Rutilio y Romero son ejemplo de sinodalidad, de caminar juntos

Entrevista al cardenal Gregorio Rosa Chávez, artífice de la realidad actual. El Salvador tiene un gran santo, san Romero, y cuatro beatos: Rutilio Grande García, Cosme Spessotto, Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus. Rutilio y Romero, dos personajes insignes de esta nueva forma de hacer Iglesia.

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Por Patricia Ynestroza.- Momentos especiales pasados en compañía del Cardenal gregorio Rosa Chávez, artífice de la realidad actual: hoy El Salvador tiene un gran santo, San Romero y cuatro Beatos: Rutilio Grande García, Cosme Spessotto, Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus. En una entrevista, los minutos pasaron veloces, mientras el purpurado contaba anécdotas vividas con Mons. Romero.  

También momentos en los que, el cardenal compartió junto con la hermana Kenia Iraheta sobre el encuentro del Papa Francisco. Un encuentro en el que el Papa se mostró relajado y dedicó un discurso hablando de la figura de san Romero y el beato Rutilio Grande. 

Que mensaje llevan al pueblo salvadoreño

“La paz, el amor y la fraternidad entre los hermanos que somos, una sola Iglesia. Llevar la bendición del Papa al pueblo salvadoreño, seguir remando mar adentro, no estamos solos tenemos al Santo Padre, cerca de la Iglesia salvadoreña”, dijo la hermana Kenia. 

Por su parte, el cardenal recordó que ellos son testigos del amor de Dios. Y es el ejemplo que nos dicen, ser testigos cada uno del amor de Dios.

“He sido un propagandista voluntario de Romero y los frutos se han visto, la gente fue conociéndolo. Y cuando hubo una corriente muy fuerte contra él, comenzando por el mismo gobierno, por supuesto lo había mandado a matar,  llegaban un montón de cartas en contra de Mons. Romero. Le costó mucho ser escuchado, Pablo VI le abrió las puertas y eso Mons. Romero lo tuvo en su corazón siempre, siempre fue fiel al magisterio, fue mártir del Magisterio, antes de morir dijo: cuando uno ve el Concilio Vaticano como documento no hay problema, pero cuando uno lo aplica viene la persecución. Rutilio y Mons. Romero dos personajes insignes de esta nueva forma de hacer Iglesia. Testimonios de fe hasta derramar la sangre”.

Poner la fe en Dios y el amor al hermano en primer lugar

Sobre los beatos, Francisco manifestó que son un regalo inmenso, tanto para la Iglesia que peregrina en El Salvador, como para la Iglesia universal, y su significado quedará siempre en el misterio de Dios, una realidad que debe ser profundizada en nuestras comunidades, agregó. Bergoglio expresó a los salvadoreños, que aunque si las realidades del actual El Salvador no son las de los tiempos que vivieron los cuatro beatos y San Romero, pero aprender de ellos la llamada al compromiso, a la fidelidad, a poner la fe en Dios y el amor al hermano en primer lugar, a vivir de esperanza, es una acción intemporal, afirmó, porque es el evangelio, un evangelio vivo, que no se aprende de los libros sino de la vida de quienes nos han trasmitido el depósito de la fe.

Los mártires salvadoreños nos enseñan a caminar juntos, en momentos en los que estamos llamados a reflexionar sobre la sinodalidad de la Iglesia, son dijo el Papa, el mejor ejemplo de ese «caminar juntos», pues el padre Grande fue martirizado mientras “caminaba hacia su pueblo” (cf. SAN ÓSCAR ROMERO, Homilía 14 marzo 1977).

“Eso es lo que cada uno de ustedes, obispos, sacerdotes y agentes pastorales, piden hoy al Señor, ser como ese “sacerdote —Rutilio— con sus campesinos —los beatos Manuel y Nelson—, siempre de camino hacia su pueblo para identificarse con ellos, para vivir con ellos” (cf. ibíd.). Ese mismo mensaje aparece en una homilía del padre Rutilio, cuando dice que este caminar juntos no puede conformarse con un mero “pasear” al santo en una imagen de devoción, sino que implica, sobre todo, asumir el testimonio de fe, esperanza y amor que ese santo nos dejó en su vida”.

Fieles a Dios hasta derramar su sangre

“Su sangre no se une a la del Salvador simplemente en virtud de la imitación del discípulo a su maestro, o del siervo a su Señor, sino que es una forma de unión mística, que los Padres han visto representada en las gotas de sangre que cubrieron el cuerpo de Jesús en Getsemaní (cf. San Agustín, Exposición del Salmo 85)”. Y estas cuatro gotas, señaló refiriéndose a los nuevos beatos, son como rubíes bordados en el manto inconsútil de Jesús, son “joyas preciosas por las que damos gracias en primer lugar a Dios”.

“Dios es quien los convocó a este combate, quien les dio la fuerza para alcanzar la victoria, y quien nos los presenta ahora para nuestra edificación y como camino a seguir, porque los problemas no terminaron, la lucha por la justicia y por el amor de los pueblos sigue, y para luchar, no bastan las palabras, no bastan las doctrinas, lo cual sí es necesario, pero no bastan; bastan testimonios, y eso es lo que tenemos que seguir. Por eso digo que son un regalo para nuestra edificación, Ellos son un regalo inmenso, tanto para la Iglesia que peregrina en El Salvador, como para la Iglesia universal, y su significado quedará siempre en el misterio de Dios”.

Fuente: https://www.vaticannews.va/es

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