“Si es Dios el que guía nuestra vida, él la va a seguir conduciendo”

Confiesa la hermana Mariel Tortorella en una entrevista. Estuvo 7 años en Rafaela y fue docente de Teología en la UCSF. “El perfil del rafaelino es más europeo y en la vida diaria se nota”, agrega. La librería quedó a cargo de las 2 empleadas. La congregación se fue por falta de vocaciones.

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Las hermanas Mariel Tortorella y María Elena Larrechart, antes de dejar Rafaela.

Por Emilio Grande (h.).- Luego de 39 años de fecunda presencia en Rafaela, la Compañía del Divino Maestro dejó nuestra Diócesis por falta de vocaciones. “Nos vamos porque no hay suficiente hermanas que pudieran venir. La hermana Elsa se fue por traslado hace 2 años y la hermana Hortensia, que estaba conmigo, se cayó y se empezó a deteriorar su salud en general. Esto hizo que me quedara sola, para nosotras es esencial y básico la vida en común; era noviembre de 2018. Hubo varias alternativas e intercambio de ideas, pero las hermanas veían que yo tenía que estar sola y no lo vieron positivo. Lamentablemente, en febrero de este año tuvimos que tomar esa decisión”, testimonia la hermana Mariel Tortorella, de 65 años, a este cronista. 

En los últimos 7 años vivió en nuestra ciudad y también fue docente durante 5 años en la cátedra de Teología en la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF) sede Rafaela. En la entrevista también estuvo presente la hermana María Elena Larrechart, de 84 años, mientras iban terminando de embalar las últimas cajas, previo a su partida que se produjo anoche en forma definitiva…

Entre las distintas despedidas que le tributaron, una de ellas fue en la parroquia Guadalupe, ubicada en el barrio Juan de Garay de nuestra ciudad, el sábado 27 de julio último. En la oportunidad, Tortorella expresó: “durante estos años muchas hermanas vinieron a esta Diócesis a vivir, a trabajar, a entregar y recibir la Buena Noticia de Cristo, Señor y Maestro. Mucho podemos agradecer de todo lo vivido y aprendido. Quizás lo más grande y más inadvertido es que hemos compartido la vida. Compartir la vida es cotidiano, está al alcance de todos, es gratis. En una realidad donde nada hay gratis, todo tiene un precio, encontramos algo que no se cotiza: compartir la vida… son las búsquedas, las incertidumbres, los encuentros, los desencuentros, las grandes y pequeñas alegrías, los hondos dolores; es estrenar la vida en cada momento, largas y ricas charlas es aprender, es gozar, es darnos mutuamente a Jesús!”.

Conviene recordar que el obispo diocesano Luis Fernández también había hecho una despedida durante una misa en la Catedral San Rafael el 16 de julio pasado. Esta congregación “Compañía del Divino Maestro” es de origen argentino, fue fundada por Natalia Montes de Oca en 1943, la casa madre está en la ciudad de Buenos Aires, teniendo presencia en Argentina. Solamente hay mujeres consagradas quienes hacen votos de pobreza, castidad y obediencia.

-En estos 39 años de presencia en la vida diocesana, ¿cuáles fueron los servicios brindados y las conclusiones más importantes?

-Tortorella: La formación de los diáconos permanentes era acá (por la casa de Sargento Cabral 152, que ahora está en venta), también de catequistas, jóvenes y mujeres, especialmente en los primeros 15 años. Nuestro carisma es esencialmente dedicarnos a la formación. En los últimos 10 años estuvo más centrado en la Biblia y seguimos con los grupos de lectura orante, quedando varios grupos; monseñor Fernández me pidió que viniera cada tanto a acompañar, de hecho por internet y whatsapp voy a tratar de hacerlo. También vinieron muchos años las hermanas María Laura, Mirian y Cristina para dar distintas charlas sobre temas variados, que las pedían los sacerdotes y laicos.

-Al mismo tiempo, atendieron la mayor parte de estos años la librería pegada a la Catedral.

-Tortorella: Fue hasta el año pasado, que la transferimos a las 2 empleadas que hay. La librería fue otra gran actividad de la compañía y sigue abierta. A ellas se las indemnizó porque dejaron de ser empleadas, hubo un acuerdo y fue muy lindo porque siguen con nuestro modo de trabajar.

-¿Qué te llevas de Rafaela en el plano de la fe?

-Tortorella: Cuesta conocer a los rafaelinos, te lleva tiempo… venía de culturas muy distintas como la riojana y la cordobesa; costó encontrar pero una vez que uno lo encuentra es gente muy linda, de mucha búsqueda, a su modo cariñosos, expresivos. Creo que también me han ayudado a encontrarme con Jesús.

-Más allá de la fe, ¿qué les pareció la ciudad de Rafaela en general?

-Tortorella: Es un lugar de más prosperidad, más rico, no porque todo el mundo sea rico ya que hay muchos pobres, pero tiene más recursos naturales y humanos, es una gran riqueza. El perfil del rafaelino es más europeo (alemán, suizo, piemontés) y eso en la vida diaria se nota; en cambio en otros lugares hay más criollos, en La Rioja muchos árabes.

-Larrechart: No he convivido nunca en esta comunidad, he venido unas semanas y ahora por este motivo. Como miembro de la congregación siento la partida, hay que cerrar una casa, eso significa como un dolor, no que se pierda la esperanza de seguir caminando. Fue una experiencia positiva, no se pierde nada; agradecer estos años, aportamos lo nuestro, se ha sembrado… con la esperanza de que el Señor va a seguir trabajando en este lugar y de nuestra parte seguir dando a conocer el mensaje de Jesús maestro.

-¿Cómo seguir sembrando la “cultura del encuentro” que insiste Francisco en esta coyuntura de conflictos, falta de diálogo, desesperanza y depresión?

-Tortorella: Los que no tenemos que tener desesperanza somos los religiosos, bautizados y laicos porque si no lo contagias; las cosas tienen sentido más allá de lo que tengo y a quien voto… No tenemos derecho los adultos a quitar la esperanza a los jóvenes; en el fondo veo que no tienen más esperanza. Si es Dios el que guía nuestra vida, él la va a seguir conduciendo…; él es el dueño de la congregación, de nuestra vida, de la sociedad y de los pueblos. La esperanza la enraizás en que él es el que conduce la historia porque nosotros somos muy miopes…

Fuente: diario Castellanos, Rafaela, 3 de agosto de 2019.

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