Restaurando nuestra alma

Por María Inés Adorni.- Queridos lectores en estos tiempos, el sufrimiento y el dolor, no son propósito de Dios. Cristo mismo sufre, con la humanidad doliente, él se pone en nuestro dolor y ese sentido llega al corazón de nuestro salvador.
Tal vez sea imposible comprenderlo, pero él sufrió la agonía del calvario. Si están cerca de Dios, podrán impartir consuelo a otros, porque el consolador está siempre a su lado, aunque no lo veamos.
Los ángeles de Dios vigilan y nos acompañan día y noche. Sus pruebas fueron y son difíciles, pero tendrán su recompensa.
No pierdan las esperanzas, pase lo que pase, no pierdan la fe.
Cuántas veces creemos que nuestros problemas son los más difíciles, pero cuántos, sufrirán más que nosotros.
Por eso tener paz y tranquilidad a pesar de todo.
Cuando estés triste te dejo un mensaje de Jesús: guárdame como la niña de tus ojos, escóndeme, bajo la sombra de tus alas.
Señor dame un corazón capaz de amar cuando existe amor, la vida tiene sentido, hasta las cosas difíciles cobran vida, el camino podrá estar lleno de espinas, pero los ojos solo ven las flores. Sembrando el amor de Cristo.

La autora es artista plástica rafaelina.

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