaria recuperación de la tranquilidad, sino también en llevar a cabo otras actividades y otros encuentros de familia, de amigos o simplemente conversar con personas de otras culturas. Existe el peligro de que el reposo veraniego sea considerado como un símil de no hacer nada, semejante actuación para nada ayuda a cargar las pilas, a recuperar tiempos perdidos, equilibrios y diálogos consigo, con los suyos y con los demás; algo que las condiciones de la vida ordinaria tiende a destruir.

Víctor Corcoba Herrero corcoba@telefonica.net

El autor vive en Granada (España) y envió esta colaboración a www.sabado100.com.ar

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