Saqueo de las esperanzas

Por Adan Costa Rotela.- La sindicalización y la cuestión salarial policial, dos de los justos y entendibles reclamos que por estos días decembrinos se escuchan de todas las policías provinciales en el país, jamás deberían perder razonabilidad, ni volverse en prácticas social y políticamente extorsivas.

Estamos hablando del monopolio de la fuerza pública. Históricamente una de las principales razones de la existencia de un Estado fue la de desapropiar de los particulares el uso de la fuerza pública y ejercer su monopolio con razonabilidad, sometido a un control de la sociedad (y no al revés).

Le costó mucho tiempo a la sociedad, medido en siglos, darse cuenta de que palo a palo, ojo por ojo, la cosa no funcionaba. Muchachos policías, reclamen, pero en sus planteos, jamás pierdan de vista la función social de la institución que representan. Discutan, pero no lo hagan a punta de fusil, ni difundan pánico cuando se vayan a acuartelelar.

El verdadero daño siempre será interpelado en términos psicológicos y emocionales, lo que es mucho más profundo que las potenciales pérdidas materiales que se vayan. Las «zonas liberadas» ya han hecho extremo daño al tejido social argentino de los últimos cuarenta años, a horas de celebrar treinta años de nuestra querida democracia.

Muchachos policías, en una sociedad compleja como la que vivimos, sabemos que no son responsables de los desánimos colectivos, pero no deben favorecer el saqueo de las esperanzas; eleven sus conciencias, atrévanse a participar -desde un lugar genuinamente democrático- de la consolidación de una modelo igualitario e inclusivo de sociedad.

El autor es abogado y docente de la ciudad de Santa Fe.

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