Rock del bueno, poesía popular

El trabajo de Andrés calamaro ya forma parte de la memoria cultural argentina. Sus canciones son pinturas sociales, retratos exactos de una época en la que han crecido varias generaciones de jóvenes (y no tanto). En la siguiente entrevista, el creador de Alta suciedad y Honestidad brutal se ubica a sí mismo en el panteón del rock nacional, prefiere la hipocresía a la envidia y destaca “El palacio de las flores” como una de sus canciones favoritas.

Por Mónica Maristain

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Quién sabe si Andrés Calamaro alguna vez quiso convertirse en un retratista social. En todo caso, lo cierto es que su vastísima discografía (aproximadamente unos 30 discos, sin contar las múltiples colaboraciones en trabajos de otros artistas) es una mirada consistente y lúcida en torno a aquello que más nos suele importar a los habitantes de esta parte del mundo.

Es probable que Calamaro nunca se haya propuesto ser cronista, pero sus largas brazadas en el mar de noticias argentinas han dejado frases memorables que identifican el momento social y político de este país con lacerante claridad de reportero. “Mucho traje de fajina / pero sobra cocaína”, fue su precisa descripción del fin del menemismo y el auge del duhaldismo.

No se sabe si el creador de “Mil horas” y “Sin gamulán” alguna vez pretendió ser un campeón de la música pop, pero muchas veces sus temas estuvieron en la cima del hit parade y, en el momento de contar los billetes, innumerables cajas registradoras de la multinacional Warner tocaron una sinfonía en honor de sus canciones.

Se trata de un artista de potrero, un callejero que toca el timbre y sale corriendo, el típico marranito que les levanta la pollera a las muchachas y luego pone cara de “yo no fui”. Con esas cualidades no se construye una leyenda, está clarísimo. Acaso se combate, con armas prodigiosas, al monstruo invencible del aburrimiento.

De todas maneras, en los últimos años se ha producido un importante despertar calamaresco. De pronto, los argentinos se dieron cuenta del pedazo de artista que moraba en sus calles y rincones y le dieron todos los premios que antes le habían retaceado. Este hombre ha ganado el Gardel de Oro en dos oportunidades, en 2006 y 2008. Y es, por vocación, por voluntad y ganas de vivir, un cantante, o mejor aún: un cantor, un cantor popular.

-¿Músico culto, oculto o de culto?

-Músico de rock con inspiraciones y jactancia de versatilidad.

-¿Ha sido mucho oro o mucho Carlos Gardel?

-Carlos Gardel, el verdadero, es oro y es bronce.

-¿Qué hace con tantas estatuillas?

-Están esperando la compañía de un Oscar. Probablemente tenga que robárselo a mi amigo Gustavo Santaolalla.

-¿Las tiene arriba de una chimenea o guardadas en el garaje?

-Tengo algunas arriba del piano y otras en un estante, cerca de mi colección de cine de horror (en VHS).

-¿El invierno lo sigue agarrando sin gamulán?

-Honestamente, tengo un abrigo de Marc Jacobs que no me deja mentir ni pasar frío. También tengo un Gautier vintage y un Helmut Lang, y soy más atérmico que fashion victim .

-Entonces, ya se sabe procurar solito abrigo y sustento vital.

-Hace muchos años que vivo de mi cante y de mi instinto musical, no soy inmensamente rico, ni mucho menos, pero el rock me dio tanto… Yo le di mi vida y el rock me la dio de vuelta.

-¿Tuvo miedo de morir antes de tiempo?

-No le tengo miedo ni al dentista.

-¿Tanto nadar a contracorriente -como el salmón, su pez emblemático- le dejó las aletas destrozadas o todavía puede llegar al otro lado del río?

-Nadar contra la corriente te hace más fuerte, ya lo dijo Nietzsche.

-¿Cuál es la más maravillosa música que se escucha en estos días en la Argentina?

-Alguna que suene como el acordeón de Raúl Barboza, la guitarra de Juanjo Domínguez y la lírica de Luis Alberto Spinetta. Que se menea con la cumbia y el cuarteto, la voz del pueblo, la luna llena y el sol.

-¿Sigue sin soñar despierto ni dormido?

-Prefiero soñar despierto; sin embargo, hace meses que no tengo necesidades oníricas. Quizás esté viviendo mis sueños y sea eso lo que me mantiene ocupado.

-¿Usted es un hombre al que se le han cumplido todos los sueños?

-Incluso se cumplieron algunos que no me hubiera atrevido a soñar, sueños para los que no tuve temeridad ni ilusión suficientes para soñarlos siquiera. Hace mucho que hago realidad los sueños de los demás, aunque me queda alguno propio para cumplir algún día.

-¿Siente la presión de tener que reemplazar a Charly García o Luis Alberto Spinetta?

-No siento esa presión, ellos hicieron la música que escuché de jovencito. Creo que ocupé el lugar de ellos en el tiempo, aunque respeto la inmensidad del talento de quienes cantaron antes que yo. ¿Quién dice, por otra parte, que no los estoy reemplazando ya?

-¿El rock argentino todavía necesita próceres?

-No lo sé, pero es una muy buena pregunta. Diría que los pueblos necesitan en quien confiar. Rock de verdad con amistad, querer a alguien por su código moral y cantar canciones emocionados para siempre.

-¿Demoler hoteles será un buen pasatiempo?

-Ni siquiera estoy seguro de que lo “haya sido”. Creo que no es divertido, que responde a momentos de rabia. Hasta la tele que rompe Keith Richards en Cocksucker Blues es una pantomima… Por estas cosas es que recomiendo a “Pomelo”, el personaje de Peter Capusotto.

-¿Es más divertido demoler hospitales?

-Eso no es divertido ni contestarlo. Además, intuyo que la pregunta no es para mí.

-Cuando ve a Charly García, ¿piensa que le podría haber pasado lo mismo?

-No me podría haber pasado. No es una cuestión de excesos de nada en particular, aun siéndolo. Son cosas del alma, y cada uno tiene la suya. O no tiene ninguna.

-La “Casa tomada”, “La casa desaparecida”, “Una casa con 10 pinos”. ¿Cuál es la suya?

-¡No tengo una respuesta brillante para eso!

-¿Cuál diría qué es la más bella canción que se ha escrito en el rock argentino?

-“Laura va”, de Luis Alberto Spinetta.

-¿Spinetta ha escrito las canciones más importantes de los últimos 20 años en la Argentina?

-No, las escribió antes. De los últimos veinte años supongo que las mejores son las del Indio Solari, con o sin Redonditos de Ricota. Son las que tengo que destacar del resto.

-¿Qué ha aprendido del trabajo cotidiano con Litto Nebbia?

-Muchas cosas: dinámica, pasión, generosidad, entrega, música en la sangre, independencia, ética, frescura, armonías, espontaneidad, historia y versatilidad.

-¿Es verdad que vuelve Raíces?

-Raíces existirá mientras Beto Satragni quiera. Raíces es él, pero es verdad que los integrantes originales que secundamos a Beto y a Jimmy Santos para grabar el primer disco de Raíces, en 1978, nos reunimos. Es una música que siempre es muy rica y honda en armonías, funky y tambores. Un tambor lírico.

-¿Con qué músico argentino contemporáneo se lo pasaría hablando de música sin parar?

-Gustavo Santaolalla es brutal para hablar de música, Nebbia también es un encanto, pero me consta la existencia de otros grandes conversadores musicales; me gusta hablar de música, es importante trasladar la música a un nivel intelectual.

-¿El rock argentino sigue siendo el más importante en el universo del rock en español?

-No sé lo que hay que entender por “importancia”. Además, el rock es universal. ¡Lo que tiene la Argentina es el mejor dulce de leche!

-Con el paso del tiempo, un rockero anglosajón es probable que se vuelva jazzero. ¿Uno argentino se vuelve tanguero a medida que pasan los años?

-No creo. Para mí es aceptable permitirse cierta versatilidad, aunque respeto los purismos. Volcarse a los tangos no es algo que todos los rockeros quieran o puedan hacer. ¿Basta de tango? Muy bien, yo soy rockero puro, de pedigrí.

-¿Los argentinos lo asfixian con tanto amor?

-No, el amor que asfixia es el propio, cuando se instala en el esternón y nos controla. Sin embargo, nos sentimos benditos cuando así sucede.

-¿Todo ese amor llegó de golpe o lo veía venir?

-Lo veo en los conciertos. No sé lo que siente cada persona, ni lo que escucha en su casa. Hace pocos años yo caminaba por la calle y nadie ni siquiera me reconocía. ¿O sería porque salía poco, caminaba rápido y elegía horarios insólitos? No soy consciente del amor del que me hablás… Bueno, miento, sí soy consciente, y es emocionante.

-¿Cuando era estudiante se quedaba con todas las chicas en el día de la primavera?

-¡No! Un buen estudiante enamoradizo apenas si puede sufrir por una sola mujer. Incluso sin conocerla todavía.

-¿No se ha sentido demasiado lindo para ser músico de rock?

-No sé lo que siente la gente “demasiado bella”. Nunca me sentí demasiado armónico, ni elegante ni bien parecido. Hasta ahora suponía que era feo, como buen varón, y que mis virtudes eran la inteligencia y la sonrisa. Usted me desarma con esta pregunta exótica.

-¿Nunca le ofrecieron protagonizar una película?

-Supongo que sí, alguna vez. No formalmente. No podría trabajar con esos horarios tremendos del cine.

-¿Le hubiera gustado ser uno de los Dylan de I´ m not There ?

-No lo sé. Supongo que sí. El cine me encanta, hay mil películas en las que me hubiera gustado aparecer. Un cameo en Un maldito policía , de Abel Ferrara, o en Miedo y asco en Las Vegas , no sé. ¡Tantas! Me gusta mucho el cine.

-Antes de cumplir 40 decía que lo importante era llegar delgado a Tacuarentown, ahora se redime como un tipo sexy con panza. ¿El dulce de leche y el asado tienen la culpa de su autoindulgencia?

-Lo importante era llegar vivo. No soy adicto al dulce de leche. Puedo soportar una barriga mientras no sea una carga demasiado pesada.

-¿Qué es lo que mejor le sale cuando cocina?

-Cocinar a secas.

-¿Es exigente cuando cocinan los demás o es de los que siempre dicen “muy rico todo” aunque la comida esté quemada?

-No, tengo panza de pobre, puedo comer cualquier cosa (“comida, mi plato preferido”). Así disimulo que soy un sibarita.

-A veces parece un caballero de otros tiempos. ¿Su padre es así, alguien que valora un poco de pudor en determinadas situaciones?

-Mi padre es un caballero de otros tiempos y de este tiempo.

-Una vez su madre dijo en un programa de televisión que Javier era su hijo preferido. ¿Siempre es tan sincera su familia?

-Somos discretos, nos queremos pero no hablamos demasiado de nuestros problemas. Prefiero no sincerarme con usted, no en estos términos.

-¿Qué ha tenido más en su vida: odio o amor?

-No siento más odio que el necesario, la rabia que todos deberíamos tener dentro, la pólvora. Amor tengo, porque tengo una madre, una hija y la madre de la hija. Además del cariño y el respeto de mi pueblo, de mis hermanos y de mis pares, que entra, quizás, en una categoría similar.

-¿Envidia o hipocresía?

-Prefiero ser hipócrita que envidioso, me parece más sano, o por lo menos no tan enfermo. De todas maneras, no practico ninguna de las dos religiones. Además, ¿a quién podría yo envidiarle algo?

-¿Placer o dolor?

-Placer. El dolor no sirve para nada, tal vez sólo para entender la diferencia entre el bien y el mal.

-¿Perros o gatos?

-¿Para comer?

-¿Ha dejado usted de hacer lo que se le canta para empezar a cantar lo que hace?

-Es probable. También es probable que no entienda la pregunta. Lo que hago es cantar. Y vivir.

-¿Su obra ha ganado intimidad y perdido desesperación?

-Es probable.

-Ha cantado en discos del Indio Solari, Carca, Emanuel Ortega, Kiko Veneno, Juanes y Niño Josele, entre otros. ¿Usted no sabe decir que no?

-Sé decir que no, pero no es mi especialidad. Creo en el valor del “no”, ¡aunque prefiero no tener que escucharlo demasiadas veces!

-¿Ha practicado algún deporte en forma sistemática?

-Sinceramente, no. Pero estoy entrenado: soy feo, fuerte y formal.

-¿Siempre supo que se iba a dedicar a la música o fantaseó con otra forma de ganarse la vida?

-Fantaseaba con ser taxista. También me hubiera gustado ser director de videos para adultos o de películas de horror.

-¿Lee lo que la prensa escribe sobre usted?

-Alguna vez. Miento: lo recuerdo todo, absolutamente.

-¿Se ha peleado con muchos periodistas a lo largo de su carrera?

-En realidad tengo muy buenos amigos que son periodistas, hombres de letras.

-¿Qué cosas ha escuchado decir de usted o de su familia en algún medio periodístico que le han hecho perder la calma?

-No recuerdo, no sería tan seria la cosa. Nada de eso tiene ninguna importancia, ni nos afecta ni nos molesta. No tenemos sangre tan fría, pero ni siquiera nos enteramos de esos comentarios. No existen.

-¿Pierde la calma a menudo?

-No muy a menudo. Cuando estoy de gira y tengo compromisos vocales, soy un poco más… insostenible.

-¿Qué le preocupa más: seguir cantando bien, componer cada día mejor o seguir siendo el eje de una carrera profesional exitosa?

-Ahora mismo: seguir cantando mejor.

-¿Siempre tiene una canción en ciernes?

-No.

-¿Nunca ha sufrido un bloqueo creativo?

-Sí, claro. Ahora mismo estoy en uno.

-¿Tiene iPod?

-Sí, claro.

-¿Y bandeja tocadiscos?

-Tengo dos, pero ninguna funciona. ¿Usted me vendería la suya?

-¿Qué es lo que más ha escuchado últimamente, con placer y fruición?

-Thelonious Monk, Marisa Monte, Bill Evans, Hanoi Rocks, acordeones nordestinos brasileños, Gov t Mule, Roy Buchanan, Muse, Stevie Ray Vaughan, Jimi Hendrix, Coltrane, Calle 13.

-¿Qué canciones tocaría si lo invitaran al programa Later with Jools Holland?

-No lo sé. Tengo suficientes canciones y no me invitaron a lo de Jools.

-¿Hará un MTV Unplugged?

-¿Sigue existiendo MTV?

-¿A qué persona le aguanta cualquier crítica feroz o elogiosa en torno a sus canciones?

-Exagerando un poco, a nadie.

-¿Es de los que necesita un oído cerca para hacerle escuchar lo último que compuso?

-Ya no.

-¿A cuál de estas mujeres le produciría un disco: PJ Harvey, Patti Smith o Amy Winehouse?

-A Amy, pero creo que está muy bien producida. El disco de versiones de Patti Smith podría haberlo producido, pero ya no me aguanto las sesiones de ocho horas encerrado en un estudio.

-¿Cuántas veces escuchó el disco tributo Calamaro querido?

-Una vez o dos.

-¿Cuáles fueron sus versiones preferidas?

-Las de Niña Pastori, Muchachito, León Gieco, Fito Páez, Javier Calamaro, Los Auténticos Decadentes, Bahiano, Litto Nebbia… Es un disco muy bueno. ¡Me gustan todas!

-¿Le hace caso a Javier Limón cuando produce sus discos o es de los que siempre se produce?

-Le hago caso al corazón… y a Limón, a Litto Nebbia o a Cachorro López. Últimamente aprendí a colaborar con el productor. A desensillar esa apenas vanidad de querer decidirlo todo en una grabación.

-¿Qué es lo que más extraña de Miguel Abuelo?

-Su calidez, su mal carácter, la esperanza en su poesía. Extraño al compañero.

-¿Le gusta vivir en Buenos Aires?

-Sí.

-¿Cuál es su rincón favorito de la ciudad?

-El Faena Hotel & Universe, mi estudio doméstico, mi cama.

-¿Cómo ve al país bajo los Kirchner?

-La Argentina siempre es la Argentina. Soy respetuoso de la investidura democrática. No puedo echarle la culpa de la crisis al gobierno, sería demasiado simple. No somos un pueblo responsable y tenemos el espíritu patriótico definido por el fútbol.

-¿Le gusta Obama para Estados Unidos?

-No sé, supongo que sí. Quizá preferiría que fuera un brother , un Malcolm X. De todas maneras, primero tiene que ganar. Preferimos a los demócratas por una cuestión de colores y porque suponemos que no van a imponer un imperialismo perverso. Me gusta, claro.

-En España, un rockero como Loquillo hace la publicidad de Coca-Cola. Muchos seguidores se han emocionado al verlo. ¿Qué pasaría en la Argentina si usted hiciera algo semejante?

-¿Qué pasaría? Que tendrían que meterme en el banco una cifra de las que marean. La Coca-Cola Light me gusta, pero ¡soy marxista! y me costaría un poco aceptar. Ni siquiera lo haría por una pequeña fortuna, aunque me gusta todo lo que haga Loquillo. ¡Al Loquillo todo le queda bien! Es un grandísimo amigo y una persona con código moral. En mi caso, supongo que no habría suficiente dinero que pueda convencerme de hacerlo y estratégicamente no sé cómo resultaría. Se hace difícil no aceptar la colaboración de las grandes multinacionales, pero digamos que yo sería demasiado caro incluso para Coca-Cola. Además, en España hay otras figuras que le interesan más a la inversión capitalista: toreros, futbolistas y hasta shakiras.

-Tarde o temprano un periodista le pregunta qué es el éxito para un artista que parece haberlo ganado todo.

-No soy el paradigma del éxito, supe renunciar a muchas cosas, casi siempre interesado por la música. Vengo del infierno, es un lugar encantador.

-Tarde o temprano, también, un músico de rock argentino hace una canción que explica esa tan difusa e inasible conciencia nacional. En su obra, ¿esa canción es “El palacio de las flores”?

-No lo sé, espero que sean “El palacio de las flores”, “Clonazepán y circo” o “El punto argentino”, “No tan Buenos Aires”, “Reality Bomb”.

-¿Qué emoción desató esa canción desgarradora y perfecta?

-Nadie le dio demasiada pelota, el público está tan apurado -por llegar a ningún lado- que no se tomó el trabajo de escuchar “El palacio de las flores” pacientemente, ni urgentemente. Todo lo que leí o escuché al respecto fueron críticas anémicas. Para mí fue una canción muy importante y emotiva, desde que la escribí y grabé en el año 2000, hasta su versión en guitarra grabada con Litto Nebbia en 2006.

-¿Al “rockero de potrero, ricotero y rioplatense” de la letra le faltó poner “peronista”, aunque no pegara con la rima?

-Originalmente era “rockero, falopero, ricotero, rioplatense”. …sa es la palabra que falta, aunque el “potrero” es una buena postal sustituta, quizá más ligada al fútbol. No soy peronista ni tampoco antiperonista. Tengo sangre roja.

-En la Argentina siempre pedimos, por ejemplo, que uno elija entre Julio Sosa y Ángel Vargas. ¿Entre nosotros nunca terminan los antagonismos?

-Por lo visto nunca termina. No se salvaron ni Piazzolla ni Maradona, aunque con Diego hay un pacto de amor-odio que va más allá del deporte. ¡Ni siquiera Gardel es intocable! En la Argentina, parece que la mayoría opina durante un intenso lapsus hemorroidal.

-¿No está faltando un libro con sus reflexiones, que refleje esa manera suya de vivir, siempre interesado por temas múltiples, desde la política hasta el deporte, desde los cumpleaños de la realeza española hasta la prensa rosa?

-Son más interesantes mis olvidos que mis memorias, no fui un santo pero todavía puedo ser discreto. Además, ¿qué sentido tiene contarles a los otros la vida y los pensamientos? ¿Desde cuándo importa lo que un músico opine de las cosas?

Fuente: revista ADNcultura del diario La Nación, 6 de setiembre de 2008.

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